LOS
MUERTOS.
Te escribo solamente para exponerte una preocupación y quiero
que me digas donde denunciar a estos cabrones.
Pues fijate que en la acera de mi casa aquí en Ateolandia Libertad tienen como tres siglos de jugar chucho
y póker de choto lo cual es hasta de admirar la forma sana como se divierten y
la asistencia diaria exacta en número y minutos. Lo que pasa en que no me daba
cuenta que ahí se rifan la vida de la gente.
Un día de éstos estaba en la ventana de mi casa
y el Perico dijo: Quién se va a morir ahora en la noche,
bueno dijeron, el mejor juego manda.
A Bonilla le llegó
póker y dijo: Voto por mi papa, porque nunca sirvió de nada y cabalito,
en la noche el anciano había estirado las de batir lodo y todavía dijo
el cabon del hijo, al hombre no le gustaba pagar impuestos.
Fijate, ayer en la mañana iban a enterrar a don Mauricio, el
brujo, lo habían velado siete días esperando que reviviera y cuando lo llevaban
le iban cantando, Te Vas Ángel Mío; cuando
pasaba por la esquina dijeron: Qué santo iba a ser ese viejo hijo de gran
puta! aquí los únicos santos son los hijos de niña Lucila Santos quien pasó a vergamontes toda la vida y sus hijos heredaron esa gran
lotería.
Barrio maldito, Ponciano, fijate hace unas dos semanas, don
Chente cuchero murió enviagrado encima de una coreana, es decir de a cora, por ello la viuda ordenó que inmediatamente lo caparan, quemaran y que
no doblaran y que por si obra del diablo revivía, que se lo doblaran de
un par de vergazos.
Una noche antes de que muriera la vecina de enfrente, la
habían condenado: escalería en flor, dijo Girón y antes de irme
a acostar, las campanas ya estaban
doblando.
Tírenme las cartas dijo Juan Caballo. Pobrecito, sacó sólo basura, más tarde al papa lo habia
matado un mula de un solo cachimbazo.
|
La vida es un juego, dijo Calixto, pico de novillo, quien que no la sabe jugar pierde. Jugámela bien, Bonilla, prosiguió.
En ese momento pasaban Dañino y Bullanga, dos nonagésimos más alentados que
los jugadores y ellos qué, Bonilla? a esos ya los pokeamos como un millón de
veces, lo que pasa es que ellos han quedado para contar el cuento.
Juguemos a Fidelino Poca Luz, continuaron, ya huele a ciprés, dijeron.
Jhonny Billmaker
Dueño de la Acera
No hay comentarios:
Publicar un comentario