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Las fuentes de radiaciones electromagnéticas a nuestro
alrededor se están convirtiendo en una creciente contaminación digna de
ser tenida en cuenta
La costumbre cada vez más extendida de no separarse del teléfono
móvil en ningún momento, ni siquiera cuando se está durmiendo, pudiera
resultar perjudicial para la salud de sus propietarios.
Así lo demuestra una investigación recientemente difundida por varias
agencias de prensa del mundo, en la cual especialistas de la
Universidad Trent, de Canadá, alertan de lo que ellos llaman la «alergia
electromagnética», un mal cuyas investigaciones están en fase temprana,
pero que evidencia la existencia creciente de una fuerte polución
causada por antenas y redes Wi-Fi.
Las conclusiones de la investigación, que se ha centrado en la
dependencia excesiva del celular, llegan a aseverar que hasta un 40 por
ciento de las personas, especialmente las mayores, pudieran estar
despertándose sin saberlo al borde de la hemorragia cerebral... por
dormir con el celular bajo la almohada.
La cifra, aunque puede parecer algo exagerada, tiene que ver con los
efectos de las ondas que emiten los celulares, especialmente los más
modernos con conexión Wi-Fi, que entre otros efectos provocan migrañas,
crisis de hipertensión, respiración dificultosa, incremento de la
frecuencia cardíaca, incapacidad para concentrarse y problemas de
memoria.
¿Sueños móviles?
Una simple consulta en múltiples páginas de Internet revela que la
preocupación por la contaminación no solo de los celulares en sí, sino
de las antenas que permiten enlazarlos e incluso la propia polución
electromagnética en crecimiento, propia del actual desarrollo
tecnológico, es un tema que hace mucho tiempo viene debatiéndose.
Solo en Canadá, por ejemplo, en los últimos años el doctor Roy Fox,
médico del Centro de Salud Ambiental de la provincia de Nueva Escocia,
asegura que si bien la mayoría de los problemas que antes trataban eran
intoxicaciones con sustancias químicas o la baja calidad del aire, ahora
no solo siguen tratando estos, sino que han encontrado que el exceso de
algunos dispositivos electromagnéticos agrava los síntomas.
Solucionar el problema no parece sencillo, pues como afirmara el
doctor a la agencia Russia Today refiriéndose a sus pacientes, «en la
vida actual no podemos evitar exponernos a la radiación de Wi-Fi o a las
microondas. Hacemos lo que podemos para mejorar su salud en general y
hacerles pensar cómo cambiar sus hábitos para que su organismo no sienta
tanto estrés».
¿Por qué pueden ser dañinos en sí los celulares? Según un estudio del
Instituto de Tecnología de Massachusetts, los teléfonos celulares
alteran los patrones de sueño, sobre todo las fases de luz de sueño.
Aunque no hay conclusiones científicas acabadas, los médicos creen
que este efecto podría deberse tanto a las ondas de alta frecuencia,
como a las de muy baja frecuencia, ya que estas últimas están en el
mismo rango de las células de nuestro cuerpo.
De ahí se desprende que esa contaminación podría funcionar como una
especie de biorresonancia, que afectaría el campo electromagnético a
nivel de las células, provocando diferentes disfunciones en las mismas,
aunque los efectos de las ondas artificiales dependerán de la
coherencia, potencia, modulaciones, entre otros factores.
En el caso del cerebro, y especialmente en las horas de sueño, este
efecto se traduciría en interferencias en los patrones electromagnéticos
de este durante las horas de dormir, aumentando la permeabilidad de la
barrera hematoencefálica, y facilitando diversas alteraciones
neuroquímicas, que a la larga son visibles en forma de cefaleas,
cansancio excesivo al despertar e incluso pesadillas continuas.
Los doctores afirman que a estos problemas son mucho más propensos
quienes padecen de insomnio, tienen problemas siquiátricos, nerviosos, o
están bajo los efectos de medicamentos.
Células electroalocadas
Aunque desde hace muchos años las investigaciones científicas
demostraron las consecuencias nocivas del electromagnetismo sobre el
cuerpo humano, e incluso las normas constructivas y de diseño impiden
colocar las fuentes de ellos cerca de las camas o saturar las
habitaciones, existe muy poca conciencia al respecto todavía, y Cuba no
es la excepción.
La costumbre de colocar interruptores y tomacorrientes cerca de las
cabeceras de las camas, e incluso equipos emisores de radiaciones
electromagnéticas bien cerca de nosotros, como radios, grabadoras,
computadoras y hasta relojes despertadores, podría ayudar a que más de
uno no se explique por qué amanece con esa sensación de mal dormir a
pesar de haberlo hecho durante varias horas.
Otro tema a atender es la profusión de cables en las habitaciones,
tanto dentro como fuera de estas, muchas veces consecuencia de un mal
trazado eléctrico, pero también de la cada vez más profusa existencia de
equipos eléctricos a nuestro alrededor, para lo cual no estaban
diseñadas las antiguas viviendas, las cuales poco a poco vamos llenando
de «tendederas» para lograr conectar algo.
Recién en los últimos años, y con la profusión de dispositivos
móviles, es que los expertos han comenzado a fijarse también en que los
«dolores de cabeza» son más prevalecientes en las personas expuestas a
los teléfonos celulares durante el sueño.
A eso hay que agregarle otros síntomas asociados con la adicción a su
uso, recién analizados por el Centro de Equilibrio Cerebral de Seúl,
Corea del Sur, uno de los países con mayor densidad de móviles en el
mundo, el cual arrojó que el uso continuado de estos, especialmente en
niños y adolescentes, puede provocarles deterioro de las capacidades
cognitivas, al obstaculizar el desarrollo equilibrado del cerebro.
Sorprendentemente los investigadores han encontrado que algunos
usuarios de móviles son propensos a desarrollar más el lado izquierdo de
su cerebro que el derecho, dejando este último sin explotar o poco
desarrollado, precisamente el que está más relacionado con la
concentración, la atención y el desarrollo de la memoria del individuo.
Sin maldecir al celular
Aunque el fenómeno de la contaminación electromagnética por los
celulares pudiera parecer ajeno a muchos cubanos, no puede verse como un
hecho separado de las otras fuentes contaminantes que nos rodean en
este campo.
En el caso de los celulares, que pronto llegarán a sumar en el país
los dos millones de usuarios, o sea casi un veinte por ciento de la
población, además de alejarlos de la almohada, también se pueden adoptar
otras medidas en su uso para evitar sus efectos nocivos.
Entre ellas están el utilizar siempre que sea posible el altavoz para
distanciarlos del cuerpo y por ende de su radiación, equiparlo con
auriculares para el mismo fin, alternarlo entre ambos lados de la cabeza
si hablamos por mucho tiempo, evitar usarlos en lugares estrechos o
tratar de no hacer llamadas cuando la señal es débil, ya que aumenta la
radiación electromagnética.
No se trata ahora de maldecir un equipo que ha demostrado,
sobradamente, tener muchos más efectos beneficiosos que los pocos en
contra, y mucho menos renegar de los celulares, pues, si bien usarlos de
forma incorrecta puede provocarnos cefaleas, no tenerlos también es un
dolor de cabeza.
La telefonía móvil es una tecnología que debe seguir extendiéndose y
acercándose cada vez más a la población, y por ello hay que conocer sus
luces y sombras para aprovecharla mejor.