© Foto: Sochi 2014
Los
de Sochi pasan por ser los Juegos Olímpicos más caros de la historia
pero en uno de los primeros relevos, el del armenio Shavarsh Karapetian,
aún en la Plaza Roja, durante un evento solemne y con una audiencia
planetaria, el fuego se apagó. Un funcionario que pasaba por allí sacó
un mechero del bolsillo y encendió de nuevo la llama. La solución, tan
efectiva como poco glamurosa, ha sido motivo de comentarios jocosos en
medio mundo, pero los JJOO de Sochi distan de ser los primeros a los que
se les extingue el fuego por el camino, algo que más bien se ha
convertido en tradición. Si como dice la superstición, trae mala suerte
que la llama se apague, llevamos una década olímpica verdaderamente
gafada…
En
los JJOO de Londres del año pasado no se apagó una sino tres veces. La
primera durante el relevo del paratleta inglés David Follett, en el
tercer día de recorrido por la geografía inglesa. El motivo oficial dado
por la organización fue una ráfaga de viento y el mal funcionamiento
del quemador de la antorcha. El segundo desliz fue el más previsible,
durante el relevo de Zachari Franklin en una lancha de rafting. El
viento la apagó y de hecho después tuvieron grandes problemas para
encender de nuevo la antorcha, pues los quemadores estaban mojados. La
tercera ocasión en que se le apagó la llama a Londres 2012 fue en el
propio estadio ya durante los Juegos Olímpicos. La organización había
recibido críticas por la ubicación del pebetero, que no se veía desde
muchas zonas del estadio, así que decidió moverlo una noche, después de
la competición, maniobra durante la que los operarios apagaron el fuego.
Las autoridades dijeron que la cadena nunca se perdió porque en otra
parte guardaban una antorcha con la llama madre.
Pese
a que los chinos prepararon con esmero la cita de 2008, los JJOO de
Pekín tampoco se libraron del mal fario. La llama olímpica realizó un
generoso recorrido por medio mundo antes de llegar a China. A su paso
por París, manifestantes partidarios de la independencia del Tíbet
sabotearon el evento previsto y la antorcha se apagó en al menos dos
ocasiones. Los relevistas tuvieron que terminar el tramo transportados
en un autobús fuertemente escoltado por motos policiales, lanchas desde
el Sena y hasta un helicóptero. Grecia es la cuna del olimpismo, pero la
llama no corrió mejor suerte en los JJOO de Atenas 2004. Tras un
recorrido por el Peloponeso en los días previos, el fuego llegó a la
capital helena en helicóptero. Se organizó una recibimiento solemne ante
10 000 espectadores en el estadio Panatinaico, el que fuera escenario
de los primeros JJOO de la era moderna, 1896. En el momento en que el
presidente del comité olímpico griego, Lambis Nicolau, entregaba la
antorcha a la presidenta del comité de organización, Gianna Angelopulos,
la llama se apagó momentáneamente por una ráfaga de viento.
Los
JJOO de Invierno de la última década han tenido algo más de suerte, la
antorcha nunca llegó a apagarse, aunque también pasó calamidades. En la
edición de Turín 2006, el recorrido por Italia fue una verdadera odisea.
En Génova, como protesta por la construcción del tren de alta velocidad
Turín-Lyon, un grupo de manifestantes intentó apagar el fuego lanzando
cubos de agua al paso de los relevistas. En Trento un anarquista español
llegó a robar la antorcha de manos de la relevista Eleonora Berlanda,
pero mientras escapaba fue alcanzado y reducido por la policía. La llama
no llegó a apagarse. Y así llegamos a los JJOO de Vancouver en 2010,
quizá los más tranquilos, cuyo único incidente reseñable fue el de un
aficionado arrestado por encenderse un cigarrillo con la llama olímpica.
vg/as
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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