Posted: 28 Aug 2013 06:30 AM PDT
Yo procedo del territorio autóctono, Quezaltepeque, que en idioma náhuat, quiere decir “Cerro de los Quetzales”. Ese fue el escenario donde entré en contacto, desde niño, con la viva expresión de nuestras etnias.
Habrá quién dirá que el número de hombres y mujeres nativos de nuestro país es pequeño. Sin embargo, las etnias salvadoreñas, disminuidas por las prácticas coloniales y neocoloniales y la represión desatada en 1932, representan la piedra angular de nuestra identidad y la fuerza de nuestro pueblo, son los hombres y las mujeres que tienen el conocimiento tradicional del territorio, sus recursos y las potencialidades para que hagamos un país más hermoso y sustentable.
Sabemos que en nuestro país hubo rebeliones indígenas; pero fue en Santiago Nonualco donde tuvo lugar el principal alzamiento liderado por Anastasio Aquino. Por eso digo que somos los herederos y herederas del espíritu resistente. En el rostro indígena se contempla el pasado y el presente de nuestra nación, y en el que además, advertimos, esperanzados, el bello futuro que divisamos para El Salvador.
Estoy convencido de que el rescate cultural, lingüístico y artístico debe atender las justas reivindicaciones de nuestros pueblos. Y en esto, la tierra representa uno de los bastiones más determinantes para el desarrollo de los pueblos originarios.
Quiero referirme, por mi formación y experiencia, a dos aspectos sensibles de lo que he enunciado con anterioridad: la educación y la cultura. Una educación que considere las características propias de las distintas etnias del territorio nacional, donde no exista imposición de modelos pedagógicos prefabricados, sino construcción de nuevos enfoques didácticos y metodológicos que garanticen el respeto a la cosmovisión de los pueblos originarios, buscando superar la discriminación histórica de la que han sido objeto.
Yo quiero que juntos revaloricemos todas las formas de expresión cultural porque son factores claves que nos definen, y que – en el caso de las artesanías, la música, el conocimiento y otras expresiones– se vuelven medios de desarrollo social y económico.
En reconocimiento a esos valores que los pueblos originarios dan a nuestra identidad y pluralidad, es que los ubico, no sólo como referencia importante de nuestra historia cultural, sino como hacedores de nuestro presente y futuro. Y bajo esa premisa, todos los sectores de la sociedad debemos caminar juntos para garantizar un mejor futuro para El Salvador.
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