Intervención del Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, Hugo Chávez Frías, a través de los medios de comunicación de
Venezuela, el 8 de diciembre de 2012, «Año 54 de la Revolución»
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
Sábado 8 de diciembre, 9:30 de la noche, un poquito más, ¿no?, 9:34.
¡Buenas noches Venezuela, buenas noches a todo el pueblo venezolano!,
desde este querido recinto, el llamado Despacho 1 de la Presidencia de
la República, aquí al lado del vicepresidente Nicolás Maduro; al lado
del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello; la
vicepresidenta del Consejo de Ministros para toda el área social, Yadira
Córdoba; el vicepresidente del Consejo de Ministros para todo lo que es
el área económica financiera, Jorge Giordani; el vicepresidente del
Consejo de Ministros para todo lo que es el desarrollo territorial y
vivienda, Rafael Ramírez; el vicepresidente del Consejo de Ministros
para el desarrollo económico, productivo, Ricardo Menéndez; los
ministros de Ciencia y Tecnología, Jorge Arreaza; ministro de Defensa,
el almirante Diego Molero Bellavia; por allá el Ministro de Comunicación
e Información; la Ministra del Despacho; el general Jefe de la Casa
Militar; el ayudante y el batallón de Teresita, ¿cómo están, muchachos?
Buenas noches a todos, buenas noches a todas.
Bueno, yo me veo obligado por las circunstancias. Ustedes saben, mis
queridas amigas, mis queridos amigos venezolanas y venezolanos todos,
que no es mi estilo un sábado por la noche y menos a esta hora, 9:30 de
la noche —¿te acuerdas de aquella película, Diosdado?, Fiebre de sábado
por la noche, John Travolta. Yo bailaba La Lambada, compadre, y Yadira
también la bailaba; bailábamos La Lambada; yo recuerdo esa película,
tuvo mucho impacto. Hace poco vi una película de Travolta, ya con unos
años encima, pero buen actor, excelente actor, John Travolta, ese es el
nombre del actor, ¿no?, y Olivia Newton John, ¿te acuerdas? Ah, era el
impacto de aquellos años ochenta, los años setenta. Teresa Maniglia
bailaba La Lambada pero divino, yo la vi una vez (Risas).
No es mi estilo en una cadena nacional, un sábado por la noche; pero
obligado por las circunstancias me dirijo a ustedes, pueblo venezolano,
nación venezolana, amigas y amigos todos, compatriotas todos, y más allá
los amigos y amigas de otras latitudes.
Como es bien sabido, nosotros hemos venido dando, además de todas las
batallas políticas, económicas, sociales, esta batalla histórica que
nos tocó, que nos ha tocado, y gracias a Dios que nos tocó, a nosotros
nos tocó retomar las banderas de Bolívar, las banderas desgarradas, nos
tocó retomar las banderas mancilladas, la bandera patria, esta que aquí
está (Señala), amarillo, azul y rojo y sus ocho estrellas ahora, como
mandó Bolívar desde Angostura, ocho estrellas; y más allá las banderas
del pueblo, banderas mancilladas, desgarradas, pisoteadas durante casi
todo el siglo XIX, después de la epopeya y durante casi todo el siglo
XX, nos tocó a nosotros, pues. Terminando el siglo XX y comenzando el
XXI, comenzó aquí una nueva era.
Me decía Fidel antenoche, despidiéndonos en La Habana: "Bueno,
Chávez, esa llamarada." La llamarada se hizo continente, la llamarada,
el fuego sagrado, fue como una resurrección lo que hemos visto, lo que
hemos vivido. Aquí había un continente dormido, un pueblo dormido, como
muerto y llegó «el Lázaro colectivo» y se levantó. A finales de los
ochenta, los noventa, terminando el siglo XX se levantó aquí en
Venezuela una revolución, se levantó un pueblo y nos ha tocado a
nosotros, a muchos de nosotros, mujeres, hombres, asumir
responsabilidades, asumir papeles de vanguardia, asumir papeles de
dirección, de liderazgo, por distintas razones, civiles, militares, y
hemos construido distintas corrientes terminando el siglo y comenzando
este siglo.
En Venezuela se desató la última revolución del siglo XX y la primera
del siglo XXI, revolución que, quién lo puede dudar, ha tenido cuántos
impactos en la América Latina, en el Caribe y más allá, y más allá, y
seguirá teniendo impacto.
Pues además de todas esas batallas, se presentó una adicional,
imprevista, repentina para mí, y no para mí, para todos nosotros, porque
tengo la dicha de sentirme acompañado, de no ser un solitario. Y,
luego, hemos estado enfrentando el problema de la salud con mucha
mística, con mucha fe, con mucha esperanza, con mucha dedicación, en lo
individual, en lo familiar, en lo colectivo, como una gran familia;
hemos enfrentado además manipulaciones, hemos enfrentado miserias,
bueno, las miserias —nada humano me es extraño, dijo alguien—, pero por
encima de todo, con la frente en alto, con la dignidad incólume como
pueblo, como nación, y yo, como individuo, como uno más de esta gran
corriente bolivariana que aquí se desató.
Comenzando el año tuvimos una recaída que fue enfrentada con éxito,
sin duda que con gran éxito; gran éxito por cuanto terminábamos el
tratamiento de la radioterapia en mayo y unos días después apenas
estábamos inscribiendo la candidatura a la Presidencia de la República,
como recordamos.
Yo fui uno que insistí, y así lo hicimos, insistí, rodando los
tiempos, insistí en hacerme todos los chequeos médicos antes de
inscribir la candidatura, aquí en Venezuela, en Cuba, y, bueno, todos
los resultados fueron favorables. Si hubiese surgido algún resultado
negativo en esos exámenes, tengan ustedes la seguridad de que yo no
hubiese inscrito y asumido la candidatura presidencial. Afortunadamente
esta Revolución no depende de un hombre, hemos pasado etapas nosotros y
hoy tenemos un liderazgo colectivo que se ha desplegado por todas
partes.
A mí me ha dado mucho gusto, en estas horas, desde nuestra llegada
ayer al amanecer casi ya, y, bueno, desde La Habana, en los últimos 10
días casi, verificar, constatar una vez más ese liderazgo colectivo.
Dígase la campaña para las elecciones de gobernadores, andan desplegados
nuestros líderes, nuestros cuadros, hombres, mujeres, con un gran
fervor patrio. Yo les felicito y estoy seguro de que escribiremos otra
página grandiosa el próximo domingo 16 de diciembre. Un fervor
participativo, organizativo, con propuestas, con ideas, con altura de
debates, un fervor organizativo de las bases populares, de
participación, eso nunca se vio aquí, jamás, desde hace mucho tiempo no
se había visto, creo que jamás se vio, en verdad, en casi 200 años.
También me ha dado mucho gusto verificar y constatar cómo marchan,
cómo estamos cerrando ciclos. Hicimos un esfuerzo grande para asegurar
el pago de aguinaldos, bonificaciones para todos los empleados,
trabajadores, trabajadoras y no solo del gobierno central,
gobernaciones, alcaldías, y, bueno, hay además del fervor político,
electoral, rumbo al 16 de diciembre, un fervor familiar, navideño
desatado por todas partes, cómo marchan los proyectos fundamentales del
gobierno: la Misión Vivienda entregó la vivienda número 300 000 allá en
el Zulia; el tema económico, el ingreso a MERCOSUR, la Cumbre de
MERCOSUR, todo eso marcha y marcha a buen paso. Claro, siempre, como
aquí mismo dije en esta mesa, ¿no?, el tema de las inspecciones, también
marchan muy bien las inspecciones, los inspectores para corregir a
tiempo con mano firme, orientadora. Ahí está la almiranta Carmen, la
llaman la inspectora, ¿no?, y andan desplegados los inspectores; tengo
ya bastantes informes y se están tomando medidas correctivas y hay que
seguirlo haciendo en todos los ámbitos.
