A mí me contrató
un chele, me dijo que él era el mero
mero del partido, que él tenía orden de los Capos Mayores para
quebrarle la nuca a un puño de
comunistas. Me dieron un carro, una casa, y diferentes tipos de armamentos y es
más, me llevaron a una inmensa casa donde gente que no era de aquí, por la forma
de hablar, me enseñaron los diferente métodos
de tortura.
No había terminado de pensar
cuando ya estaba metido en el gran huevo: "si no cumplís te vamos a
matar hasta el último de tu familia", esa fue la sentencia y vinieron y me inyectaron un montón de
babosadas que nunca supe que eran.
Me llevaron a otra casa donde me
pasaron un video con las caras y direcciones de los que tenía que matar y así comencé
a desaparecer gente de la faz de la capital. Si eran culpables o no, no lo sabía,
para ellos; eran culpables y peligrosos.
La que fue mi mujer me dijo que
te llamara, para que escribieras parte de mi historia. Hay veces y muchas veces
me pregunto por qué me escogieron a mí, si yo sólo en la secta pasaba donde le
había confesado al pastor que yo traficaba con todo y él me había absuelto diciéndome
que entregara parte de mis ganancias para los servicios de Dios.
Uno se duerme en esos lugares y
estoy convencido que es ahí donde se recluta a los que de un día para otro se
convierten en sicarios, ya que en las "Fiestas de Sangre"
como ellos las llaman participan gente
que llegan a la secta y otras que aparecen normalmente en los periódicos.
Horrible! Ese día tenían a un
muchacho como de 18 años y me dijeron que le hiciera el Chanchito o sea
degollarlo en público, el cual aplaudía frenéticamente mientras la sangre del muchacho
cubría el piso. Sudaba, me dijeron que lo partiera en pedacitos con una sierra eléctrica
de las que ocupan en las procesadoras de carne y después que embolsara en pequeñas bolsas los
restos del cipote.
Después me he preguntado si la
carne de la juventud la están vendiendo en los súper mercados
o si es el alimento de los perros de esa maldita gente.
Esto fue después de la guerra,
hasta años recientes cuando me dio el derrame y quedé condenado a esta silla de
ruedas. Mi mujer se dio cuenta de lo que hacía, no podía seguirle ocultando, le
confesé que el día que mataron a nuestra hija me habían vendado los ojos y que
ya muerta y despedazada me preguntaron si la conocía, les dije que no y que yo no
tenía hijos y a continuación me ordenaron que embolsara la carne.
Esta sociedad está enferma,
estamos enfermos, las torturas del Torito y la Estrella es lo más duro e
inhumano que pueda existir. Amarran a un muchacho desnudo en culumbrón y le
meten un hierro caliente, después lo levantan y dicen Torito en barbacoa ante
el aplauso de quienes jamás se puede creer que hagan eso, la Estrella, amarran
a una mujer, por lo general jovencita, la amarran de las piernas a una máquina
que luego inician hasta que la mujer muere abierta, después le meten la cabeza de alguien más que
han asesinado y como siempre, los aplausos de la gente que normalmente son los
mismos hombres y mujeres que a diario salen en las primeras páginas.
He comenzado a pagar lo que nunca
terminaré
ni con la muerte, soy el asesino de mi propia hija, he asesinado decenas de gente , he comprobado que hay un montón
de muertes diarias que no las cometen la maras, estoy tan enfermo como ellos,
con la diferencia que ellos andan de saco y yo en la silla de ruedas.
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