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Entre esos países se encuentra la gran mayoría
de los países latinoamericanos, cuyos presidentes son víctimas de
permanentes ataques por parte de determinados sectores de la prensa al
servicio de los grandes capitales.
Venezuela no es una
excepción. Pero para tener una idea de ella es necesario visitarla,
hablar con su pueblo y ver con tus propios ojos lo que acontece en esta
nación caribeña.
A la prensa occidental le encanta tanto
hablar sobre la “crisis económica” en ese país suramericano y desde sus
publicaciones trata de hacerle creer al mundo que el gobierno
venezolano es el culpable de las desgracias del país, que es el sistema
actual el que no está dando resultados positivos.
Sin
embargo, como testigo puedo afirmar lo siguiente: un sector de la
población venezolana es consciente de que parte del problema
concerniente a la citada crisis radica en ellos mismos. Esto ya es un
buen comienzo para solucionarlo, pero con la guerra informativa
financiada por grupos de poder económico de dentro y fuera del país,
será bastante difícil (aunque no imposible) lograrlo.
Los
venezolanos reconocen que desde hace mucho tiempo padecen de la lacra
del consumismo, a la que el fallecido presidente del país caribeño, Hugo Rafael Chávez Frías,
combatió durante sus catorce años de gobierno, tratando de cambiar los
hábitos de un país asentado en las rentas e influenciado durante décadas
por el modelo capitalista de EEUU.
“Los aguinaldos no
los tiremos por la borda, gastando y gastando. Gastemos lo necesario y
ahorremos todo lo que podamos”, dijo Chávez al aprobar en 2011 los bonos
navideños para los empleados públicos.
La población
venezolana poco a poco va entendiendo que el país debe depender menos de
las importaciones y que ella misma tiene que producir lo suyo
aprovechando el benigno clima que goza, para contrarrestar así esa
intervención encubierta que potencias como EEUU llevan a cabo en la
nación sudamericana destruyendo su identidad y cultura para final y
fácilmente apoderarse de sus recursos naturales como el petróleo entre
otros.
Además, sin darse cuenta de ello, sufre de un
trauma psicológico relacionado con el “caracazo” que la misma población
venezolana protagonizó en 1989 tras la desaparición e incrementos de
precios de los productos básicos.
La oposición al
gobierno del actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, que
representa los intereses de los grandes capitales privados, aprovecha
con bastante inteligencia esas debilidades: mentalidad consumista y el
citado trauma psicológico para desestabilizar el país.
En
Venezuela, los rumores surten más efecto que las noticias mismas. Valga
como ejemplo los que se divulgan acerca de una posible alza de precios
de los productos de primera necesidad.
Esos bisbiseos
se reflejan inmediatamente en la compra descontrolada de los mismos por
parte de la población venezolana y en su acaparamiento por parte del
sector comercial privado, creando así éste último situaciones de
desajustes coyunturales para provocar un nuevo caracazo.
Además
de que el pueblo de la nación caribeña va tomando conciencia de sus
debilidades, algunos medios se sumaron a la obra de construir un país en
donde reine la paz, la justicia y la igualdad social.
Valga como ejemplo de ello el papel que el diario Nuevo Día
viene desempeñando en Falcón, que es uno de los veintitrés estados de
Venezuela ubicado en el noroeste de la misma. Dicho diario no solo
informa sino que también, a través de actividades de carácter social y
educativo, contribuye a la integración de la población falconiana, la
misma que es muy importante para que dicho estado alcance el mayor
desarrollo posible y esto sirva a la vez de ejemplo a la oposición,
encabezada por Henrique Capriles, para que se ponga manos a la obra por
un futuro mejor del pueblo venezolano.
rz/as
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