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por Antonio Martínez Ron
Lunes, 08 de Julio de 2013 09:05
El 90% de los ensayos clínicos publicados son patrocinados por la
industria farmacéutica. Este es el principal motivo por el que todo el
sistema de ensayos clínicos está alterado, según Goldacre, y por el que
se producen el resto de problemas.
Ben Goldacre es un médico y psiquiatra que escribe regularmente en The Guardian. En Sin Permiso hemos publicado algunos artículos y entrevistas de este autor, así como una reseña de su libro Mala ciencia. Se decía en esta reseña que “El autor de Mala ciencia ha
tenido que escuchar de boca de muchos impostores que ’está al servicio
de la medicina oficial’ y de las ‘multinacionales farmacéuticas’. Era de
esperar, claro. Pero en ese caso las acusaciones están tan mal
dirigidas y mal fundamentadas que son simples calumnias. Goldacre da
muchas conferencias a estudiantes y profesionales de la medicina.
Precisamente, uno de sus títulos preferidos es ‘Las pamplinas de las
farmacéuticas’.” Reproducimos a continuación el artículo que el
periodista científico Antonio Martínez escribió en el que se resumía la
posición de Goldacre acerca de las empresas farmacéuticas. Redaccion de SP.
1. El 90% de los ensayos clínicos publicados son patrocinados por la industria farmacéutica. Este
es el principal motivo por el que todo el sistema de ensayos clínicos
está alterado, según Goldacre, y por el que se producen el resto de
problemas.
2. Los resultados negativos se ocultan sistemáticamente a la sociedad.
"Estamos viendo los resultados positivos y perdiéndonos los negativos",
escribe Goldacre. "Deberíamos comenzar un registro de todos los ensayos
clínicos, pedir a la gente que registre su estudio antes de comenzar e
insistir en que publiquen sus resultados al final". En muchos casos,
denuncia el autor de "Mala Farma", las farmacéuticas se reservan el
derecho de interrumpir un ensayo y si ven que no da el resultado
esperado, lo detienen. Asimismo, obligan a los científicos que
participan en estos estudios a mantener en secreto los resultados. Y
esta práctica tiene de vez en cuando consecuencias dramáticas.
En los años 90, por ejemplo, se realizó
un ensayo con una sustancia creada contra las arritmias cardíacas
llamada Lorcainida. Se selección a 100 pacientes y la mitad de ellos
tomó un placebo. Entre quienes tomaron la sustancia hubo hasta 9 muertes
(frente a 1 del otro grupo), pero los resultados nunca se publicaron
porque la farmacéutica detuvo el proceso. Una década después, otra
compañía tuvo la misma idea pero esta vez puso la Lorcainida en
circulación. Según Goldacre, hasta 100.000 personas murieron
innecesariamente antes de que alguien se diera cuenta de los efectos.
Los investigadores que habían hecho el primero ensayo pidieron perdón a
la comunidad científica por no haber sacado a la luz los resultados.
"Solo la mitad de los ensayos son
publicados", escribe Goldacre, "y los que tienen resultados negativos
tienen dos veces más posibilidades de perderse que los positivos. Esto
significa que las pruebas en las que basamos nuestras decisiones en
Medicina están sistemáticamente sesgadas para destacar los beneficios
que un tratamiento proporciona".
3. Las farmacéuticas manipulan o maquillan los resultados de los ensayos. En
muchas ocasiones los propios ensayos están mal diseñados: se toma una
muestra demasiado pequeña, por ejemplo, se alteran los resultados o se
comparan con productos que no son beneficiosos para la salud. Goldacre
enumera multitud de pequeñas trampas que se realizan de forma cotidiana
para poner un medicamento en el mercado, como elegir los efectos de la
sustancia en un subgrupo cuando no se han obtenido los resultados
esperados en el grupo que se buscaba al comienzo.
4. Los resultados no son replicables.
Lo más preocupante para Goldacre es que en muchas ocasiones, no se
puede replicar el resultado de los estudios que se publican. "En el año
2012", escribe Goldacre, "un grupo de investigadores informó en la
revista Nature de su intento de replicar 53 estudios para el tratamiento
temprano del cáncer: 47 de los 53 no pudieron ser replicados".
