Siete
días de eventos dedicados al arte escénico más genuinamente español.
Una semana durante la cual el público de la segunda ciudad de Rusia ha
tenido la oportunidad de ver los reflejos de varias de sus facetas
ejecutadas con la mejor calidad posible.
La
sala de conciertos de la estación de Finlandia ha estado casi llena
durante los tres espectáculos que se han celebrado del 3 al 5 de este
mes. Una excelente asistencia y más si se compara con la triste
situación que vive la industria del flamenco en España. La conferencia
“Flamenco, herencia gitana” del periodista Manuel Moraga y los
documentales Tan cerca, tan lejos. Orquesta Chekara y el flamenco de Pepe Zapata y El fabuloso Sabicas de
Pablo Calatayud, sobre el pasado y las raíces de este arte han estado
orientados a formar el gusto por el flamenco arte desde la perspectiva
del rigor. La semana del festival se ha visto rematada con tres días de
clases magistrales de Patricia Guerrero y Manuel Liñán, que mostrado los
secretos de su depurada técnica a los aficionados al baile de San
Petersburgo.
El
primer concierto ofrecido por la Compañía de Andrés Marín dejó huella
en un público ávido de aires flamencos. El genial bailaor sevillano,
junto con Israel Galván, es uno de los principales innovadores del
baile. La renovación es siempre una actividad compleja y arriesgada en
la que ambos salen airosos sin perder las raíces ni el gusto por el buen
flamenco. El espectáculo Mi Baile hizo desfilar sobre el
escenario todo su mundo interior, todas sus dudas y tribulaciones,
echando mano de su pasado para exorcizarse de sus demonios. En este
sentido, este espectáculo recapituló sus anteriores coreografías, que
son las que lo han ido conformando y definiendo como bailaor. Se vio a
un Andrés Marín en estado puro, con delicadeza y expresividad, un show vivo, en continuo movimiento y evolución, encarnando lo que puede ser el futuro del baile flamenco.
Tras
la actuación, en su dialogo con los asistentes, Andrés explicó la
esencia de su baile “Mi forma de bailar no tiene nada que ver con el
baile contemporáneo aunque pudiera parecerlo. Simplemente me limito a
estudiar la expresión del hombre sin la censura de ningún estilo
determinado. Utilizo la libertad de movimientos, el gesto del cuerpo
inherente a todos nosotros. El flamenco es una música, una energía, una
sensibilidad y una razón de ser. Bailar no se reduce a repetir una serie
de pasos establecidos, sino que viene expresado por las vivencias y el
carácter que le imprime quién lo practica”.
Al
día siguiente en la escena de la sala de la Estación de Finlandia se
presentaron los tres galardonados del premio Giraldillo, una de las
máximas distinciones honorífica en el mundo del flamenco, concedidos
durante la última XVII Bienal del Flamenco de Sevilla en 2012. El
cantaor, José Valencia, el guitarrista, Dani de Morón y la bailaora,
Patricia Guerrero ofrecieron una actuación única especialmente creada
para el festival peterburgués. Juntos por primera vez en un escenario
desgranaron lo mejor de su arte en una serie de cuadros de pureza
flamenca protagonizados por la guitarra, el baile y el cante ni más
necesidad de apoyos escénicos.
El
cantaor José Valencia respondía a las preguntas del público ruso sobre
la posibilidad de entender y practicar el flamenco para un extranjero
“Por supuesto que se puede conocer, entender y vivir desde afuera y esa
una de las principales labores didácticas y de difusión que tenemos los
profesionales. Interpretar el flamenco a nivel aficionado es
perfectamente posible, incluso a nivel profesional puesto que ya hay
casos de artistas japoneses y mejicanos, pero ahí ya entran en juego
muchos factores como el talento, un profundo conocimiento de la cultura
española o la capacidad de interiorizar la música y saber expresar el
mundo de cada uno, que no tiene el porqué ser español”.
Finalmente, Manuel Liñán y su gente presentaron Sinergia basada
en sus vivencias en su Granada natal, en esas emociones que llenan su
vida interior, emociones provocadas y potenciadas por su interacción con
el mundo, con el amor, el dolor, con la gente. El bailaor, coreógrafo y
reciente ganador del Premio Max de danza hizo gala de un baile
esplendoroso plagado de detalles técnicos y momentos íntimos. El baile
“de atrás”, la percusión de los nudillos en la suela o el baile con una
silla, recursos innovadores para enamorar y para lograr fundirse con el
público.
“Yo
he trabajado en tablaos que cuentan con un espacio reducido y unas
condiciones muy rudimentarias para el baile. En teatros como este el
flamenco adquiere otra dimensión y los artistas procuramos cuidarlo,
alimentarlo con las cualidades que aportan estos entornos: un espacio
escénico amplio donde desenvolverse, la posibilidad de enriquecer el
baile con escenografías y una iluminación más matizada y profesional. Es
evidente que a la hora de mostrar un producto de calidad a un público
como el ruso esto es fundamental”, apuntaba en la rueda de prensa el
bailaor granadino.
San
Petersburgo es ya la segunda plaza fuerte de la gente del flamenco en
Rusia. Ha sido una llegada estudiada y pensada para gustar. Racional y
didáctica, pero, sobre todo, basada en la calidad.
jg/sk/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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