El próximo 25 de enero de 2010 será el 78 aniversario del mayor genocidio de nuestra historia patria, puesto que el 25 de enero de 1932, la etnia nahua acusada de comunista fue pasada por las armas sin piedad alguna.
Al margen de muchos elementos conocidos de injusticias y la ilegalidad de la naciente dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, este acontecimiento no ha sido redimido a favor de la etnia nahua.
Acusados de comunistas para justificar sus asesinatos, miles de pobladores de Izalco, Sonzacate, Nahuizalco y Juayúa fueron ejecutados sumariamente; debe mencionarse que en este último sitio también fueron quemadas las biblias protestantes y mataron a los recién convertidos por ser comunistas.
La estela de muerte no fue denunciada por nadie, ni la Iglesia Católica, ni la inicial iglesia protestante defendieron el quinto mandamiento de la Ley de Dios: No Matarás. Tampoco hubo defensa de las iglesias o los gobiernos de Honduras, ni Guatemala, los únicos que dudaron de aquella barbarie fueron los costarricenses, condición que ahora agradecemos por su valor histórico.
Las verdaderas causas de aquél levantamiento étnico fueron: “fraude electoral, exclusión de sus tierras comunales (hasta 1879, un cuarto de tierra de El Salvador era de las comunidades indígenas), depresión económica”, y del lado gubernamental un Golpe de Estado que rompió el orden institucional y democrático entre el 2 y 4 de diciembre de 1931, así se inicia el mayor invento político del siglo XX en El Salvador, la creación de la confabulación comunista, para justificar la dictadura y tratar de ganar el reconocimiento nacional e internacional.
Hasta la fecha, la etnia es tildada de comunista y a pesar del Acuerdo de Paz de 1992, el himno de un partido político repite: “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”, frase a tomar muy en serio y con preocupación, puesto que así como no se ha condenado oficialmente este genocidio, tampoco se ha eliminado esa frase que evoca tantas injusticias del siglo pasado.
Es oportuno cambiar la historia nacional en temas como 1932, ahora que se pide perdón por tantas situaciones injustas de la reciente guerra civil, también se debe pensar en ese horrendo acontecimiento que significó el mayor etnocidio en el siglo XX en América Latina.
Ahora es tiempo de pensar en una sola Paz para la Patria de Todos, fortalecer la democracia, impulsar la razón, el debate nacional, el recurso de la conciliación por métodos pacíficos bajo una nueva historia nacional. Una nación que reencuentra en el pasado su razón de ser y justifica el presente, para defender su futuro. Caralvá
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viernes, 22 de enero de 2010
También por 1932 se debe pedir perdón
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