http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/71139-los-m%C3%A9todos-de-la-inquisici%C3%B3n-espa%C3%B1ola.html
por Jonathan Martínez
Martes, 15 de Octubre de 2013 01:04
La violencia siempre llega uniformada. De madrugada y abriendo paso a
golpe de bocacha, la policía nacional ha arrancado a Luis Goñi de la
plaza Nabarreria para entregarlo a un tribunal político en Madrid y
enterrarlo seis años en el maco.
Su delito es ser joven, ser vasco, y haber cometido la
insolencia del compromiso político frente a un régimen con síntomas de
gangrena que premia la docilidad y aplasta por las armas la rebeldía. Su
delito es haber caído en el calabozo de la incomunicación, haber
conocido la rutina policial de la bolsa en la cabeza, y haber firmado
por la fuerza una inculpación que llevaba meses escrita. Así son los
métodos de la inquisición española, que hoy por la mañana juzga a
cuarenta jóvenes activistas vascos después de haberles robado sus
mejores años en prisión condicional.
Goñi había permanecido escondido durante seis meses, protegido por
cualquiera de esas personas anónimas que respondieron a la orden de
detención ofreciendo sus casas como refugio, hasta que ayer por la tarde
apareció en el corazón de Iruñea para aceptar la protección de un
multitudinario muro humano. Con el aliento de Donostia y Ondarroa aún
reciente, cientos de personas se han sentado a esperar a la policía,
dispuestas una vez más a comerse las hostias gratuitas del brazo armado
del gobierno.
Ese mismo gobierno se jacta hoy de una intervención policial "sin incidentes" porque nuestra lista de heridos no figura en sus ciegas estadísticas. Porque los jóvenes que han llegado hoy con la cabeza sangrante al hospital son esa verdad incómoda que ya no pueden ocultar cuando todo el mundo guarda una cámara en su bolsillo.
Hoy hemos perdido a Goñi pero hemos vuelto a ganar y ni siquiera se dan cuenta. La desobediencia se paga con sangre, pero la dignidad no tiene precio.
Ese mismo gobierno se jacta hoy de una intervención policial "sin incidentes" porque nuestra lista de heridos no figura en sus ciegas estadísticas. Porque los jóvenes que han llegado hoy con la cabeza sangrante al hospital son esa verdad incómoda que ya no pueden ocultar cuando todo el mundo guarda una cámara en su bolsillo.
Hoy hemos perdido a Goñi pero hemos vuelto a ganar y ni siquiera se dan cuenta. La desobediencia se paga con sangre, pero la dignidad no tiene precio.
Alternatiba
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