Los periodistas y trabajadores del periódico español
El País
realizaron una asamblea en la cual votaron a favor de la renuncia de su
actual director, Javier Moreno, al que además acusaron de ejercer una
presión intolerable contra los periodistas para frenar la huelga de
firmas, por lo que presentarán una querella en su contra por acoso
laboral.
La guerra en el
Grupo Prisa
y en su buque insignia, el diario de mayor circulación de España, entró
en una fase irreversible, con la mayoría de los trabajadores y
periodistas indignados por la forma en que se está intentando despedir a
más de la tercera parte de la plantilla.
Por primera vez, los trabajadores de El País realizaron una votación
general con un tema como único orden del día: la reprobación de su
director. Con 311 votos emitidos, 235 votaron a favor de su dimisión
inmediata, mientras 46 lo hicieron en contra y 29 más votaron en blanco.
La declaración que se aprobó en la asamblea sostenía que “los
periodistas de El País consideramos que las presiones y amenazas
realizadas por Javier Moreno, siguiendo instrucciones de Juan Luis
Cebrián, le inhabilitan para seguir ocupando el cargo. En defensa de la
calidad democrática y del estatuto de redacción, pedimos a Javier Moreno
que abandone la dirección del diario”.
Según denunciaron los periodistas del rotativo, Moreno les habría
hecho saber que si se negaban a firmar sus informaciones -como hizo la
mayoría de la plantilla, salvo los corresponsales y colaboradores en el
exterior, así como algunos enviados especiales- podría ser la última vez
que firmaran algo en el periódico.
Consideraron inadmisible la amenaza y decidieron llevar a cabo esta
inédita asamblea, en la que se vuelve a señalar al presidente del Grupo
Prisa, Juan Luis Cebrián, como el principal responsable de la situación
en la que se encuentra el antes poderoso emporio mediático, que ahora, a
sólo cinco años de la muerte de su fundador, Jesús de Polanco, está
arruinado, según la versión del propio director del diario.
Los trabajadores del periódico siguen a la espera de ver cómo
evolucionan las negociaciones con la dirección, que se muestra
inflexible en el tema de reducir una tercera parte de la plantilla -128
despidos y 21 prejubilaciones-, así como en la rebaja salarial masiva de
15 por ciento y la eliminación de publicaciones históricas y de
carácter regional.
Los empleados del diario anunciaron que estudian la posibilidad de
presentar una querella contra Cebrián por administración desleal y
fraude al accionista, al considerar que su gestión ha estado marcada por
errores graves que han llevado al emporio mediático a una crisis con
una deuda de más de 4 mil millones de dólares y el desembarco para tomar
el control del grupo de los bancos acreedores y multinacionales
poderosas, como Telefónica, banco Santander, HSBC y el fondo de
inversiones Liberty.
El Comité de Empresa considera que “la actitud de la empresa hoy,
personificada en su director, pone de manifiesto la pérdida acelerada de
valores democráticos de esta dirección y el nulo interés negociador.
Por eso el comité en ningún momento ha aceptado la explicación de Javier
Moreno de que los bonos responden a un algoritmo de criterios
productivos pactado. El ‘algoritmo’ que se ha utilizado en el pago de
bonos a determinados subdirectores, redactores jefes y jefes de sección
es el criterio de Javier Moreno”.
Los periodistas amenazados de El País recibieron el apoyo de la
Asociación de la Prensa de Madrid (APM), la cual mediante un comunicado
señaló que “la retirada de la firma no supone un desacato a los
editores, sino que es el ejercicio legítimo de un derecho. La APM confía
en que la dirección de El País respete este derecho de los
periodistas”.
Mientras, los Colegios de Periodistas de Cataluña, Galicia y
Andalucía emitieron un comunicado conjunto en el que señalaron que son
“absolutamente condenables las presiones para que los redactores de El
País cedan en su postura de no firmar las informaciones como protesta
por el despido de 149 compañeros”. Consideran que la actitud del
presidente de Prisa, amenazando con acusar de sabotaje a los redactores
que retiren la firma de sus informaciones, como la del director,
presionando para que la mantengan, son una clara y grave injerencia en
uno de los principales derechos y deberes de un periodista: el de
hacerse responsable de lo que escribe si lo hace libremente y sin
presiones de ningún tipo”.
5.
