Ottawa, 11 oct 2013 - El Establecimiento de Seguridad de Comunicaciones
de Canadá (CSE, por sus siglas en inglés) defendió la legalidad de sus
actividades dentro del país y en el exterior, tras conocerse que espió
al Ministerio de Minas y de Energía de Brasil.
Según su director, John Forster, todos los movimientos de esa entidad de inteligencia cumplen con las legislaciones canadienses y son revisados por un comisionado independiente.
"Él (el comisionado) y su oficina tienen acceso total a cada registro, cada sistema y cada miembro del CSE para garantizar que respetamos las leyes", dijo el funcionario en una conferencia, aunque se negó a responder si su organismo vigiló al gobierno brasileño.
Estas son las primeras declaraciones de Foster luego que la televisora brasileña O Globo el domingo pasado reveló el fisgoneo a las comunicaciones electrónicas y telefónicas del Ministerio de Minas y Energía de la nación suramericana.
Dicha estación también dio detalles sobre las interceptaciones de Canadá a las llamadas, correos e informaciones de la presidenta Dilma Rousseff, sus asesores y de la empresa petrolera Petrobras.
O Globo dijo que obtuvo esos datos de Edward Snowden, excontratista de la Agencia estadounidense de Seguridad Nacional (NSA) refugiado en Rusia, y entre esos registros aparecen telefonemas realizados en junio de 2012 por directivos del Ministerio de Minas a Ecuador, a la Organización Latinoamericana de Energía y a la embajada de Brasil en Perú.
El escándalo por el espionaje provocó tensiones entre los dos gobiernos y Rousseff exigió explicaciones al país norteño.
Mientras, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo estar muy preocupado por el caso y que funcionarios de su gabinete investigan si esas operaciones se realizaron dentro de los límites permitidos por la ley federal.
Pero el Nuevo Partido Democrático, la principal fuerza de oposición en Canadá, calificó el fisgoneo como un grave error que solo demuestra la falta de ética del gobierno conservador.
Según el periodista estadounidense Glenn Greenwald, en los próximos días saldrán nuevos datos sobre el alcance del espionaje de Ottawa en la esfera económica e industrial de Brasil, así como su estrecha colaboración con la controvertida NSA.
De hecho, el diario británico The Guardian reportó ayer que el CSE se reúne regularmente y en secreto con firmas canadienses del sector minero y energético para actualizarlas sobre supuestas amenazas, las acciones de grupos ecologistas opuestos a sus proyectos y del "espionaje económico y corporativo".
Canadá es uno de los mayores inversores en la minería de Brasil y tiene 55 compañías dedicadas a la explotación, 45 al suministro de equipos y 20 a los servicios relacionados con dicho sector.
El gigante suramericano es el mayor productor mundial de niobio, el segundo de hierro, manganeso, tantalita, y el tercero de bauxita.
Además tiene importantes yacimientos de oro, níquel, magnesio, caolín y estaño.
Según su director, John Forster, todos los movimientos de esa entidad de inteligencia cumplen con las legislaciones canadienses y son revisados por un comisionado independiente.
"Él (el comisionado) y su oficina tienen acceso total a cada registro, cada sistema y cada miembro del CSE para garantizar que respetamos las leyes", dijo el funcionario en una conferencia, aunque se negó a responder si su organismo vigiló al gobierno brasileño.
Estas son las primeras declaraciones de Foster luego que la televisora brasileña O Globo el domingo pasado reveló el fisgoneo a las comunicaciones electrónicas y telefónicas del Ministerio de Minas y Energía de la nación suramericana.
Dicha estación también dio detalles sobre las interceptaciones de Canadá a las llamadas, correos e informaciones de la presidenta Dilma Rousseff, sus asesores y de la empresa petrolera Petrobras.
O Globo dijo que obtuvo esos datos de Edward Snowden, excontratista de la Agencia estadounidense de Seguridad Nacional (NSA) refugiado en Rusia, y entre esos registros aparecen telefonemas realizados en junio de 2012 por directivos del Ministerio de Minas a Ecuador, a la Organización Latinoamericana de Energía y a la embajada de Brasil en Perú.
El escándalo por el espionaje provocó tensiones entre los dos gobiernos y Rousseff exigió explicaciones al país norteño.
Mientras, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo estar muy preocupado por el caso y que funcionarios de su gabinete investigan si esas operaciones se realizaron dentro de los límites permitidos por la ley federal.
Pero el Nuevo Partido Democrático, la principal fuerza de oposición en Canadá, calificó el fisgoneo como un grave error que solo demuestra la falta de ética del gobierno conservador.
Según el periodista estadounidense Glenn Greenwald, en los próximos días saldrán nuevos datos sobre el alcance del espionaje de Ottawa en la esfera económica e industrial de Brasil, así como su estrecha colaboración con la controvertida NSA.
De hecho, el diario británico The Guardian reportó ayer que el CSE se reúne regularmente y en secreto con firmas canadienses del sector minero y energético para actualizarlas sobre supuestas amenazas, las acciones de grupos ecologistas opuestos a sus proyectos y del "espionaje económico y corporativo".
Canadá es uno de los mayores inversores en la minería de Brasil y tiene 55 compañías dedicadas a la explotación, 45 al suministro de equipos y 20 a los servicios relacionados con dicho sector.
El gigante suramericano es el mayor productor mundial de niobio, el segundo de hierro, manganeso, tantalita, y el tercero de bauxita.
Además tiene importantes yacimientos de oro, níquel, magnesio, caolín y estaño.
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