Las bases populares de
la Revolución Bolivariana han crecido de una manera asombrosa desde que
se inició el proceso constituyente, en 1999. El soberano ha asumido
valientemente, ante las diversas coyunturas políticas y sociales, un rol
protagónico, como se evidencia en las numerosas organizaciones que se
han articulado -y afirmado- en los últimos años. El pueblo ha reclamado
el auténtico poder que le otorga la Constitución venezolana para
desarrollar sus potencialidades y para transformar sus condiciones de
vida, en un marco de equidad y justicia. A pesar de este hecho
poderosamente revolucionario, tenemos que asumir, no obstante, que
heredamos una estructura burocrática en los distintos poderes e
instancias públicas, que limita y entraba la capacidad de respuesta que
debe dar el Estado a ese pueblo organizado, que demanda cada día mejores
condiciones de vida y dignidad.
Si bien estamos conscientes de la deuda infinita que tenemos con el pueblo venezolano, se ha hecho necesaria una actuación acelerada que permita la refundación efectiva de las Instituciones del Estado, pues la Constitución Bolivariana establece que todas las instancias locales y nacionales deben propiciar, socialmente, un proceso democrático, protagónico, participativo, deliberativo y cogestionario.
Los principios fundamentales de la Constitución Bolivariana dibujan una ruta de navegación hacia el Estado Comunal muy precisa para la construcción de la sociedad justa, donde no necesariamente se institucionalice la revolución, sino que por el contrario se ejerza una portentosa actividad constituyente. Nuestra Revolución es la fuente que sustenta la tarea común de construir el socialismo del siglo XXI, tal como lo ha propuesto el Presidente Chávez. Se trata, sin duda, del proyecto sociopolítico más desafiante que se ha planteado nuestra revolución, y que requiere la imaginación y la participación de todas las organizaciones populares, de las instituciones públicas, y, principalmente, de todo el pueblo venezolano. Otro mundo es posible, otra sociedad es posible.
Si bien estamos conscientes de la deuda infinita que tenemos con el pueblo venezolano, se ha hecho necesaria una actuación acelerada que permita la refundación efectiva de las Instituciones del Estado, pues la Constitución Bolivariana establece que todas las instancias locales y nacionales deben propiciar, socialmente, un proceso democrático, protagónico, participativo, deliberativo y cogestionario.
Los principios fundamentales de la Constitución Bolivariana dibujan una ruta de navegación hacia el Estado Comunal muy precisa para la construcción de la sociedad justa, donde no necesariamente se institucionalice la revolución, sino que por el contrario se ejerza una portentosa actividad constituyente. Nuestra Revolución es la fuente que sustenta la tarea común de construir el socialismo del siglo XXI, tal como lo ha propuesto el Presidente Chávez. Se trata, sin duda, del proyecto sociopolítico más desafiante que se ha planteado nuestra revolución, y que requiere la imaginación y la participación de todas las organizaciones populares, de las instituciones públicas, y, principalmente, de todo el pueblo venezolano. Otro mundo es posible, otra sociedad es posible.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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