Foto: que.es
El
rey de España abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital
privado Quirón de Madrid tras su cuarta intervención quirúrgica en un
año, pero tendrá que ser intervenido de nuevo dentro de otros dos meses.
Esa noticia causó esta semana tanto un respiro entre los partidarios de
la monarquía, como numerosos comentarios mordaces en los medios de la
comunicación que se preguntan hasta cuándo aguantaría en el trono el
monarca últimamente perseguido por interminables enfermedades.
Hasta
que el rey no se recupere de esta intervención ─un periodo que podría
durar al menos catorce semanas─ su agenda oficial no trascenderá los
límites del palacio de la Zarzuela. No habrá actos oficiales que le
obliguen a pasar mucho tiempo de pie ni viajes en coche o avión.
Semejante situación que aparta una vez más al jefe de Estado español de
sus deberes cotidianos anima a las voces más radicales a exigir que el
Parlamento regule el papel del heredero a la Corona.
La
Constitución española aprobada en 1978 se fundamenta en un sistema de
sucesión hereditaria sobre el principio monárquico de que "el rey nunca
muere". Pero hasta el momento no se han elaborado leyes claras sobre la
sucesión al trono, hasta el punto de que el propio Parlamento tendría
que improvisar los pasos a dar en el caso de que el rey quedara
incapacitado para ejercer sus funciones. Lo único que prevé la
Constitución es que en el caso de que Las Cortes considere que el rey
queda inhabilitado para ejercer su autoridad, entraría inmediatamente a
ejercer la regencia el príncipe de Asturias. Ningún documento aclara
tampoco los efectos de la abdicación.
De
hecho, ese aparente vacío legal preocupa al presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, y al líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba,
dispuestos a impedir que las exigencias políticas sobre el
funcionamiento de la Casa Real que desde hace meses defienden varios
diputados del Parlamento, abran un debate descontrolado sobre la Corona.
No es de extrañar, dado que España se encuentra en un momento en el que
la crisis económica ha afectado a un importante sector de la población,
que la monarquía como institución esté viviendo uno de sus peores
momentos a los que se suman numerosas noticias sobre corrupción y la
amenaza de una Cataluña independiente.
El
presidente del Gobierno español ha dejado claro que no es partidario de
regular el papel del heredero a la Corona, porque "no hay ninguna razón
para ello". En cambio, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación,
José Manuel García-Margallo, considera que "es una buena iniciativa" y
asegura que no hay "ninguna dificultad" para que el Partido Popular y
los socialistas lleguen a un acuerdo sobre este asunto.
Las
últimas encuestas reflejan que el rey es el miembro menos popular de la
familia real. Un sondeo realizado por el diario nacional El Mundo
muestra que solo un 50,1 % valora de manera positiva el reinado de Juan
Carlos, unos datos que han disminuido considerablemente desde el 2011,
cuando la misma encuesta daba al rey un 76 %. Esa notable caída de la
popularidad del monarca ha dividido a la sociedad española. Un 45 % de
los encuestados por El Mundo
está a favor de la abdicación del monarca y de su sustitución por el
príncipe Felipe, mientras que un 40 % prefiere que siga reinando
"mientras esté en condiciones".
"En
el último año y medio todo lo que rodea a Juan Carlos y a su familia va
cuesta abajo y sin frenos. Trapos sucios de su vida privada expuestos a
la luz en programas televisivos, miembros de la familia haciendo el
paseíllo en los juzgados por asuntos de corrupción, una hija huyendo a
Suiza…”.
El periodista español Juan Tortosa, del diario Público,
opina que “el rey ha dedicado cuarenta años de su vida a romper puentes
con su predecesor, que fue jefe de Estado hasta el último día de su
vida. Estoy seguro que no va a querer parecérsele ni en eso”, añade.
radio/lj/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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