Puchica, me duele esta muerte en lo más profundo. Desde mi adolescencia conocí a Luis en el movimiento revolucionario y sindical. Era un optimista consumado, nunca dejó de reír ni en lo más duro de la historia hondureña. Hoy me cuesta escribir estas letras.
Recuerdo a Luis, junto Carlos H. reyes, Gladiz Lanza, Rosario Rois, Oscar David Avila, Ismael Barahona, Napoleon Acevedo Granado, Sebastian Suazo, Roque Ochoa, Pedro Vicente Elvir, Hector Hernandez, Ayax Irias, Lola Caballero, entre otro grandes del movimiento obrero, fundando el Comité de Unidad Sindical CUS, el que le dio vida a la FUHT y posteriormente a la CUTH. Hoy estructuras claves de la Resistencia nacional.
Luis no es un rebelde de última hora, ni es resistente a partir del golpe de Estado; él nació rebelde y resistiendo; siempre fue un perseguido; un marxista leninista a tiempo completo, un guia espiritual y material de la clase obrera hondureña, constructor de la actual resistencia hondureña. Marchista incansable desde siempre. No hubo en Honduras movimiento social en el que Morel no estuviera presente. Luis es un héroe popular, un héroe de nuestro tiempo.
Fue un luchador antioligárquico, ireverente contra el modo de vida burgués, solidario hasta la muerte, honrado hasta los tuetanos; fue un revolucionario cabal, auténtico.
Luis dijo en una concentracion del FNRP que se sentía feliz por haber visto en vida el despertar y la rebeldía del pueblo, el creciente accionar revolucionario. Y este movimiento de resistencia es una herencia que Luis deja a las nuevas generaciones. El enseñó con el ejemplo a no claudicar, a tener paciencia, pues las luchas de los pueblos, decía, son prolongadas y permannetes.
Luis logró conformar a su alrededor una familia de revolucionarios, una familia entregada a las causas del pueblo. Allí, en las marchas de la resistencia, se le miraba con Doña Gloria, su inseparable esposa, a Nisnoska , Reynieri,sus demás hermanos, nietos, bisnietos, todos ellos coreando consignas, cantando.
Por ello, hoy le digo a doña Gloria, a sus familiares y al pueblo hondureño que Luis Morel no ha muerto, que vivirá para siempre en los corazones de todas los hombres y mujeres que combatimos la injusticia y la exclusión social.
El lunes 28 de junio se cumplió un año del golpe de Estado en Honduras. Contrariamente a las intenciones de sus promotores, el primer gran acontecimiento político de la era Obama hacia América Latina –que en eso ha devenido– creó una situación de efervescencia y radicalización política y social de las masas en el país centroamericano, sin precedente por su magnitud y profundidad. O tal vez sería más acertado decir que en eso desembocó gracias a la fecunda estrategia y táctica construidas por el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Ello permitió crear una gran acumulación política y cultural de energía trasformadora a partir de las singulares condiciones de indignación y rebeldía social provocadas por el brutal derrocamiento del presidente constitucional Manuel Zelaya, que había conseguido ya, pese a su origen oligárquico, ser querido y apreciado por el pueblo en virtud de una sensibilidad y obra sociales que lo diferenciaban ostensiblemente de los gobernantes anteriores. Un amplio y consciente sector del pueblo y la juventud rechaza el actual orden oligárquico y dependiente del imperialismo, del cual Porfirio Lobo no es más que un empleado, como lo demuestra un año de combativa resistencia.
Así que este gobierno ha continuado los rasgos principales del de Micheletti: el desmantelamiento de las conquistas sociales y laborales, el sucesivo empobrecimiento de la gran mayoría de los hondureños, el uso del ejército y la policía para reprimir protestas populares y desplazar a campesinos de sus tierras, el cierre de radios alternativas y comunitarias y otras muchas violaciones a los derechos humanos denunciadas por organismos nacionales e internacionales. Según la cuenta de estas organizaciones, bajo Lobo se han registrado alrededor de 760 casos de agresiones por razones políticas, entre ellas asesinatos de opositores, sindicalistas y nueve periodistas. El actual gobierno tampoco ha hecho nada por investigar, mucho menos por reparar a las víctimas, de las miles de violaciones a los derechos humanos, incluyendo decenas de asesinatos de miembros de la resistencia perpetrados a partir del golpe. Lejos de ello, ha reciclado a conspicuos militares golpistas en importantes cargos de la administración pública. Esto no debiera sorprender a nadie puesto que Lobo fue impuesto en la silla presidencial mediante un amañado y fraudulento proceso electoral organizado y dirigido por los propios autores del golpe de Estado, al que no concurrió el 60 por ciento de los electores, que acataron el llamado al abstencionismo del FNRP.
