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Lo cierto es que los antiguos soviéticos no perdonarán jamás al citado personaje por acabar con el estado social más desarrollado del mundo, además de potencia militar, cultural y económica, para dar pie a la reinstauración de un zarismo todavía más salvaje, la dictadura del capital.
Gorbachov, odiado en casa y agasajado por sus amigos imperialistas |
Al político al que se responsabiliza en el país de la desintegración de la URSS le sigue en desprestigio el primer presidente de la Rusia postsoviética, el borracho y mercenario Boris Yeltsin, del que tienen un mal concepto el 64 por ciento de los rusos. Recordemos que Yeltsin fue este el que llevo a efecto el desastre iniciado por Mijail Gorbachov, y que llevaría a efecto a pesar de un referéndum en el que la mayoría rotunda de los soviéticos votaría por la continuidad de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, su final.
En el polo contrario, la mitad de los rusos valoran de forma positiva al gran Iosif Stalin, lo que le convierte en el segundo caudillo mejor valorado del siglo XX después de Leonid Brezhnev, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1964 y 1982.
Se trata de una nueva muestra de que los antiguos soviéticos, independientemente de su nacionalidad, lamentan enormemente que hace 22 años se acabara lo que era para ellos, hoy más que nunca, tras la experiencia de dos décadas de infierno capitalista, un paraíso, en el cual los trabajadores tenían todo lo que realmente necesitaban y la economía se dirigía al bienestar común y no al beneficio del grupo de criminales mafiosos que se apropiaron después de 1991 de los medios de producción y, por lo tanto, de la enorme riqueza que antes pertenecía a los trabajadores y campesinos de todas las repúblicas soviéticas.
22 años después, Gorbachov sigue disfrutando de los beneficios económicos y privilegios que sus amigos le otorgaron a cambio de acabar con aquella pesadilla que era para los parásitos y mafiosos de todo el mundo la Union Soviética, mientras los antiguos trabajadores sovieticos han sido condenados a todo aquello que hasta 1991 era considerado por ellos como ciencia ficción: pobreza, desempleo, miles de ciudadanos huidos del pais para poder comer, falta de asistencia sanitaria, privatización y perdida de calidad de la enseñanza, analfabetismo, y expulsión total de las tomas de decisión económica y política.
Probablemente, por todo ello, millones de exciudadanos sovieticos sueñan cada noche con una guillotina en la Plaza Roja para las cabezas de estos criminales que destruyeron todos los logros alcanzados por la clase trabajadora durante la existencia de la URSS y que viven hoy con lujos y privilegios obtenidos a través del saqueo y el robo del esfuerzo y el trabajo de la clase obrera.
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