Introducción de Mario Espinoza Pino a los “Artículos periodísticos” de Karl Marx
“Karl Marx: un periodista en la Historia”
La historia desconoce los verbos regulares Edward P. Thompson
I
Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles. Ya desde sus primeros artículos en la Rheinische Zeitung [Gaceta Renana] –un diario liberal editado en Colonia– el joven periodista habría de enfrentarse a toda clase de adversidades. Corría el año 1842, y la reciente subida al trono de Federico Guillermo IV, paladín de un agonizante feudalismo europeo, había llegado acompañada de una política tremendamente reaccionaria. El monarca de Prusia iniciaría una suerte de Kulturkampf contra cualquier atisbo de liberalismo o socialismo que pudiera influir en la opinión pública; la práctica preferida por aquel gobierno era la censura cotidiana de los diarios, pero cuando ésta se revelaba insuficiente no dudaba en utilizar métodos más expeditivos, como la supresión por decreto de los libros y publicaciones que resultaban incómodos. Bastaron unas pocas columnas de Marx sobre algunos asuntos polémicos –como la libertad de prensa o la miseria campesina–para que la administración estrechase el cerco sobre el diario renano. El vigoroso estilo del joven periodista, panfletario al tiempo que profundamente analítico, le convertiría inmediatamente en enemigo de aquella sociedad semifeudal y autoritaria. Una sociedad que no le toleraría por mucho tiempo. El Consejo de Ministros, reunido en pleno con el rey, decretaba el 21 de enero de 1843 el cierre del periódico en un plazo máximo de dos meses. El diario era condenando con apenas un año de vida.
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Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles. Ya desde sus primeros artículos en la Rheinische Zeitung [Gaceta Renana] –un diario liberal editado en Colonia– el joven periodista habría de enfrentarse a toda clase de adversidades. Corría el año 1842, y la reciente subida al trono de Federico Guillermo IV, paladín de un agonizante feudalismo europeo, había llegado acompañada de una política tremendamente reaccionaria. El monarca de Prusia iniciaría una suerte de Kulturkampf contra cualquier atisbo de liberalismo o socialismo que pudiera influir en la opinión pública; la práctica preferida por aquel gobierno era la censura cotidiana de los diarios, pero cuando ésta se revelaba insuficiente no dudaba en utilizar métodos más expeditivos, como la supresión por decreto de los libros y publicaciones que resultaban incómodos. Bastaron unas pocas columnas de Marx sobre algunos asuntos polémicos –como la libertad de prensa o la miseria campesina–para que la administración estrechase el cerco sobre el diario renano. El vigoroso estilo del joven periodista, panfletario al tiempo que profundamente analítico, le convertiría inmediatamente en enemigo de aquella sociedad semifeudal y autoritaria. Una sociedad que no le toleraría por mucho tiempo. El Consejo de Ministros, reunido en pleno con el rey, decretaba el 21 de enero de 1843 el cierre del periódico en un plazo máximo de dos meses. El diario era condenando con apenas un año de vida.
Las críticas del filósofo al Estado, su constante denuncia de las
desigualdades sociales y la publicación en el diario de un artículo
contra el despotismo ruso –un escrito que enfurecería al mismísimo zar
Nicolás I–, sentenciaron su primera aventura periodística. Irritado por
una censura cada vez más insoportable, Marx dimitiría como director del
diario antes de que el plazo de supresión llegase a término. Tenía la
esperanza de que su dimisión hiciera recapacitar a la administración
sobre el rotativo, pero la orden del Ministerio era irrevocable. Su
carta de dimisión, breve y directa, sería publicada en una de las
últimas tiradas del periódico. En ella, lejos de ocultar los motivos de
su cese, haría una alusión directa a las causas que le llevaban a
abandonar la gaceta: se retiraba «debido a las presentes condiciones de
censura». Aquélla sería la última querella de la Rheinische Zeitung contra el
gobierno.
Los artículos de Karl Marx para el diario renano –probablemente los más
conocidos y destacados por la crítica– suponen la primera confrontación
del pensador con la realidad política y económica. Y es que no fue la
filosofía la que hizo que aquel joven doctor se interesase por las
cuestiones sociales, sino su temprana actividad periodística. Una labor
que comenzaría a ejercer desde una posición ilustrada y liberal, la de
la burguesía de Renania, y que pronto –conforme Marx tomaba conciencia
de los antagonismos de aquella sociedad– se tornaría en una defensa de
la democracia próxima al socialismo. En cierto sentido, los artículos
escritos por Marx en esta época son un fiel reflejo de la historia de
Prusia. Muestran los primeros efectos del proceso de industrialización
sobre una nación mayoritariamente rural y agraria, señalando los ejes
más conflictivos de aquella incipiente transformación: el
empobrecimiento del campesinado
ante el desarrollo de la industria, la expropiación de los bienes
comunales y su conversión en propiedad privada, las contradicciones
existentes entre una naciente economía capitalista y el régimen de un
Estado arcaico, la carencia de libertades civiles, la falta de
representación popular en unas instituciones que cercenaban cualquier
avance democrático, etc.
Lo cierto es que el periodismo alteraría para siempre el pensamiento de Marx, constituyendo un verdadero baptême de feu para su formación intelectual. Las investigaciones acometidas para escribir sus artículos acerca de los Debates sobre la libertad de prensa o los Debates sobre las leyes del robo de leña –quizá
las piezas periodísticas más brillantes de este período– le
comprometerían con una realidad que estaba más allá de los muros de la
Universidad. Sus antiguas ideas burguesas, influidas tanto por la
ilustración como por el pensamiento de laizquierda hegeliana,
movimiento del que formaría parte durante sus estudios universitarios en
Berlín, pronto serían criticadas por inoperantes. A partir de aquel
momento Marx comprendería claramente dos cosas: que el Estado de Prusia
jamás admitiría reforma política alguna y, sobre todo, que nunca podría
ser la
instancia ética, racional y sustentadora de las libertades civiles que
tanto deseaban sus antiguos colegas hegelianos. La supresión de la Rheinische Zeitung era
la prueba manifiesta de que la opinión pública estaba radicalmente
divorciada de las instituciones, el más claro ejemplo de que no había en
ellas un ápice de soberanía popular o realidad social. En aquel Estado
únicamente había lugar para la burocracia y la arbitrariedad despótica
del monarca.Karl Marx Un periodista de la Historia + Ataque a Sebastopol Desahucio de ciudadanos en Escocia
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