Mientras tanto, Estados Unidos hace una desaforada campaña por el reconocimiento de Lobo frente a la oposición de todos los gobiernos integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la mayoría de los de América del Sur, incluidos Brasil y Argentina. Así, hace un mes la secretaria de Estado Hillary Clinton instaba a los miembros de la OEA, sin éxito, a dar la bienvenida al retorno de Honduras dentro de la comunidad interamericana
. Y el colmo, a un año exacto del golpe Obama recibía en ceremonia oficial en la Casa Blanca las credenciales del embajador de Tegucigalpa con estas palabras: “Admiro el compromiso del presidente Lobo de promover la reconciliación nacional, la prosperidad y seguridad de todos los hondureños y todo lo que ha hecho hasta el momento demuestra que va encaminado al cumplimiento de esos objetivos. Estados Unidos apoya... la pronta reintegración plena de Honduras a la comunidad internacional y haremos lo que sea necesario… para que esto se logre”.
Si creemos en sus declaraciones de apoyo a Zelaya como único presidente que reconozco
en las semanas posteriores al golpe podríamos suponer que Obama no tuvo que ver con su gestación pero de lo que no cabe duda es que lo hizo suyo, todo suyo, a partir de la artera mediación de Arias instrumentada por la señora Clinton y en consecuencia ha actuado. Lo mínimo que debe exigirse al actual gobierno hondureño como base para considerar su reconocimiento internacional es el regreso incondicional del presidente Manuel Zelaya y los más de 200 exiliados políticos, una de las principales demandas del FNRP.
El regreso de Zelaya sería una gran victoria política. Pero el FPRP ha dejado claro que con o sin su valiosa presencia mantendrá incólume su exigencia de la convocatoria a una Asamblea Constituyente con el objetivo de refundar
el país. Ni más ni menos.
Traducido para Rebelión por Caty R. |
Hace un año, el 28 de junio de 2009, un golpe de Estado militar derrocó al presidente de Honduras, Manuel Zelaya.
Más allá de los pretextos invocados, el golpe de Estado tenía el objetivo de defender los intereses de quienes lo patrocinaron: la oligarquía hondureña y las multinacionales presentes en el país. Esa élite –sobre la que incluso un informe de la Oficina para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, del Departamento de Estado estadounidense, observaba, en marzo de 2007, que «ejercía un control excesivo sobre la economía, el sistema judicial y las instituciones políticas del país»- se sentía amenazada por el programa económico de Zelaya. No era la primera vez que un jefe de Estado hondureño alborotaba a los dominadores al pretender estimular el capital «nacional», desarrollar el consumo interno y aumentar el salario mínimo.
En 1993 Carlos Roberto Reina ganó las elecciones presidenciales apoyado por una fracción de la burguesía, amenazada por la apertura económica del país, y por las capas populares, ya golpeadas por las políticas neoliberales. En su primer año de mandato, Reina se reunió con los dirigentes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) con el fin de presentarles el giro de la política económica de Honduras que proyectaba. Amenazado, a su vez, con tener que arreglárselas sin los créditos que le asignaban dichas instituciones, Reina regresó a la hoja de ruta neoliberal.
Quince años después las cosas habían cambiado. Abandonado por las instituciones financieras internacionales, Honduras consiguió el apoyo político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), a la que se incorporó en agosto de 2008, y la ayuda económica de Venezuela. Cuando llegó al poder, Zelaya se había quejado de que Honduras era tan pobre que «ni siquiera podría construir una carretera sin apelar al Banco Mundial». Desde la firma de un acuerdo con Petrocaribe, Honduras se benefició de financiaciones a bajo interés para sus inversiones en infraestructuras que le permitían gastar su propio dinero en el marco de programas sociales. Dicho acuerdo le garantizaba la entrega de 20.000 barriles de petróleo crudo diarios a precios generosos.
El 3 de enero de 2008, un comunicado de la Asociación Industrial Nacional (ANDI) –que a pesar de su nombre representa los intereses de las empresas extranjeras en Honduras- tomaba nota de ese cambio de época: «ahora se impone la necesidad inevitable de tomar medidas que nadie desea o salir del país». Los intereses de la élite no son negociables. ANDI concluía: «el presidente Zelaya y sus acólitos de los sindicatos obligan a la patronal a defenderse y, sin querer, han despertado al tigre». El 28 de junio de 2009, tras una larga siesta, el tigre saltó.
A esta ruptura en la estrategia de las clases dominantes hondureñas, el presidente estadounidense Barack Obama prometió oponer otra en la política extranjera estadounidense. Hasta entonces, ésta se caracterizaba por su complacencia hacia los golpistas latinoamericanos, como durante el golpe de Estado que derrocó durante unas horas al presidente venezolano Hugo Chávez, en abril de 2002.
Por el contrario, desde el 29 de junio Obama condena a los golpistas: «Pienso que se trataría de un precedente terrible si empezáramos a retroceder a una época donde las transiciones políticas se efectuaban por medio de golpes de Estado más que a través de elecciones democráticas». Pero la actitud posterior de Washington no ha estado a la altura de las declaraciones del nuevo presidente.
El Departamento de Estado se niega a calificar la operación de «golpe de Estado militar», un término que habría «obligado a la administración a poner fin a sus programas de ayuda a Honduras», observa Alex Main, del Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR). El Gobierno estadounidense se conformó con suspender el pago de una pequeña fracción de la ayuda que asigna al país (por un importe de 31 millones de dólares). Hillary Clinton, próxima al «lobbista» Lanny Davis –que rápidamente se puso al servicio de los golpistas hondureños- anunció la reanudación el 4 de marzo de 2010. El mismo día la secretaria de Estado invitó a la Organización de Estados Americanos (OEA) a reconocer al Gobierno de Porfirio Lobo, vencedor, el 29 de noviembre de 2009, de unas elecciones ilegales (puesto que fueron organizadas por un gobierno ilegal), en funciones desde el 27 de enero de 2010. Por otra parte, Hillary Clinton le felicitó por haber «restaurado la democracia» en Honduras.
Situación inverosímil hace sólo una veintena de años, el Gobierno de facto, apoyado por Estados Unidos, nunca ha sido reconocido por la OEA. Regularmente es cuestionado por los países del ALBA. La Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) amenazó con boicotear la Cumbre América Latina, Caribes y Unión Europea de Madrid, en mayo de 2010, si Lobo participaba…
Sin duda la crisis hondureña constituye uno de los episodios del conflicto soterrado que enfrenta a Venezuela con Estados Unidos. Pero aunque Honduras podría prescindir del reconocimiento diplomático de Venezuela, el de Brasil le hace mucha falta.
Hace algunos años Brasilia ratificó las preferencias estadounidenses cuando el derrocamiento del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, en 2004.
Pero en esta ocasión el presidente brasileño, Luis Inacio «Lula» da Silva, consideró que podía enfrentarse a Estados Unidos. Según el periodista uruguayo Raúl Zibechi, en el transcurso de este año se está revelando una amenaza más preocupante para Washington que el Socialismo del siglo XXI del presidente Chávez: la emergencia del coloso económico brasileño y su pretensión de defender sus intereses.
Por ahora la población hondureña prosigue su lucha a pesar de la represión policial y militar. Torturas, desapariciones, toques de queda, cierres de medios de comunicación se han convertido (otra vez) en moneda corriente en Honduras. Las reuniones de más de cuatro personas están prohibidas. El Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Honduras (COFADEH) ha documentado 43 asesinatos políticos.
Fuente: http://www.monde-diplomatique.