5. Los comités de ética y los reguladores nos han fallado. Según
Goldacre, las autoridades europeas y estadounidenses han tomado medidas
ante las constantes denuncias, pero la inoperancia ha convertido estas
medidas en falsas soluciones. Los reguladores se niegan a dar
información a la sociedad con la excusa de que la gente fuera de la
agencia podría hacer un mal uso o malinterpretar los datos. La
inoperancia lleva a situaciones como la que ocurrió con el
Rosiglitazone. Hacia el año 2011 la OMS y la empresa GSK tuvieron
noticia de la posible relación de este medicamento y algunos problemas
cardíacos, pero no lo hicieron público. En 2007 un cardiólogo descubrió
que incrementaba el riesgo de problemas cardiacos un 43% y no se sacó
del mercado hasta el 2010.
6. Se prescriben a niños medicamentos que solo tienen autorización para adultos. Este
fue el caso del antidepresivoParoxetine. La compañía GSK, según
Goldacre, supo de sus efectos adversos en menores y permitió que se
siguiera recetando al no incluir ninguna advertencia. La empresa supo
del aumento del número de suicidios entre los menores que la tomaban y
no se hizo un aviso a la comunidad médica hasta el año 2003.
7. Se realizan ensayos clínicos con los grupos más desfavorecidos. A
menudo se ha descubierto a las farmacéuticas usando a vagabundos o
inmigrantes ilegales para sus ensayos. Estamos creando una sociedad,
escribe, donde los medicamentos solo se ensayan en los pobres. En EEUU,
por ejemplo, los latinos se ofrecen como voluntarios hasta siete veces
más para obtener cobertura médica y buena parte de los ensayos clínicos
se están desplazando a países como China o India donde sale más barato.
Un ensayo en EEUU cuesta 30.000 dólares por paciente, explica Goldacre, y
en Rumanía sale por 3.000.
8. Se producen conflictos de intereses:
Muchos de los representantes de los pacientes pertenecen a
organizaciones financiadas generosamente por las farmacéuticas. Algunos
de los directivos de las agencias reguladoras terminan trabajando para
las grandes farmacéuticas en una relación bastante oscura.
9. La industria distorsiona las creencias de los médicos y sustituyen las pruebas por marketing. Las
farmacéuticas, denuncia Goldacre, se gastan cada año miles de millones
para cambiar las decisiones que toman los médicos a la hora de recetar
un tratamiento. De hecho, las empresas gastan el doble en marketing y
publicidad que en investigación y desarrollo, una distorsión que pagamos
en el precio de las medicinas. Las tácticas van desde la conocida
influencia de los visitadores médicos (con las invitaciones a viajes,
congresos y lujosos hoteles) a técnicas más sibilinas como la
publicación de ensayos clínicos cuyo único objetivo es dar a conocer el
producto entre muchos médicos que participan en el proceso. Muchas de
las asociaciones de pacientes que negocian en las instituciones para
pedir regulaciones reciben generosas subvenciones de determinadas
empresas farmacéuticas.
10. Los criterios para aprobar medicamentos son un coladero. Los
reguladores deberían requerir que un medicamento sea mejor que el mejor
tratamiento disponible, pero lo que sucede, según Goldacre, es que la
mayoría de las veces basta con que la empresa pruebe que es mejor que
ningún tratamiento en absoluto. Un estudio de 2007 demostró que solo la
mitad de los medicamentos aprobados entre 1999 y 2005 fueron comparados
con otros medicamentos existentes. El mercado está inundado de
medicamentos que no procuran ningún beneficio, según el autor de “Mala
Farma”, o de versiones del mismo medicamento por otra compañía (las
medicinas "Yo también) o versiones del mismo laboratorio cuando
prescribe la patente (las medicinas "Yo otra vez"). En esta última
categoría destaca el caso del protector estomacal Omeprazol, de
AstraZeneca, que sacó al mercado un producto con efectos similares,
Esomoprazol, pero diez veces más caro.
Antonio Martínez Ron es un periodista de divulgación científica que ha trabajado en distintos medios.
http://noticias.lainformacion.com/ciencia-y-tecnologia/ciencias-general/las-diez-peores-practicas-de-la-industria-farmaceutica-segun-ben-goldacre_DsWP1ny6X3TcsTauUmIK85/
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