Bien, ahora, volviendo al tema central, como decía, comenzó la
campaña electoral, una recuperación exitosa, todos aquellos meses de
junio, julio más bien, el mes de julio, todos los eventos militares que
hicimos, luego la campaña, las giras por el país, luego enfrentamos las
inundaciones de Cumanacoa, luego la tragedia de Amuay, terminando
agosto, en septiembre el remate de la campaña electoral, las giras, la
última avalancha de Sabaneta-Miraflores, el diluvio que nos cayó en las
siete avenidas, Avenida Bolívar y seis más, que se desbordaron de
patria, el Plan de la patria, las discusiones. Bueno, si yo no hubiese
estado...
Digo esto porque por ahí han surgido versiones de que todo fue un
engaño. No, no, yo enfrenté esa campaña con todo mi fervor, como
siempre, y acompañado por ese pueblo fervoroso también y haciendo un
esfuerzo como siempre lo hemos venido haciendo.
Inmediatamente al terminar, o al coronar la victoria del 7 de
octubre, la gran victoria del 7 de octubre, a los pocos días me repetí
los exámenes aquí, allá en La Habana y todo salió bien, todo salió
bien; sin embargo, alguna inflamación, algunos dolores, seguramente
producto del esfuerzo de la campaña y del mismo tratamiento de la
radioterapia en una zona que es muy sensible, entonces le empezamos a
prestar mucha atención a ello, yo reduje mis apariciones públicas para
enfrentar la problemática con los médicos, el tratamiento y bajar los
niveles de inflamación y de molestias.
En todo este proceso surgió la recomendación médica de someterme a
tratamiento hiperbárico, a la cámara hiperbárica. Motivado por esta
recomendación para acelerar la recuperación, solicité a la Asamblea
Nacional —fue el 27 de noviembre, recuerdo—, en carta que está allí, la
autorización para ausentarme del país a la hermana República de Cuba,
donde se me ha venido siguiendo este proceso, para seguir el tratamiento
hiperbárico.
Salimos el 27 y el 28 comenzamos en la cámara hiperbárica. Fueron
varios días de tratamiento, de seguimiento; sin embargo, por algunos
otros síntomas decidimos con el equipo médico adelantar exámenes,
adelantar una revisión, una nueva revisión exhaustiva, y, bueno,
lamentablemente —así lo digo al país—, en esa revisión exhaustiva surge
la presencia, en la misma área afectada, de algunas células malignas
nuevamente.
Eso nos ha obligado a revisar el diagnóstico, la evolución del
tratamiento, a consultar expertos y se ha decidido, es necesario, es
absolutamente necesario, es absolutamente imprescindible someterme a una
nueva intervención quirúrgica, y eso debe ocurrir en los próximos días,
e incluso les digo que los médicos recomendaban que fuese ayer, ayer, a
más tardar ayer, o este fin de semana.
Yo dije no, porque en verdad yo solicité permiso para el tratamiento
hiperbárico, se presenta esto y digo: «yo quiero ir allá, yo necesito ir
a Venezuela». Y vine a esto.
Llegamos ayer en la madrugada, Fidel estuvo pues muy pendiente,
Raúl... nos reunimos, evaluamos; ayer descansamos un poco, revisamos
documentos, por ahí firmé unas cartas que estaban pendientes, unas
designaciones de embajadores; unos recursos del fondo chino, el informe
de MERCOSUR, del viaje que hizo Rafael Ramírez con Menéndez a la reunión
del MERCOSUR; la Comisión Mixta a Pekín que fue muy exitosa también,
allá estuvieron Giordani con Rafael y un equipo, ...también estuvo
Asdrúbal, ¿cuándo no?, en China ya está Asdrúbal (Risas). Bueno, todo lo
que es el proceso de las alianzas estratégicas..., que esa es otra cosa
que aquí no había, pues, Venezuela en MERCOSUR, imagínate; Venezuela en
alianza estratégica con China, con Rusia y con muchos otros países del
mundo; el ALBA, la CELAC, son estas cosas que han ocurrido, que han
venido ocurriendo paso a paso como producto de esta revolución que se
desató en América Latina.
