El Blog de Salvador - Nuevo post |
Posted: 11 Oct 2013 06:30 AM PDT
Quezaltepeque, la ciudad donde nací y
crecí, paraíso de mi infancia. Cada vez que regreso y camino por sus
calles vienen a mi memoria aquellos años de infancia y juventud y me veo
corriendo por aquellas calles empedradas y polvorosas. Son raíces
profundas las que siempre me devuelven a Quezaltepeque, mostrándome que
en cierto modo la vida es un eterno retorno y que a pesar del tiempo no
hay olvido sino necesidad de abrazar el paisaje.
Quezaltepeque es un municipio del
departamento de La Libertad. Su nombre en náhuatl significa “Cerro del
quetzal”. Se dice que fue fundada por pipiles en la época precolombina.
Los primeros registros que tenemos sobre Quezaltepeque datan del siglo
XVI, por lo tanto es una de las ciudades más antiguas de El Salvador.
En los primeros años de vida, antes de
tener conciencia de pertenecer a un país, uno sólo sabe que pertenece a
una ciudad, a un pueblo, a un barrio. Cuando tenía 6 años, apenas sabía
que vivía en un país llamado El Salvador. Mi universo era Quezaltepeque
y el Barrio Concepción el cómplice de mis travesuras de pequeño.
Nadie puede negar el hecho que el lugar
donde uno viene al mundo le marca para siempre la vida. Desapruebo
rotundamente el pesimismo de algunas personas al referirse a nuestros
pueblos y a nuestra cultura. Nuestro país es hermoso: sus montañas,
ríos, lagos, playas y volcanes; nuestra gente es cálida, trabajadora; y
nuestros pueblos encierran las riquezas de nuestra historia.
Quezaltepeque, como toda gran ciudad se
está volviendo muy moderna. Eso me alegra, porque indica que está
avanzando. Pero cada vez se parece menos al pueblito de antes, donde el
tiempo parecía transcurrir muy despacio. De entonces aún conservo en mi
memoria las fotografías de ayer: la alameda de árboles de fuego y
aceituno, el mercadito donde mi mamá vendía comida, la alcaldía
construida de madera, la iglesia con su lindo campanario, el atrio donde
yo jugaba, la gran plaza con su esplendorosa ceiba, donde la gente se
reunía para escuchar la banda municipal…
Recuerdo la antigua estación del tren y el
paso de la locomotora hacia San Salvador y también su recorrido al
occidente del país, pasando por Opico y el sitio arqueológico de San
Andrés. También recuerdo mis excursiones al balneario La Toma, ahí
disfrutábamos de esas aguas cristalinas que, nos decían, tenían
propiedades medicinales.
Uno nunca puede sacarse del corazón el
lugar donde nació. Repito: para mí Quezaltepeque es el paraíso de mi
infancia. Invito a mis hermanas y hermanos salvadoreños a que aprendamos
a valorar nuestras raíces. Y antes de criticar o encerrarnos en nuestro
mundo, hagamos algo en beneficio de nuestra gente.
Envio un fraterno saludo a todos los
quezaltecos, a los que ahora residen en Estados Unidos pero que nunca se
olvidan de su ciudad natal; saludo a mis amigos de infancia, colegas de
trabajo; y a todas aquellas personas que trabajaron junto a mi madre y
mi padre. Le pido a Dios que bendiga a Quezaltepeque. Que nuestra ciudad
siga desarrollándose y le demos a nuestra niñez y juventud un mejor
futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario