Foto: EPA
En
nuestro tiempo este canal de ochenta kilómetros de largo ya no parece
un milagro. No obstante, el centenario de esta especie de puente que une
dos océanos que hasta la fecha desempeña un gran papel en la economía
de todo el mundo, es una efeméride muy memorable. Es más, la humanidad
espera ya el inicio de su reconstrucción. Esta permitirá ensanchar la
vía acuática más corta entre los océanos Atlántico y Pacífico. El
proyecto de su reconstrucción está calculado por siete años y promete
nuevos e iguales bienes a los habitantes a ambos lados de la famosa vía.
Un
día en la Universidad de Santiago de Chile habló ante nosotros, los
estudiantes, uno de los dirigentes del canal. Dijo: “Nosotros, los
panameños, estamos orgullosos del canal, si bien este pertenece no solo a
nuestro país, es un patrimonio de todo el mundo”. También nos informó
que antes de construir el canal, fue hecho un gran trabajo preparatorio:
se taló la selva y se secaron los pantanos en el itinerario del futuro
canal. Esto necesitó titánicos esfuerzos y sacrificios. Tan solo la
fiebre amarilla segó la vida de veinte mil personas.
Según
cálculos preliminares, el futuro ensanchamiento del canal le costará al
país cinco millardos de dólares, pero en ello se piensa lo menos porque
los expertos saben qué ingresos aportará la vía renovada a Panamá y a
todos los que bajo los pabellones de diversos países van a recorrer
estos ochenta kilómetros, trayendo bienes a millones de habitantes de
todos los continentes.
El
pasado del canal permite juzgar sobre ello. En el siglo XX, por el
mismo había transitado casi un millón de buques oceánicos. Si tomamos en
cuenta que hoy día por esta arteria pueden pasar en las veinticuatro
horas, como máximo, cuarenta barcos, la nueva tecnología permitirá
satisfacer los deseos de muchos países. Los financieros computaron ya
que el provecho está a la vista si tomamos en consideración la
larguísima ruta alternativa alrededor de América del Sur: doce mil
kilómetros. Y cabe decir que los primeros barcos recorrieron la vía más
corta entre ambos océanos ya a mediados de agosto de 1914, aun cuando
los franceses habían comenzado a construirla un tercio de siglo antes,
pero cometieron muchos errores técnicos. De modo que la obra fue
consumada por especialistas militares norteamericanos.
Al
entrar en el canal incluso el capitán más experimentado, debido a las
dificultades de la ruta, cede su lugar al piloto experto local; el
número de estos llega a doscientas personas. A propósito, la conducción
de un buque dura de 8 a 10 horas al subir a una altura de casi
veintiséis metros en cada una de las esclusas. Se puede imaginar lo
difícil que es la conducción de un buque de treinta y dos metros de
manga si la dimensión de la cámara de la esclusa es apenas un metro y
medio más ancha que el buque.
En
los anales de esta “maravilla del mundo” hay páginas que no se
recordarán, por lo visto, en los festejos. Pues en la zona del canal
durante largo tiempo existió una base militar de EEUU: Fort Clayton. El
propio hecho de este puesto avanzado de los militares estadounidenses en
América Latina no consuena con la expresión conocida en el orbe: “el
canal maravilla actual del mundo”.
Sin
embargo, las posibilidades de esta ruta no son ilimitadas. Por eso las
autoridades de Nicaragua concertaron con una compañía china el contrato
de concesión sobre la construcción de otra ruta acuática alternativa al
canal de Panamá. Esta ruta a través de Nicaragua tendrá una capacidad
mayor de paso que el centenario canal de Panamá envejecido un tanto.
Pero, quién sabe, puede que la nueva instalación resulte al cabo de
cierto tiempo poco conveniente para estados con una economía moderna,
que requiere obras oceánicas cada vez más perfectas. Y en tal caso
conoceremos a nuevos y talentosos especialistas, no se sabe de qué
nacionalidad, que darán un gran paso para adelante en bien de todo el
mundo.
vs/as/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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