Foto: AFP
El
2013 comenzó con una ceremonia de entrega de los premios Goya desviada
de la fiesta de cine que acostumbra ser. Los monólogos y discursos de
agradecimiento iban cargados de dardos hacia el ministro de cultura,
José Ignacio Wert, por el aumento de los impuestos y los recortes al
sector cultural. La presentadora de la gala comparó los más de cien
millones de euros que recaudó el cine español en el 2012, con el dinero
aportado a la banca, o los recortes en sanidad o educación.
El
aumento del impuesto del 8 % al 21 % fue catalogado por muchos como la
imposición de la razón del Estado sobre el estado de la razón. Así lo
manifestó el propio presidente de la Academia de Cine español, Enrique
González Macho. Para él, esto no hacía más que evidenciar el papel
secundario que tiene la cultura al lado de la política.
Fuera
de España, no son pocos los artistas que iluminan otros escenarios y
observan con reticencia lo que sucede en casa. Una de ellas es la
bailarina Tamara Rojo, directora artística del English National Ballet y
en la actualidad una de las mejores exponentes de su arte en el mundo.
En diferentes entrevistas Rojo ha denunciado el poco apoyo que los
diferentes gobiernos españoles han otorgado a las artes.
"En
España, el talento siempre florece a nivel individual, con gente como
Antonio Gades o Sara Baras", declaró Rojo al periódico The Times
a mediados de este año. “Lamentablemente nunca ha habido esta cultura
en España, no hay una infraestructura clara para asignar los contratos,
lo que implica un nivel de corrupción y que los acuerdos dependan de las
amistades más que del mérito”. La bailarina no oculta su malestar por
la "estrechez de miras" de los gobernantes por ni siquiera apreciar las
artes como una manera de atraer dinero. “Aunque no te interese el
ballet, desde un punto de vista cínico se puede ver que las artes
traerán turismo u otras formas de negocio”, opina.
Además,
se refirió a la filantropía como motor de las Artes desde el
Renacimiento. “En España, las proclamaciones oficiales del talento
patrio son redundantes. El arte, el cine, la danza, el teatro, la
arquitectura o el diseño gráfico son un hervidero de creatividad y de
generación de riqueza con españoles a la cabeza dentro y fuera de
nuestro país. En España, el problema está en las estructuras. Y en una
gestión cultural obsoleta cuyo rasgo principal es la confusión del
ámbito de la política con el de una gestión profesional y libre de la
cultura, siempre en detrimento de esto último.
Pero
en la nación ibérica, cuando ya casi el año ha llegado a su fin, los
primeros cálculos económicos del cine apuntan que las salas recaudarán
114,20 millones de euros menos que en el 2012.
En
teatro, la asistencia de público ha bajado por culpa principalmente de
la subida del IVA hasta el 21%. En la danza, en 2012 el bajón llegó
hasta el 43,41% en su número de representaciones . Las ventas en libros
habrán caído al final del 2013 por sexto año consecutivo, acumulando un
38%, de cumplirse los pronósticos de un 10% menos en estos últimos doce
meses. El 68 % de quienes leen en formato digital lo hacen con descargas
ilegales.
Según datos del diario El País,
solo el 63% de los españoles dice leer al menos un libro al año,
mientras la media europea es del 71 %. Durante 2012 se celebraron
116.446 conciertos en España, un 4,3 % menos que en 2011, con veintiseis
millones de espectadores y una recaudación de 171,7 millones de euros.
Desde hace una década las ventas de discos han bajado un 77, 5 %.
A
la vista salta el error de concepto de quienes manejan las riendas del
país. Y es que un libro, un cuadro, un ballet, tienen, sin duda, una
parte rentable. Su elaboración sigue una cadena que, con suerte, termina
en alguien que invierte recursos en ello. Pero es nada, si se compara
con los beneficios que no se palpan.
Tal
y como refiere el periodista español Juan José Millás, ir al cine,
escuchar a Beethoven, leer a Dostoievski o visitar el Museo del Prado no
son formas de consumo. Son formas de vida. Así que se debería denunciar
al gobierno por recortar las formas de vida actualmente existentes. “El
tipo verdaderamente peligroso es el que un sábado por la tarde se queda
en casa leyendo. Quien domina las palabras tiene más capacidad de
destrucción que un experto en explosivos. Si los lectores alcanzaran el
tamaño que los sociólogos denominan masa crítica, acabarían generando un
discurso que, colocado en el sitio adecuado, haría, al explotar, más
daño que la Goma 2”.
Pero
para evitarlo el gobierno se ha pertrechado de normativas y tramita ya
en las Cortes Generales su ley de “seguridad ciudadana”, también
conocida como ley mordaza, que anticipa un complicado escenario para
quienes velan por el respeto a la libertad de expresión. Mientras, el
proyecto del Ministerio del Interior va tomando fuerza. Se busca la
forma más efectiva para acallar a la masa, ya sea a través de altísimas
multas o de camiones equipados para lanzar chorros de agua y disolver
manifestaciones, por un valor de casi medio millón de euros el ejemplar.
Antes
tales circunstancias, España parece lejos aún de encumbrar a dirigentes
que asuman que la cultura y la educación no constituyen un gasto sino
una inversión. Cuando se destinan recursos a promover la lectura, la
danza, el cine, se beneficia la sociedad toda. Es una cadena que
comienza en el individuo y no debería terminar.
an/sk
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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