La derrota de los medios de comunicación españoles en las elecciones venezolanas
1.- La derrota mediática
El periódico ABC publicaba, horas antes de conocerse el resultado
electoral en las elecciones presidenciales venezolanas, la derrota del
presidente Chávez. El periódico El País, el mismo día de las elecciones
hablaba de un “empate técnico”. Los dos periódicos son considerados el
reflejo de dos posiciones ideológicas, tal vez no antagónicas pero sí
contrapuestas, el primero representaría la opción más conservadora
mientras que el otro la progresista socialdemócrata. Ambos han hecho
campaña contra el presidente Chávez y a favor de Capriles hasta el
último minuto del proceso electoral violando los más elementales
principios de rigor y ética periodística. Ambos han sido derrotados.
Su artillería se ha apoyado unas veces en la ocultación de los datos
más relevantes y exitosos de la gestión del presidente Chávez, otras en
el ensalzamiento de unas cualidades construidas
ad hoc para
Capriles, otras en la magnificación y descontextualización de los
problemas de Venezuela y, la mayor parte de las veces, se ha recurrido
al
paraperiodismo : la adjetivación y la descalificación, la
parcialidad, la emisión de opiniones como si fueran información, el
falseamiento de datos, la tergiversación de declaraciones, la
generalización de lo anecdótico, el tratamiento superficial y
tendencioso, la inversión de la causa y el efecto, la personificación y
demonización del presidente, la desconexión entre los hechos, etc.
Ciertamente los medios españoles no han sido los únicos medios de
comunicación implicados en la parcialidad y el falseamiento del proceso
electoral venezolano pero quizá son, junto con los medios privados
venezolanos, quienes menos han guardado las formas.
El
tratamiento mediático al proceso revolucionario bolivariano es uno de
esos casos paradigmáticos que ilustra a la perfección la guerra de los
medios contra la ciudadanía, hasta el punto de que incluso después de
que su candidato, H. Capriles, fuera derrotado han seguido manteniendo
una posición de unánime descalificación y de sospecha hacia el reelecto
presidente Chávez.
El mismo día de las elecciones, el diario
El país, bandera insignia del grupo PRISA y vinculado a los medios
privados y a la oposición venezolana, se despachaba con el titular “Un
país en la encrucijada”; artículo cuya entradilla decía: “ Venezuela,
convertida en el Estado más violento de América Latina tras Honduras,
decide hoy si pasa página a los 14 años del régimen autoritario y
populista de Hugo Chávez”. Los autores del artículo, Maye Primera y Luis
Prados, condensaban en estas líneas los dos tópicos que durante años y
especialmente en esta campaña han sido bandera de los partidos de la
oposición. Lanzaban una acusación implícita contra el gobierno de Chávez
al responsabilizarle de los índices de violencia y vinculaban dicha
violencia a la propia figura del presidente llamándole autoritario y
populista. Este titular adquiere un significado especialmente negativo
después de la entradilla pues nos aclara que los dos caminos que definen
la encrucijada son, o el autoritarismo y la violencia del gobierno de
Chávez o, implícitamente, la paz, la moderación y discreción de Capriles
(
antetítulo del artículo de La Vanguardia ese mismo día).
El
diario ABC y Radio Televisón Española, también utilizaron la misma
estrategia apuntando a la confrontación, la difusión de sospechas sobre
posibles actos de violencia y la inestabilidad de Venezuela. Si ya
durante meses todos los medios masivos españoles trabajaron arduamente
para construir una determinada imagen del proceso electoral venezolano,
el día antes de las elecciones no había por qué cambiar la línea
editorial. Su misión ha sido doble, por un lado, influir en el voto en
la dirección de sus pares venezolanos, por otro, crear las mejores
condiciones para justificar una denuncia de fraude en caso de que los
resultados fueran ajustados. Evidentemente no se trata de una guerra
mediática ajena a los intereses y fines de los actores políticos, la
complementariedad de los medios españoles y los medios privados
venezolanos nos descubre una lógica económico-política que subyace,
orienta, diseña y financia esta guerra. Al mismo tiempo, es necesario
contextualizar este tipo de actuaciones en el mapa geoestratégico
latinoamericano, señalar el papel de las empresas españolas (Banesto,
BBVA, Telefónica, Repsol…) su visión recolonizadora y el papel
facilitador del reino de España en el control económico de la zona.
Cualquier proyecto de integración regional autónomo, cualquier proyecto
soberanista que suponga un atisbo de riesgo sobre los intereses
empresariales se convierte automáticamente en un flanco a batir. En este
sentido, el proceso bolivariano es una seria amenaza, lo es para el
imperio estadounidense, pero también para sus socios europeos.