Después del golpe de Estado de junio de 2009, sus autores se negaron a toda posibilidad de conducir la solución de la ya convulsionada situación del país por las vías de la racionalidad y de las reglas elementales de la democracia. El rechazo a la cultura del debate y la deliberada apuesta por la violencia desde el Estado constituyen así un golpe más a la dignidad humana y a la cultura democrática universal.
Desde el mismo 28 de junio de 2009 se produjo la reacción unánime de la comunidad internacional, que condenó el golpe de Estado y demandó el retorno al orden democrático; sin embargo, al cumplirse el primer aniversario del golpe de Estado, organismos nacionales e internacionales de derechos humanos continúan dando cuenta que la muerte, la persecución, la represión, el destierro, y cualquier cantidad de violaciones a derechos humanos, siguen concretándose impunemente en Honduras.
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Fuente: http://alainet.org/active/El pasado 28 de junio se cumplió un año del golpe Estado en Honduras encabezado por Roberto Micheletti y los poderes fácticos del país. Y sólo algunos tímidos gestos de denuncia se mantienen entre lo que llamamos comunidad internacional. Por el contario, los movimientos de solidaridad internacional siguen claros con su apoyo a la población y organizaciones locales comprometidas con la causa de la justicia, la resistencia civil. Estos sectores, campesinos y campesinas, maestros y maestras, periodistas, sacerdotes, etc., a lo largo de este año han sufrido asesinatos, desapariciones y amenazas de muerte.
Según denuncian el ‘Grito de los Excluidos’ y ‘La Iniciativa de Acción contra los Agronegocios’, la oligarquía agro-empresarial hondureña es uno de los elementos que se mueven con fuerza tras la trama y mantenimiento de esta situación. El caso que denuncian como más alarmante y significativo es el que se está sucediendo en la zona del Bajo Aguan, en el Departamento de Colon. Desde el mes de febrero de 2010 hasta la fecha, siete personas del MUCA (Movimiento Unificado Campesino del Aguan) han sido asesinados en su lucha por el derecho a la tierra. La última el reciente 20 de junio, Oscar Yovani Ramírez, de 17 años. 2.500 familias campesinas están siendo acosadas después de haber sido beneficiadas con 3.000 hectáreas de tierras que los empresarios de la palma africana, negocio en alza por su aceite para la elaboración de agrocumbustibles, quieren reconquistar.
Como estas dos organizaciones expresan en su manifiesto «las injusticias cometidas en el Bajo Aguan son un reflejo de los intereses voraces de los agro-empresarios que han ostentado el poder económico y político en Honduras a costa de la humillación y la violación de los derechos humanos. Son estos llamados empresarios quienes han consolidado su poder desde el golpe de estado hace un año». Y sin pelos en la lengua los señalan: son unos cuantos amos de empresas locales agroalimentarias y dueños de franquicias internacionales que nos resultan conocidas, como Pizza Hut, Kentucky, Pepsi, Gatorade, Burguer King o Dunkin’ Donuts.
El pueblo hondureño sabe bien de la fraternidad de algunos movimientos sociales, y juntos desenmascaran a quien quiere apropiarse de la naturaleza y explota a los seres humanos para el beneficio de unas cuantas élites. Las suyas.
Fuente: http://www.galiciahoxe.com/5.
Este 28 de junio, el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) sale a la calle para denunciar al golpe de Estado y la continua represión del régimen de facto. Actualmente el Frente lleva a cabo una recolección de más de un 1.200.000 mil firmas para lograr el retorno de Manuel Zelaya a Honduras y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Entrevista realizada para el periódico alemán “Junge Welt”.
Manola Romalo: Señor Presidente, hoy se cumple un año desde que un grupo de grandes empresarios hondureños mandaron a las fuerzas armadas a sacarle a punta de fusil de su casa. ¿Qué significa esto para el futuro de Honduras?
Manuel Zelaya: Ellos ahora tienen más problemas que antes: hicieron tomar conciencia no sólo al pueblo de Honduras, sino también a los pueblos de América de la amenaza que representa la ambición económica para las democracias, con este ataque lograron acelerar el proceso de transformación, al nacer nuevas fuerzas de oposición.