Bueno, yo decidí venir haciendo un esfuerzo adicional en verdad,
porque, bueno, los dolores son de alguna importancia, ¿no?; pero, bueno,
con tratamiento, calmantes, estamos en una fase preoperatoria,
preparando todo.
Yo necesito, debo retornar a La Habana mañana, así que aquí tengo la
carta de solicitud a la Asamblea Nacional, al Presidente aquí presente,
el compañero Diosdado Cabello. Voy a aprovechar para firmarla de una
vez, para que, por favor, la soberana Asamblea Nacional me autorice a
ausentarme ahora —aquí está explicado—, con el objetivo de la nueva
intervención quirúrgica.
Denme un minuto, por favor, un segundo (Firma la carta). Correcto,
señor Presidente, está firmada, hago entrega de la solicitud, señor
Presidente, para ir a enfrentar esta nueva batalla.
Con el favor de Dios, como en las ocasiones anteriores, saldremos
victoriosos, saldremos adelante. Tengo plena fe en ello, y, bueno, como
hace tiempo estoy aferrado a Cristo (Besa la cruz de Cristo). Uno
siempre ha vivido de milagro en milagro, siempre he dicho yo: llegamos
al 4 de febrero como de milagro, eso fue como de milagro, después de
tantos años de tantos ires y venires, ¿no? ¡Uh!, cuántos años y
cuántas...
Recuerdo los días de teniente, que andábamos nosotros allá en los
blindados de Maracay metido atrás en el polígono, reuniéndonos entre
tanques y soldados, y allá en los paracaidistas, en San Jacinto, en el
placer, al fondo, allá nos íbamos a trotar; éramos tenientes, teniente,
25 años, 26 años, y, bueno, fue como de milagro llegar al 4 de febrero, y
fue como de milagro llegar aquí el 27 de noviembre después, y llegar
aquí a esta Casa del Pueblo. Fue como de milagro el 11 de abril, 12 de
abril, 13 abril, eso fue como un milagro, fue un milagro. Yo sigo
aferrado a ese milagro.
Ahora, en todo caso, en todo caso, a pesar de que todo se planifica
bien, los detalles de esta nueva batalla, sin embargo, en todos estos
procesos hay riesgos, quién puede negarlo. Toda operación de este tipo,
¿no?, contra este mal, implica un riesgo, implica un riesgo, eso es
innegable.
Tenemos nosotros la dicha —ya lo dije hace rato— y ayer en la
madrugada creo que fue el almirante Molero que me lo decía ahí en
Maiquetía: "Tenemos patria hoy, tenemos patria."
Venezuela ya hoy no es la misma de hace 20 años, de hace 40 años, no,
no, no; tenemos un pueblo, tenemos unas fuerzas armadas, la unidad
nacional. Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, en esta
nueva batalla, en este nuevo trance —diría un llanero por allá—, bueno,
es en fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas
populares, la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, la unidad de
todas las Fuerzas Armadas, mis queridos soldados, camaradas, compañeros;
la unidad del Ejército, mi Ejército, mi amado Ejército, el Ejército, la
Marina, mi amada Marina.
Digo esto, porque, bueno, los adversarios, los enemigos del país no
descansan ni descansarán en la intriga, en tratar de dividir y sobre
todo aprovechando circunstancias como estas, pues.
Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad,
esa debe ser nuestra divisa, mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia
Nacional, mi amada Milicia: la unidad, la unidad, la unidad. El Partido
Socialista Unido de Venezuela, los partidos aliados, el gran Polo
Patriótico, las corrientes populares revolucionarias, las corrientes
nacionalistas: Unidad, unidad, unidad, unidad.
Decía Bolívar: "Unámonos o la anarquía nos devorará." "Solo la
unidad nos falta" —dijo después o antes había dicho— "para completar la
obra de nuestra regeneración."
