Tras la escuálida cortina del espectro de la vida de un pueblo que sufre el irrespeto de parte
del enemigo, a quien lo menos que le interesa es el pueblo al que interiormente
sabe que no representa, queda una estela
ámbar encendida de esperanza en la atalaya de la liberación definitiva.
Hay veces me he preguntado si tiene objetivo y validez seguirme desvelando para un
auditorio al cual cargan los falaces con la adusta mentira cotidiana y me
contesto que sí, que es harto necesario.
Necesario porque son muy pocas las plumas honestas de la patria y hay muchas
que tratando de ser honestas temen a la verdad que representa la acuarela
ensangrentada de nuestra patria. Entonces escribo.
Escribo por los que no tienen una pluma que sepa dibujar y
proyectar al mundo la tragedia que a diario nos agobia. Por los que tienen
miedo de decir la verdad y la callan por temor a ser callados para siempre. Por
los que creen estúpidamente que las comunicaciones no tienen un papel
determinante en la vida de los pueblos. Por los que cobran por escribir las más
atorrantes verborreas jeroglíficas seudo periodísticas y se consideran las
Vacas Sagradas de enfermizas metáforas y
símiles anti semánticos. Por los que no han comprendido que nuestras Rojas
Banderas son el Canto Libertario de la Teluria Emancipada.
Escribo y Canto. Para que FARABUNTERRA se encienda de una
vez por todas y no deje siquiera rastros de las cenizas enemigas. Que se las
lleve el viento a aumentar el mutismo del olvido en la atmósfera tóxica de la
podredumbre donde se hunde la psicopatía anti histórica.
Escribo y Canto. Para
los sin tierra haciendo florecer la tierra y grito como siempre: “La tierra no
es de nadie compañer@s, simplemente la tienen secuestrada, volvámosla a las
manos comunales, sólo ellas son dignas de cuidarla”.
Escribo por el grito de los niños de Tenango y Guadalupe,
para que nadie se olvide del Sumpul Sangriento, del Mozote Masacrado por las
huestes asesinas. Por Cutumay y Teguicho, San Francisco y La Azacualpa, por
Cinquera Ametrallada en eternas alboradas de trazadoras incendiarias. por el Calabozo cuyo llanto aun llega
hasta el alma sangrante los cerros.
Escribo por los que nunca tuvieron oportunidad de agarrar un
lápiz. Sólo Cuma, machete y arado y una siembra que nunca cosecharon para sí.
Por los niños de la magia callejera de meterse bolas de fuego y no quemarse las
entrañas. Por la niña que quedó atrapada en las llantas del 4x4 cuyo conductor
no pagó la limpieza de los vidrios.
Escribo y Denuncio los burdeles de la oligocracia llenos de
niñas que aun no han menstruado. Por las madres solteras y las madres casadas
con el hambre cotidiana y el machismo consagrado.
Escribo y Canto a la Vida. Amo el amanecer erosionando fusiles libertarios y amo el anochecer
protector de mis herman@s combatientes a lo largo de la tierra; pero más amo la
florescencia de nuestra Primavera Latinoamericana de libertad definitiva. Como
una bella hembra revienta en rosales infinitos, me poseo de ella y la cuido con
el más grande amor que el alma me
permite.
Escribo para que el hambre no nos haga deshonestos, sino
seres cuya templanza no deja lugar a inflexiones venales, escribo contra la
corrupción, el oportunismo, el trinquete y la zancadilla, contra el híbrido Homus Cuilius presente por todos lados.
Escribo y seguiré escribiendo para gritar mi amor profundo a
la patria y a sus infantes, escribo a mis venerados ancianos, a las manos
callosas con las huellas del machete y el arado, a ellos escribo, a los
verdaderos padres de la patria.
En fin, no soy quien canta. Es el canto de mi pueblo
sojuzgado.
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