Sin
embargo, a pesar de toda la carne puesta en el asador mediático, a
pesar del bombardeo y las distintas formas de ingerencia que éste
encubre, a pesar de todo, los medios han sido derrotados por el pueblo
venezolano. Ni siquiera ha sido el presidente Chávez, aunque sin duda su
liderazgo ha sido determinante, la realidad fue que, contra el
pronóstico poderoso de la manipulación informativa, los ciudadanos
venezolanos fueron masivamente a votar (más del 80% en un país donde no
es obligatorio hacerlo) y dieron en un 55,26% su respaldo al candidato
Chávez y al proceso bolivariano. Cuestionar la transparencia, la
limpieza y la fiabilidad del sistema electoral venezolano queda fuera de
toda duda razonable dado que ha sido considerado el mejor del mundo por
la Fundación Carter, por los cientos de personas de todo el mundo que
actuaron como acompañantes del proceso y que ha contado con el aval de
la propia oposición venezolana que sancionó el sistema utilizándolo en
sus elecciones primarias y firmando actas de confiabilidad antes de las
elecciones. Así pues, perdidas las apuestas y habiendo comprado gran
cantidad de boletos, solo resta rediseñar la campaña bélica y proceder
al reciclado semántico.
Durante años, el proyecto imperial ha
jugado a confundir votocracia con democracia. Educando adecuadamente a
los electores a través de las corporaciones mediáticas y blindando el
acceso a la competencia electoral de las clases populares el control
estaba garantizado pues bastaba con exigir elecciones libres para
legitimar el gobierno de las élites. Cuando se producía alguna
disfunción como en el caso de Chile, ahí estaba el golpe de estado para
restituir el orden. En Venezuela también se hizo ese recorrido, sin
embargo, al fallar el golpe político-empresarial-mediático del 2002 se
inicia una nueva etapa, una campaña de desgaste liderada por las
corporaciones mediáticas y basada en la reeducación del ciudadano
venezolano. En esta etapa el tópico central es sembrar dudas sobre el
proceso electoral: falta de transparencia, coacción, fraude, etc. Las
elecciones venezolanas del 7 de Octubre han supuesto una nueva derrota
de la estrategia bélica contra Venezuela y su rediseño.
2.- El rediseño de la guerra y la unanimidad de la estrategia
El
hecho de que no haya habido ninguna rectificación por parte de los
medios de comunicación ante el más que evidente fracaso de sus líneas
editoriales –nos apoyamos en el análisis de los medios españoles-,
sugiere, sin duda, el inicio de una nueva etapa desestabilizadora cuyas
líneas maestras estaban ya en la campaña contra el candidato Hugo
Chávez.
Al día siguiente de las elecciones, con los resultados
definitivos, con toda la información que constataba la tranquilidad del
proceso, la confianza de los electores y partidos en la transparencia y
fiabilidad de los resultados; con todos estos datos, los medios
españoles trazan las marcas de la nueva fase del enfrentamiento y, de
nuevo, las coincidencias son más que reseñables: 1) la prolongación del
mandato, 2) la gestión, 3) la incertidumbre y 4) la polarización.
Aún
no está definida cuál será la idea fuerza sobre la que pivoten las
demás pero todo a punta a que será la primera, es decir, la prolongación
del mandato vinculada a la matriz populismo-dictadura. Es probable que
la puesta en duda de la gestión unida a problemas no resueltos como la
corrupción, el burocratismo o la violencia, sea una línea secundaria
idónea en la que, los sectores progresistas se integrarán a la campaña
mediática encontrando un espacio para sus discursos críticos “desde la
izquierda”. La tercera traza supone ahondar en el tema de la enfermedad
del presidente reforzando el imaginario que supone la imposibilidad de
continuidad del proceso bolivariano sin H. Chávez. El afecto y la
sintonía de un pueblo con su presidente –insólito en cualquier contexto
de democracia representativa- es un parabán que hay que fisurar con
cuidado pues puede volverse en contra en el contexto venezolano aunque
no en el exterior. Es probable que estas líneas secundarias se trabajen
de distinta forma hacia las audiencias europeas o latinoamericanas.
Finalmente, el discurso de la polarización del pueblo venezolano
constituye un flanco muy adecuado para seguir vinculando el proceso
bolivariano a la confrontación, la división y la exclusión.
Dos días después de las elecciones El País titula dos amplios artículos: “
Chávez logra un cuarto mandato para estar 20 años más en el poder” y
“La derrota pone a prueba la unidad de la oposición venezolana”.