Al respecto, porque no quiero alargar mucho estas palabras, porque
son casi las 10:00 de la noche, como está previsto en la Constitución
—ahí está todo previsto—, una vez que se me autorice salir del país,
pues el Vicepresidente, el compañero Nicolás Maduro, un revolucionario a
carta cabal, un hombre de una gran experiencia a pesar de su juventud,
de una gran dedicación al trabajo, una gran capacidad para el trabajo,
para la conducción de grupos, para manejar las situaciones más
difíciles, lo hemos visto. ¿Cuántos años tienes tú de Canciller,
Nicolás? (Le dice que seis años y tres meses.) Seis años y tres meses.
En cuántas situaciones, en cuántas circunstancias hemos visto, y yo en
lo personal, a Nicolás acompañarme en esta difícil tarea, allí y en
distintos frentes de batalla. Pues él queda al frente de la
Vicepresidencia ejecutiva de la República, como siempre hemos hecho, en
permanente contacto.
Pero yo quiero decir algo, quiero decir algo aunque suene duro, pero
yo quiero y debo decirlo: Si, como dice la Constitución, se presentara
alguna circunstancia sobrevenida —así dice la Constitución— que a mí me
inhabilite —óigaseme bien— para continuar al frente de la presidencia
de la República Bolivariana de Venezuela, bien sea para terminar los
pocos días que quedan —¿cuánto, un mes?, digo un mes, un mes— (Le dicen
que 32 días), y, sobre todo, para asumir el nuevo período para el cual
fui electo por ustedes, por la gran mayoría de ustedes, si algo
ocurriera —repito— que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro
no solo en esa situación debe concluir como manda la Constitución el
período, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena,
irrevocable, absoluta, total es que en ese escenario, que obligaría a
convocar, como manda la Constitución de nuevo a elecciones
presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la
República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón.
Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si
es que yo no pudiera —Dios sabe lo que hace—, continuar su mano firme,
con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gente,
con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha
ganado, con su liderazgo al frente de la presidencia de la República
dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del
pueblo, los destinos de esta patria.
Algunos compañeros me decían que no hacía falta, o han opinado en
estas últimas horas que no hacía falta decir esto; pero en verdad, yo he
podido desde La Habana decir casi todas las cosas que he dicho esta
noche en esta media hora casi. Pero yo creo que lo más importante, lo
que desde mi alma, desde mi corazón me dicta la conciencia, lo más
importante o de lo más importante que yo vine aquí haciendo el esfuerzo
del viaje para retornar mañana, una vez se me conceda el permiso, ha
sido esto, Nicolás, de lo más importante, de lo más importante.
En cualquier circunstancia, nosotros debemos garantizar la marcha de
la Revolución Bolivariana, la marcha victoriosa de esta Revolución
construyendo la democracia nueva que está ordenada por el pueblo en
Constituyente, construyendo la vía venezolana al socialismo con amplia
participación, en amplias libertades que se están demostrando una vez
más en esta campaña electoral para gobernadores con candidaturas por
aquí, candidaturas por allá, libertades, en plenas libertades.
En el marco de este mensaje que, por supuesto, jamás hubiese querido
trasmitirles a ustedes, porque me da mucho dolor en verdad que esta
situación cause dolor, cause angustia a millones de ustedes, pues, que
hemos venido conformando un solo ente, porque —como decíamos y decimos—
ya Chávez no es este ser humano solamente, Chávez es un gran colectivo,
como decía el slogan de la campaña: "Chávez, corazón del pueblo", y el
pueblo está aquí en el corazón de Chávez. Y menos aún en estos días de
Navidad, pero, bueno, así son las circunstancias de la vida.
Yo, sin embargo, aferrado a Cristo, aferrado a Mi Señor, aferrado a
la esperanza y a la fe, espero —así lo pido a Dios— darles buenas
noticias en los próximos días y que podamos juntos seguir construyendo
lo que ahora sí tenemos, pero que debemos seguirlo construyendo:
tenemos patria, tenemos una patria. ¡Cuánto costó, cuánto costó
recuperarla, revivirla, levantarnos con ella entre dolores, entre
pesares! Recordemos cuánto ha costado, cuánto nos ha costado a millones,
a millones.
