Foto: cubanartnews.org
Alonso creó en 1948, junto a su hermano
Alberto y su entonces esposa Alicia, el Ballet Alicia Alonso, actual
Ballet Nacional de Cuba (BNC). Pero su mayor éxito lo logró en 1950
cuando estableció la academia de la Escuela Cubana de Ballet, centro de
formación de excelentes profesores y bailarines a través del denominado
método de enseñanza de excelencia.
A partir de ese
momento, y tras el Triunfo de la Revolución Cubana en 1959, la danza
clásica dejó de ser solo interés de élites y se convirtió en una pasión
de masas. Las actuaciones del Ballet Nacional se realizan a teatro
lleno, ya sean en La Habana o en cualquier otra provincia del país, y
las personas hablan de sus intérpretes favoritos como si de estrellas de
fútbol se tratase.
Pero si en décadas anteriores
ingresar en el BNC constituía la meta de la mayoría de los bailarines en
la Isla, y reconocidas figuras como los hermanos Maya Plisétskaya y
Azari Plisetski se integraban a la compañía para bailar temporadas
completas, hoy constituye una quimera ver a un bailarín cubano crecer y
madurar en los escenarios locales.
Una de las
principales razones es el reducido repertorio que posee la compañía. La
academia cubana se centra en los aspectos técnicos y físicos, de ahí que
los bailarines estén capacitados para interpretar una amplia variedad
de estilos.
“Tenemos algunas particularidades en cuanto a
pasos técnicos, las muchachas hacen los giros lentos, lances sostenidos
sobre las puntas. Los muchachos son muy buenos parteners, para mí los
mejores del mundo, o sea, saben manejar a la bailarina muy bien y los
saltos son muy altos”, explica Viengsay Valdés, primera bailarina del
BNC.Sin embargo, temporada tras temporada se repiten los montajes de
clásicos como Giselle, El lago de los cisnes y Cascanueces, mientras
obras cumbres del siglo XX como Tema y Variaciones, Manon o Mayerling,
son apreciadas por el público cubano solo cuando compañías extranjeras
visitan la Isla.
En julio del 2009 lo hizo por primera
vez el Royal Ballet de Londres. El evento fue catalogado como el
acontecimiento más importante desde las presentaciones del ballet del
teatro Bolshoi en los años ochentas. La materialización de este proyecto
dependió, en gran medida, del empeño de quien es actualmente uno de los
bailarines más importantes del mundo y estrella del Royal Ballet desde
hace quince años, Carlos Acosta.“Nunca imaginé poder actuar con el Royal
Ballet en La Habana y estrenar allí un ballet como Manon, que a pesar
de haber sido concebido hace más de cuarenta años, al público le costó
creer que se pudiese bailar de esa manera. Entonces te das cuenta de que
el Ballet Nacional necesita un repertorio renovado. Las coreografías de
Kenneth Macmillan, John Cranko y Frederick Ashton todavía no se
interpretan y pudieran ser alternativas a los clásicos del siglo XIX”,
explicó Acosta.
En 2010 se presentaron en Cuba primeras
figuras del Bolshoi Ballet y el elenco completo del American Ballet
Theatre, de la mano de otro destacado exponente de la escuela cubana,
José Manuel Carreño, ya retirado del estilo clásico.Como Acosta y
Carreño, un gran número de bailarines exhiben en los más importantes
escenarios mundiales las virtudes de la academia cubana de ballet. Lo
cual demuestra que la base de formación funciona como en sus inicios.Sin
embargo, el Ballet Nacional de Cuba, aún bajo la dirección de su
fundadora Alicia Alonso, de noventa y tres años de edad, parece ávido de
nuevos giros. Mientras llega el momento, figuras como Loipa Araújo, una
de las cuatro joyas del ballet cubano, se desempeña como directora
asociada del English National Ballet, aunque ha expresado que no se
negaría a tomar las riendas del BNC algún día. Carlos Acosta trabaja
para formar una escuela de ballet en Cuba, una obra ambiciosa que
también pretende ser “un gran centro de arte, una ciudad de las artes,
un gran parque artístico, único referente de su tipo en el mundo, adonde
millones de personas de todas partes del planeta querrán ir para sumar
dicha experiencia a su gran lista de vivencias”, como explicó en una
carta abierta.
Si Alicia Alonso afirma que vivirá
doscientos años porque los jóvenes bailarines formados en la escuela y
en la compañía la recordarán, Fernando, no menos trascendental, también
estará presente en todos los que gracias a él forman parte de uno de los
más grandes fenómenos de la historia del ballet.
fs/lj
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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