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jueves, 21 de febrero de 2013

Las autoridades ponen en la mira la bebida reina de los salvadoreños: la gaseosa



En la lista de los 50 alimentos en los que más dinero gastan los salvadoreños, el único que no existe en la naturaleza y que logró colarse es la bebida gaseosa. Superada por la leche en términos de gasto por hogar, debido a su bajo precio la gaseosa es, en términos de volumen, la bebida número uno de los salvadoreños. La consumen por igual pobres y no pobres y debido a que su ingesta excesiva es un atentado a la salud pública, las autoridades planean la posibilidad de restringir su venta.
Patricia Carías / Fotos: Mauro Arias y José Carlos Reyes
elfaro.net / Publicado el 18 de febrero de 2013
Una alumna del Complejo Educativo Walter Soundy, de Santa Tecla, toma su refrigerio consistente en una Coca Cola y comida chatarra.
Una alumna del Complejo Educativo Walter Soundy, de Santa Tecla, toma su refrigerio consistente en una Coca Cola y comida chatarra.
En la lista de los alimentos en los que más gastaron los salvadoreños en 2011, la posición número 20 la ocupa un líquido al que muchos consideran un enemigo de la salud pública. Es el único producto alimenticio que no existe en la naturaleza que se cuela entre los primeros 50 alimentos en los que gastan los hogares salvadoreños, y aunque lo consumen igual pobres y no pobres, las instituciones vinculadas a la salud nutricional están buscando la manera de regular o restringir su consumo: la gaseosa.
Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2011, en El Salvador 260 mil hogares reportaron consumir gaseosa. Esto significa que 16 de cada 100 familias salvadoreñas destinaron parte de sus ingresos mensuales al consumo de esta bebida artificial.
Solamente de Coca Cola, según el informe anual de la marca para 2011, los salvadoreños consumimos ese año un promedio de 10.8 galones per cápita. Eso equivale a que cada persona -desde los recién nacidos hasta los ancianos centenarios- bebieran el equivalente a más de dos garrafones de esos que contienen 5 galones de agua embotellada, solo que llenos de esa bebida espumosa y negra. Aunque como no todos consumen gaseosa ni solo Coca Cola, ni tampoco la consumen en tanto volumen, hay quienes consumieron mucho más que esos dos garrafones de Coca Cola.
¿Y por qué nos gusta tanto la gaseosa? Este es uno de los puntos que aún no tienen una respuesta indiscutible. Algunos lo relacionan con la publicidad y los mensajes subliminales que llevan a nuestro inconsciente a consumirla. Otros piensan que el gusto viene del nivel de adicción que genera la cafeína, un ingrediente común en las bebidas gaseosas. Y hay otros especialistas -los consumidores- que lo exponen en sus propias palabras: "Me gusta la gaseosa porque es dulce", dice Ariel, de seis años de edad, uno de los alumnos de preparatoria de la Centro Escolar Católico de Panchimalco, al sur de San Salvador.
La lista en la que la gaseosa ocupa la posición 20 está encabezada por el maíz blanco, uno de los granos que se producen en el país que, además, sirve como materia prima para elaborar el alimento que ocupa la segunda posición en la lista: la tortilla. En el tercer puesto también aparece otro grano que se cultiva en el país: los frijoles rojos. El pan francés, que al igual que la tortilla es otro típico acompañante en los platillos salvadoreños, aparece en la cuarta posición. Poco después, en la posición 10, aparece el pan dulce, y el azúcar ocupa la décimo tercera.
La posición privilegiada de la gaseosa, único producto que no existe en la naturaleza como tal -el café soluble aparece entre los primeros alimentos de la lista- y que integra la lista de los primeros 50 alimentos de los salvadoreños -en términos de gasto-, no es un hecho fortuito. Desde hace más de seis años las instituciones encargadas de la salud y la nutrición en el país notaron que la gaseosa era parte fundamental en el patrón de consumo de alimentos. Esto de acuerdo con las cifras que revelan las encuestas cuando preguntan por el gasto en alimento de los hogares salvadoreños.
En el país no se hace una encuesta de consumo de alimentos desde 1988, sin embargo, los expertos explican que la medición del gasto en alimentos de los hogares es igual al “consumo aparente” de alimentos y a través de estos datos es posible establecer el patrón alimentario de los salvadoreños. En 2006, la gaseosa se ubicaba en el séptimo lugar de la lista de consumo de alimentos, por encima de todas las bebidas de la lista, incluyendo la leche entera, y de granos básicos como los frijoles rojos y el arroz. Con el paso del tiempo, las bebidas carbonatadas cedieron algunas posiciones, pero siempre son un invitado privilegiado a la mesa salvadoreña.
Así como en El Salvador, las gaseosas también se han posicionado en la mesa de otros países en Latinoamérica. De acuerdo con el informe de Coca Cola para 2011, los mexicanos son los mayores consumidores per cápita en el subcontinente: bebieron un promedio de 165.5 litros de Coca Cola ese año. En términos de garrafones de agua embotellada, eso significa que en promedio cada mexicano engulló casi 9 de esos garrafones. Chile fue en 2011 el segundo mayor consumidor de Coca Cola, con 104.6 litros per cápita.
Creada en Estados Unidos hace ya 127 años por un farmacéutico de Atlanta, la Coca Cola tiene un alto consumo en ese país, pero no tanto como el de México o el de Chile: 91.6 litros por cabeza en 2011.
En estos países, como en El Salvador, el impacto de las bebidas azucaradas en la salud pública tiene preocupados a muchos. Desde 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó una campaña global para advertir sobre uno de los principales problemas de salud que se deriva del exceso en el consumo de gaseosas: la obesidad. Esto ha llevado a que los países más desarrollados tomen medidas al respecto.
En El Salvador el problema es más grave porque los expertos en salud y nutrición no solo se enfrentan al consumo excesivo de bebidas azucaradas que aportan pocos nutrientes a la dieta, sino a un problema de desnutrición que está ligado a la precaria economía de los hogares. Cada vez existe un número mayor de población en pobreza que está dedicando parte de sus ingresos al consumo de gaseosa y comidas chatarras.
“Si a alguien le da placer tomarse una gaseosa, se la puede tomar y no pasa nada. Lo que sucede es que esa persona debe saber desde ya que esa gaseosa no le va a aportar nutrientes a su organismo”, dice Daysi de Márquez, nutricionista a cargo del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Conasan) institución que nació en 2009 con el fin de velar por la nutrición de los salvadoreños.

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