Recuerdo en este momento aquella frase de Simón Bolívar, el Padre
Bolívar, cuando en los últimos días de su batalla física en este mundo
le decía al general Urdaneta: "Yo no tengo patria a la cual seguir
haciendo el sacrificio." Y lo echaron, lo vilipendiaron y lo vejaron.
"Mis enemigos me quitaron la patria", dijo.
Hoy, ¡ah!, gracias a Dios, Padre Bolívar, cuán distinta es la
situación para todos nosotros, hombres y mujeres. Hoy sí tenemos patria,
es la tuya Bolívar, es la que tú comenzaste a labrar, a labrar junto a
millones de hombres y mujeres hace 200 años, y antes habían comenzado
también a labrar, en los días de Guaicaipuro, nuestros hermanos
aborígenes en su lucha, en su resistencia, 500 años de lucha.
Hoy, por fin, después de tanta lucha, tenemos patria a la cual seguir haciendo el sacrificio.
Desde mi corazón de patriota, reitero mi llamado a todos los
patriotas de Venezuela y a todas las patriotas de Venezuela, porque,
bueno, somos revolucionarios, somos socialistas, somos humanos, somos
muchas cosas, pero, en esencia, patriotas, patriotas; y cada vez que yo
hablo del patriota recuerdo aquella vieja canción de los soldados
tanquistas de Venezuela, que aprendí de casi niño todavía y aquí la
llevo en el alma (Entona la canción): "Al rumor de clarines, guerrero
corre el blindado, corre veloz/como celosos dragones de acero/que
guardan la patria que el cielo nos dio/Patria, patria, patria
querida/tuyo es mi cielo, tuyo es mi sol./Patria, tuya es mi vida, tuya
es mi alma, tuyo es mi amor."
Tuya patria, la patria, hoy tenemos patria, y pase lo que pase, en
cualquier circunstancia, seguiremos teniendo patria. "Patria perpetua",
dijo Borges. Patria para siempre, patria para nuestros hijos, patria
para nuestras... patria, patria, patria.
Patriotas de Venezuela, hombres y mujeres, con rodilla en tierra. Unidad, unidad, unidad de los patriotas.
No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para
mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del
neoliberalismo para acabar con la patria; no, no podrán.
Ante estas circunstancias de nuevas dificultades, del tamaño que
fueren, la respuesta de todas y de todos los patriotas, los
revolucionarios, los que sentimos a la patria hasta en las vísceras
—como diría Augusto Mijares—, es unidad, lucha, batalla y victoria.
Nicolás, ahí está la espada de Bolívar, a ver si la pueden traer. La
espada de Bolívar, la espada del Perú, la que le dieron a Bolívar en el
Perú, 1824. Bueno, delante de esa espada juramos, delante de esa espada
juramos, delante de esta bandera juramos, delante de Dios, delante de
nuestro pueblo, y estaremos muy pendientes y pido todo el apoyo, todo el
apoyo del pueblo y de todas las corrientes y de todos los sectores de
la vida nacional, de los patriotas de Venezuela —civiles, militares,
hombres, mujeres—, en estas circunstancias, todo el apoyo, bueno, en
primer lugar, para el gobierno revolucionario en esta coyuntura;
continuar arreciando la marcha rumbo a lo que ya está ahí en el
horizonte, la gran victoria del 16 de diciembre en las gobernaciones de
todo el país, y el apoyo, la unidad ante las decisiones que tengamos que
ir tomando en los próximos días, en las próximas semanas, en los
próximos meses, sea como sea, y con esto termino:
Hoy tenemos patria, que nadie se equivoque; hoy tenemos pueblo, que
nadie se equivoque; hoy tenemos la patria más viva que nunca, ardiendo
en llama sagrada, en fuego sagrado.
Solo me resta decirles, con las buenas noches a las 10:10 minutos de
esta noche del sábado, ¡Hasta la victoria siempre! ¡Independencia y
patria socialista! ¡Viviremos y venceremos! ¡Viva Venezuela! (Aplausos y
exclamaciones de: "¡Viva!")