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Posted: 27 Sep 2013 06:30 AM PDT
Quezaltepeque es la cuna de mi familia.
Allí nacieron mis padres a principios del siglo pasado. Mi padre se
llamaba Antonio y era un artesano de la madera, mi madre se llamaba
Dolores y era ama de casa, aunque también vendía comida en el mercado.
Tuvieron doce hijos, de los cuales yo soy el noveno. Para mí la familia
es ese lugar, no necesariamente físico, al que siempre podemos regresar y
sentirnos a gusto.
Imagino el dolor que mis padres sintieron
por la muerte de tres de mis hermanos al nacer, así que a ellos no los
pude conocer. A pesar de haber sido una familia muy numerosa éramos muy
unidos. Conservo perfectamente recuerdos del buen trato entre mis
hermanos y hermanas. Alfonso, Raúl, Gilberto, Rafael, José, Blanca,
Angelita y Dolores, todos ellos, siempre fueron para mí una inspiración.
Angelita y Blanca sembraron en mí el amor al magisterio, pues ellas
también eran maestras. Alfonso y mis hermanos mayores trabajaron duro
junto a mis padres para que los menores pudiéramos estudiar. Les estaré
eternamente agradecido.
Debo decir que me siento muy orgulloso de
mi familia. Mis padres siempre fueron responsables y laboriosos. Así que
no nos faltó lo básico: el alimento de cada día, nuestra ropa y un
techo seguro.
Mi papá tenía su taller de carpintería en
la casa, en una habitación que al final del día limpiábamos y se
convertía en la sala. Mis hermanos mayores a temprana edad aprendieron
el oficio. Ellos y mi padre se volvieron muy reconocidos por la gente de
los alrededores por sus buenos trabajos. Siempre he pensado que yo debí
ser carpintero como ellos, y no lo fui precisamente porque ellos
procuraron que mis hermanos, los menores, y yo nos mantuviéramos
estudiando.
Mi madre tenía una venta de comida en el
mercado del pueblo. Ella se levantaba muy temprano para llevar los
productos y utensilios al negocio, y nosotros, al escuchar sus
movimientos por la casa, abandonábamos la cama para ayudarle a trasladar
todo. Luego regresábamos a casa a prepararnos para ir a la escuela. Así
que mi niñez y juventud no estuvo relacionada sólo al ambiente hogareño
sino también a ese escenario tan tradicional y único que son los
mercados, pues sólo ahí podía pasar tiempo con mi madre.
En el trabajo, precisamente, fue donde mis
padres nos enseñaron muchos valores como el respeto, la bondad y la
dignidad, pues muchas veces les vi ayudar a los demás sin esperar nada a
cambio. De ellos aprendí que debo ser responsable en todo lo que hago.
Mis hermanos me han demostrado que aparte de ser familia también podemos ser amigos. A pesar del tiempo y la distancia siempre puedo contar con ellos. Sus palabras siempre me han devuelto la calma en los momentos difíciles.
Lamentablemente todo lo bueno que la vida nos da, también nos lo
quita. Mi padre murió a los 81 años y mi madre a los 72. Cada vez que
voy a Quezaltepeque mi mente se va volando a aquellos años cuando yo era
niño y caminaba por aquellas calles junto a mis padres, viniendo del
mercado o de la iglesia. Sus consejos vienen a mí a cada momento y he
tratado de transmitirlos a mis hijos y a mis nietos. Una de las
satisfacciones más grandes que puedo llegar a tener en la vida es
acercarme un poco a lo buenos padres que ellos fueron.Mis hermanos me han demostrado que aparte de ser familia también podemos ser amigos. A pesar del tiempo y la distancia siempre puedo contar con ellos. Sus palabras siempre me han devuelto la calma en los momentos difíciles.
Alfonso, Blanca y Rafael murieron en la
década de los 80’s. Y el año pasado vi partir a mi hermano Raúl. Extraño
visitar a Raúl en su casa, sentarnos en el patio y conversar. Angelita,
Loly y Gilberto viven en Canadá. Sólo José y yo vivimos en el país. Así
que cuando nuestros hermanos vienen de visita procuramos reunirnos.
Ahora la familia es mucho más grande, hay hijos y nietos y todos quieren
hablar. Así que en prolongados almuerzos vamos poniéndonos al tanto de
lo que cada uno está viviendo, recordando aquellos años de infancia y
juventud.
Sólo se vive una vez, por eso debemos
valorar lo que tenemos. Veamos a nuestro alrededor y demos gracias a
Dios por la vida y la familia. Envío un fuerte abrazo a mis hermanas y
hermanos. Espero verles pronto.
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