Psicosis
Ante la muerte de Dalton.
Ante la muerte de Dalton.
Vio la inmensa caravana de humanoides con los cuales se vio forzado a compartir el efímero espacio de la vida y comenzó a ver el interior del bestiario por lo que en realidad es. Así vio desfilar ante sus asustados ojos a falaces religiosos y vio sus almas llenas de odio y corrupción, ladrones con devoción, sus talegos llenos de odio y de ignominia, cruzados de eterno medievalismo. Vio en las putas a la juventud incomprendida y en las monjas, a putas escondidas, vio en los mandatarios a traficantes autorizados, a criminales con poder e ignorantes con títulos comprados, en los periodistas de la prensa magnicida, a fabricantes permanentes de mentiras.
Examinó la vida. Pensó que lo que puede ser una alborada de alegrías se convierte en vorágine de heridas. Como todo nihilista, negó la moral y la ética impuesta por falsa y a los dioses como la inoperatividad de la física para dar lugar a respuestas metafísicas en consecuencia, insatisfactorias por anti científicas. Vio en lo artistas a una fraternidad ontológicamente incomprendida y en los obreros a verdaderos productores de la vida y sin embargo; explotados por falta de desarrollo del pensamiento revolucionario causado por las manipulaciones propagandísticas del sistema explotador y por los líderes seudo revolucionarios.
Vio a los seudo revolucionarios sin sus máscaras y determinó que son peores que los enemigos declarados de los pueblos ya que los últimos son conocidos y por ende odiados, los primeros son odiados después de descubiertos; pero los males causados son mucho más que los causados por el enemigo declarado.
Vio a los lacayos y se dio cuenta que es la parte más sucia de la especie ya que pareciera que genéticamente están programados para limpiaculos y para obedecer la orden más estúpida emitida por el más imbécil de los imbéciles perteneciente a la misma jauría nada más que con poder, por equívocos de la vida.
Lo vio todo y vio con tristeza a los trabajadores dignos con sus miradas fijas, incapaces de levantarse contra el sistema y comprendió que no pertenecía ni al espacio ni al tiempo, ni aun a la especie y se marchó entre las brumas, consciente de que la luz nada más era espejismo y no sintió tristeza al dejar atrás el inmenso colectivo de frutos sin mañana.
Ah la sociedad! Convertida en una jauría pavloviana salivando por un hueso, incapaz de liberarse del sistema de trabajo forzado y del espejismo consumista. Una sociedad con un complejo de inferioridad del tamaño del sol, sin brillo, sino con la angustia de buscar “ser”, sin lograrlo, una sociedad putrefacta y perdida en los senderos de la ignominia total, incapaz de la siembra y la cosecha colectiva. El hombre, único animal capaz de odiarse así mismo.
Cómo es posible, -meditó- que el ser supuestamente superior sea el más inferior de todos los seres. Depredador por naturaleza, explotador por conveniencia, discriminador por estupidez, ególatra por inferioridad, sucio y hediondo pon anti estético, inmoral y anti ético, esclavo del arribismo y maestro de la traición, acaparador hambriento y falto de conciencia, patológico mental genético.
La tierra le preguntó al arador: Por qué no surcas y siembras en tu conciencia, antes de herir mis entrañas? Como siempre, el espécimen del mal se hizo el sordo y siguió arando. Así, los seudo libertadores se tornan en los peores esclavistas, los seudo estadistas en destructores de naciones, los legisladores en tinteríos de amañada jurisprudencia, los jueces en Atilas, los grandes filántropos son los peores ladrones, las religiones es sembradoras de mentiras y diezmeros eternos y los filósofos del sistema en proponentes de las más torpes falacias silogísticas y del peor oscurantismo del desrazonamiento anti semántico.
Cuánto es A+B? le preguntaron a un gobernante, aquel sonriendo dijo: dos letras del ebecerrario. Los templos se convierten en mercanáculos donde se vende la ignorancia al ignorante, y a millones de ígnoros con títulos comprados y el asco de la religión reina en la tierra de borregos.
En la distancia el poeta vio una estrella y exclamó con resignación: Nos equivocamos de espacio.
En el medio, el bestiario conjugaba su onomatopeya de sangre, violencia, y fratricidio.
Paul Fortis
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