En el primer titular vemos cómo no es el pueblo venezolano quien elige
de nuevo a Chávez para gobernar el país, sino que el Chávez quien logra
20 años más.
Suponemos que el jefe de redacción o los autores quisieron decir seis
años más, que es lo que durará el nuevo mandato, pero en la línea de
acusar al presidente de dictador es casi inevitable el lapsus. A la
oposición se le lanza un mensaje, la necesidad de mantenerse unida y
esperar tiempos mejores. El diario ABC después de haber difundido la
victoria de Capriles el día de las elecciones, publicaba al día
siguiente un artículo cuyos primeros párrafos coreaban la duración del
gobierno con frases como “El mandatario gobernará un nuevo período de
seis años hasta 2019 con lo cual llegaría a dos décadas en el cargo” y
cuatro días después lanzaba el titular “Capriles dice que no hubo
fraude, pero que Chávez abusó de la maquinaria oficialista”; nuevamente
el triunfo electoral de H. Chávez se une a acusaciones dictatoriales. El
día después de las elecciones en una tertulia de Radio Nacional de
España un comentarista explicó a la audiencia española que también
Hitler había ganado unas elecciones.
Maye Primera ejerce como
paraperiodista principal del periódico El país y registra magistralmente
todos los tópicos de la nueva estrategia post-derrota en la
introducción del artículo sobre la victoria de Chávez “
la
holgada victoria de Chávez a sus 58 años, se produce a pesar del
fracaso de su gestión y de la incertidumbre que supone su enfermedad al
no tener un heredero conocido”. En general, se trata de un
periodista muy poco hábil en su trabajo aunque quizá muy a tono con el
nivel intelectual y político de la propia oposición venezolana, pero no
cabe duda de que hay un diseño muy elaborado de la línea a seguir. En
esta entradilla reconoce la victoria de Chávez pero se ocupa de señalar
su edad que, aunque no es elevada para un presidente, colocada al lado
de las palabras enfermedad y heredero se convierte en un proyectil
dirigido a reforzar la idea de incertidumbre sobre el futuro. Como
dijimos, el mismo día de las elecciones publicó un artículo cuyo titular
“Un país en la encrucijada”,
trataba de igualar el peso de las dos opciones electorales y en sus
contenidos se centraba en acusar al gobierno de Hugo Chávez de los
índices de violencia, la inseguridad, todo unido a la acusación de mala
gestión.
El ABC continúa con la vía de la sospecha sobre el
proceso electoral y después de retirar el anuncio de la victoria de
Capriles titula la noticia del triunfo de H. Chávez “
Rajoy felicita a Hugo Chávez por su “triunfo” electoral”
poniendo entre comillas la palabra triunfo. En otro artículo tituló “La
UE felicita a Chávez pero pide promover libertades fundamentales”.
Radio Televisión Española en su página web optó también por incidir en
lo prolongado del mandato de Chávez y, sorprendentemente le dedicó más
espacio al candidato derrotado que al ganador: “Chávez estará 20 años en
el poder pero con una oposición más fuerte” y “Capriles recuerda a
Chávez que “hay un país que tiene dos visiones”.
Es probable
que el eje de coordenadas dictadura-polarización se constituya en el
núcleo duro de la nueva fase de guerra mediática. En primer lugar porque
se da continuidad a la campaña de propaganda que ya tiene un recorrido
fuertemente asentado en las conciencias en relación a la figura del
presidente Chávez, digamos que ya hay un “buen” trabajo realizado por
rentabilizar y, en segundo lugar, porque el término dictadura compendia y
personifica todas las maldades, señala al enemigo sin que se necesite
añadir ningún esfuerzo explicativo. La polarización es una de las
consignas más potentes ya que permite utilizar los votos obtenidos por
la oposición como arma arrojadiza a la vez que continúa apuntalando el
flanco más débil de la oposición, su falta de unidad. Así mismo, ambas
coordenadas son especialmente potentes dirigidas a minar el
posicionamiento geopolítico de Venezuela en el área latinoamericana dado
que las dictaduras y la división han sido dos de las lacras que más han
golpeado a los pueblos latinoamericanos.
Lo que resulta del
todo evidente es que, tras la derrota de las empresas mediáticas, la
guerra contra el pueblo venezolano y la revolución bolivariana continúa.
11 de Octubre de 2012
Ángeles Diez Rodríguez, Dra. En Cc. Políticas y Sociología, profesora de la UCM