La influencia de las grandes trasnacionales se extiende a la política exterior de los Estados Unidos, la prueba está en que en lo que va de la administración del Presidente Obama, al igual que en el pasado, cayó en el terrible error de apoyar el terrorismo de Estado, con el regreso de los golpes militares, prácticas ya conocidas de la extrema derecha, empeñada en sembrar la barbarie.
Manola Romalo: A pesar de que los golpistas trataban de maquillar en "democráticas" las elecciones presidenciales de noviembre de 2009 - patrocinadas por el Departamento de Estado de EE.UU.- gran parte de la comunidad internacional no ha reconocido la legitimidad del actual Gobierno. ¿Qué transformaciones necesita su país para lograr lo que pide el pueblo?
Manuel Zelaya: He presentado un plan de reconciliación de 6 puntos, que desde luego pasa por el respeto a los Derechos Humanos y el final de la impunidad.
Ese es el camino correcto para revertir el golpe de Estado y regresar al estado de derecho.
Los EEUU y sus aliados criollos, en su posición inflexible y extremista de dejar impune el golpe de Estado en Honduras no apoyan ese plan ni ayudan en nada a la reconciliación del pueblo hondureño.
Contrario a lo que esperábamos, con sus declaraciones el Departamento de Estado ignora el crimen que antes condenaba y habla de “crisis política” y manifiesta públicamente que ignora lo que está a su vista: la inmunidad y los privilegios de que gozan los golpistas en Honduras.
Manola Romalo: En su página Web (1) la Cancillería de Alemania informa que “después del golpe de Estado”, el gobierno federal no empezará nuevos proyectos de ayuda a Honduras, cancelando igualmente los de “consulta gubernamental.” ¿Cuál es la situación socioeconómica del país?
Manuel Zelaya: Los números hablan mejor que las palabras. En tres años logramos los índices de crecimiento del 6,5 y 6,7, los mejores en la historia de Honduras, y la reducción de la pobreza en más del 10% por primera vez en treinta años.
Por el contrario, desde el golpe de Estado a la fecha, el país ha entrado en recesión económica, aumentado la pobreza y el número de pobres, igual que la significativa reducción de la inversión privada y estatal. El daño que ha causado el golpe en el proceso de desarrollo económico por lo menos va tardar diez años en recuperarse.
Manola Romalo: El 28 de junio habrán grandes movilizaciones en todo el país en cuales se discutirán los puntos de la Declaración Soberana. La Resistencia quiere lograr una “refundación de Honduras”. ¿Cuáles son los pasos necesarios?
Manuel Zelaya: Debemos vencer el golpe, la impunidad y el terror. La Asamblea Nacional Constituyente, con participación de todos los sectores, es el legítimo instrumento para reconstruir la democracia, el orden constitucional y el Estado de derecho.
Organización, conciencia y movilización, para fortalecer el FNRP, que es la fuerza social y política en Resistencia contra el golpe, tenemos la responsabilidad de la reconstrucción y el pueblo de retomar las tareas por la transformación del país.
Manola Romalo: Señor Presidente, en el contexto político de Honduras, el pueblo reclama con fervor su retorno ¿ qué planes tiene usted para el futuro?
Manuel Zelaya: El futuro no está muy lejos. Pero hago planes para el presente: lograr vencer los espacios de impunidad con los que pretenden los golpistas encubrir los crímenes contra la democracia y contra la humanidad.
Mi retorno deberá producirse a lo inmediato, no existe pretexto ni justificación que explique la ausencia absoluta de garantías para mi retorno. No es posible que alguien pretenda vernos a las víctimas sometidos a la justicia de nuestros verdugos.
Mi retorno está ligado al retorno del Estado de derecho en honduras, el propio presidente Lobo dice sentirse amenazado y acto seguido dice que el me garantiza mi seguridad.
Evidentemente están usando Honduras como conejillo de indias, como un laboratorio de la violencia, Regresando a las castas militares a reprimir al pueblo e infundir zozobra para mantener control sobre la sociedad.
No les han importado las consecuencias en el proceso de integración regional y la confrontación con los organismos multilaterales que han salido seriamente afectados.
Las pruebas están a la vista, refundaron un régimen de terror y persecución y EE.UU. perdió gran parte de su prestigio en América Latina
Versión en alemán en Junge Welt: https://www.jungewelt.de/
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