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En
el congreso celebrado en la ciudad francesa de Roissy, dedicado al
cincuentenario del asesinado de John Kennedy, historiadores y
periodistas coincidieron en opinar que Lee Harvey Oswald fue realmente
un asesino solitario, tal como lo demostró la investigación practicada
en 1964.
A
quién no acusaron durante largos años los expertos norteamericanos y
europeos de lo ocurrido en Dallas el 22 de noviembre de 1963. La versión
de la participación de la mafia de Córcega en el asesinato del
presidente norteamericano parece ser bastante original. Pero la versión
fue apuntalada tan solo con las deposiciones de dos “testigos
indirectos”. Y los supuestos participantes de los hechos, que fueron
encontrados por periodistas, negaban su participación en el asesinato
del presidente norteamericano.
El periodista e historiador Vincent Quivy, autor del recientemente publicado libro ¿Quién no mató a John Kennedy?,
investigaba otra versión más verídica del asesinato del presidente
norteamericano, sostenida con documentos oficiales de archivos de la
CIA.
En
1977 la investigadora Mary Ferrell descubrió en uno de esos archivos
una carta de los servicios secretos franceses. En ella se decía que un
exoficial de la Organización Armada Secreta francesa (OAS) estuvo en
Dallas el 22 de noviembre de 1963 y “dieciocho horas después del
asesinato de Kennedy fue expulsado por las autoridades estadounidenses a
Canadá o México.
“En
el documento figuraban varios nombres bajo los que se encubría este
francés: Jean Souètre, Michel Mertz, Michel Roux, dice Vincent Quivy.
Los servicios de inteligencia franceses afirmaban que, de acuerdo con
sus datos, esta persona es sospechosa de deserción y trabaja en la OAS.
Por eso la parte francesa pidió encontrarlo.
La
OAS prácticamente reformada a principios de 1960 estaba compuesta por
elementos ultraderechistas y fanáticos, qué primeramente luchaban contra
la independencia de Argelia de Francia y después servían de
mercenarios, organizando actos terroristas en países de Europa
Occidental. Teniendo en cuenta que la participación de las agrupaciones
de la ultraderecha norteamericana en el asesinato de Kennedy no se
excluía, muchos historiadores de aquellos tiempos, basándose en ese
documento, empezaron a buscar nexos entre los extremistas franceses y
norteamericanos.
En
esta versión creyeron, entre otros, el experto Bernard Finsterwald, que
estudiaba en un mismo grupo con John Kennedy en la Universidad de
Harvard. Como prueba adjuntaba en sus publicaciones la entrevista de un
testigo que “conocía personalmente a Jean Souètre”. El testigo confirmó
que Souètre era el eslabón de enlace entre la OAS y la mafia
norteamericana, que presuntamente en este caso ejercía presión sobre la
CIA.
Los
partidarios de la versión de la conspiración en el asesinato de Kennedy
respaldaban esta versión, más aún que durante su detención a principios
de 1960 por transporte ilegal de drogas entre Europa y EEUU encontraron
en su poder cartas de remitentes que vivieron en Dallas. A propósito,
Souètre a veces se hacía pasar por Michel Mertz. Mertz era un agente del
servicio de espionaje francés, que intentaba penetrar en la OAS y
después se ligó con la narcomafia y desertó.
Pero
ningún experto se preguntaba ¿por qué razón los servicios secretos
franceses mandaron a la CIA cartas de tal contenido? Y es que elementos
de la respuesta estaban en el propio archivo. Conforme a las
suposiciones, el asesino de la OAS fue expulsado a México, adonde en
1964 tenía previsto llegar el presidente de Francia, Charles de Gaulle.
Esto fue motivo de preocupación para los servicios de inteligencia
franceses, que enviaron una carta a la CIA.
Una
pequeña verificación practicada por los servicios secretos
norteamericanos reveló la existencia de Michel Roux, trabajador del
negocio hotelero. Fue el único francés que estuvo en Dallas del 22 de
noviembre. Una verificación más detallada permitió establecer que Roux
llegó como turista, que participó en la guerra de Argelia, pero del lado
de las tropas francesas, y que viajó a Canadá y México en busca de
trabajo. A fines de 1963 Michel Roux regresó a Francia. Los servicios
secretos franceses lo encontraron en el país y después de interrogarlo
lo soltaron. La investigación quedó archivada.
“Cualquier
hecho de ser interpretado de forma incorrecta por falta de información
puede dar lugar a una versión que nada tiene que ver con la verdad,
concluye Vincent Quivy. Precisamente por esta causa en las
investigaciones del asesinato de Kennedy apareció la “pista francesa”.
mj/kg/ll
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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