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por Desde Cuba - René Díaz
Miércoles, 26 de Junio de 2013 18:56
Con el lobo frente a la puerta y la ignorancia de cualquier idea que
no sean las expuestas por Fidel y Raúl, gente progresista y honesta
dudan de mucho. Pero la izquierda culta, consciente y firme no debe
dudar.
La
ebullición de la nueva izquierda cubana es notable, sus aportes también.
Obviamente está doblemente negada. Pobre, sin recursos, dispersa,
entrampada entre el propósito del gobierno de no permitir se visualice
que existe, desde posiciones profundamente patrióticas, emancipadoras y
progresistas, una propuesta de país diferente a la de ellos… y
entrampada en el propósito del enemigo, de tampoco permitir se
identifique otra solución que no sea la de sus amigos internos y sus
blogueros viajantes.
El principal problema de la izquierda
cubana es que se ve obligada a combatir en dos frentes a la vez, actúa
en un ambiente de mucha confusión teórica y absolutamente autoritario,
donde la acumulación de fuerzas es muy difícil y el que enfrenta
internamente más que a una revolución agotada, a un mito, el cual la
mayoría de nosotros cultivó en el corazón con esmero.
Con el lobo frente a la puerta y la
ignorancia de cualquier idea que no sea las expuestas por Fidel y Raúl,
gente progresista y honesta dudan de mucho. Hay ya claridad de que no se puede continuar como estamos, pero hay escepticismo en las alternativas.
Dado el escaso tiempo que le queda a la
dirección histórica esta no está actuando a partir de consideraciones
morales o idealista, sino de puro pragmatismo. Por tanto es evidente que
si la izquierda desea jugar un papel más allá de ampliar las opciones
de conocimiento, tiene que pasar a algún tipo de acción concreta. En su
estado de desarrollo eso conlleva afirmar caminos de solidaridad,
proponerse objetivos tácticos comunes y evaluar las políticas de
alianzas sin perder su identidad, como ya están haciendo algunos,
corriendo riesgos de incomprensión.
En función de contribuir a ello,
exponemos tres opiniones de compañeros comprometidos con las luchas de
la izquierda cubana que no pueden ser ignorados porque tocan aspectos
medulares del momento presente.
Para reflexión, ahí les dejo.
El compañero Pedro Campos apunta…Desde
la izquierda socialista hemos tratado de hacer nuestro aporte. Hemos
llamado a un debate leal y democrático, por las vías posibles y también
“en la forma, lugar y momento correctos”, como tanto defienden el actual
gobierno y sus partidarios. Se nos ha respondido una y otra vez con
portazos en la cara.
En nuestro país, la consigna tácita
de la propaganda oficial sigue siendo: “con la revolución o contra la
revolución”, identificando la revolución, con la dirección del
gobierno/partido; “con Cuba o con el imperialismo norteamericano”,
identificando a Cuba con la dirección del gobierno/partido. Dos
disparates que no dejan salida: o se está con el modelo fracasado (hasta
la debacle), o se es cómplice del imperialismo.
Pero para los socialistas democráticos cubanos el asunto está claro: ni una, ni la otra.
La intolerancia a los cambios
del modelo sustentado en el partido único y su control absoluto sobre
casi toda la propiedad, sobre el sistema jurídico, sobre las fuerzas
armadas, de seguridad y orden interior, sobre el sistema de
organizaciones políticas paragubernamentales y sobre todos los medios de
divulgación, hace prácticamente imposible una verdadera discusión para una renovación socialista en nuestro país.
La incapacidad del “socialismo de estado” para auto-renovarse se está demostrando también en Cuba.
En Cuba, el
viejo y fracasado modelo de socialismo de estado tampoco da señales de
estar dispuesto a una verdadera renovación y más bien como en China, sus
tradicionales defensores aspiran a desde posiciones autoritarias
“desarrollar la economía del país a partir de una restauración
capitalista controlada por el Partido”.
De esta forma se estaría buscando
crear las condiciones para que, una vez desaparecida la “dirección
histórica”, se pueda transitar a un capitalismo autocrático, tipo ruso,
donde la democracia liberal y los derechos ciudadanos se vean acotados
por la hegemonía de un partido nacionalista y sus élites aliadas, con la
complacencia de las trasnacionales y demás potencias imperialistas.
Terminan demandando… hay que poner en primer plano la democratización del país.
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