El Rescate
|
Esta sección está destinada al rescate de
documentos históricos trascendentes tanto para la investigación
histórica como para el estímulo de la reflexión presente. El material
seleccionado –cartas, artículos, entrevistas– se encuentra en sintonía
con algunas de las más destacadas efemérides del mes. |
|
Leandro Alem sobre la Revolución del Parque
|
Hijo de un almacenero federal rosista, fusilado,
colgado en una horca y exhibido al pueblo tras la derrota de Rosas,
Leandro conoció la pobreza absoluta junto a su familia. Pero no
impidió ello que, gracias al gran esfuerzo de su madre, Leandro Alén,
luego rebautizado Leandro N. Alem, pudiera realizar los estudios
secundarios e ir a la Universidad.
Nacido el 11 de marzo de 1842, ya en su juventud
decidió entregarse por completo a las causas que consideraba justas,
lo que no evitó que siguiera un camino poco lineal. Con apenas 17
años, participó en los ejércitos urquicistas para derrotar a los
díscolos bonaerenses, contra quienes guardaba rencor por el asesinato
de su padre. Dos años más tarde, sin embargo, se unió a las filas de
Mitre, para luchar contra Urquiza, y poco después también
participaría de la Guerra del Paraguay, siendo herido en Curupaytí.
Pero cuando no tomaba las armas, Alem, junto a su
inseparable sobrino, Hipólito Yrigoyen, diez años menor que él, se
abocaba de lleno a la actividad política, ahora en las filas del
autonomismo alsinista. Por entonces, escribía numerosas poesías y
avanzaba en la carrera de Derecho.
A los 27 años, finalmente recibido de abogado, logró
ser incluido en las listas de diputados nacionales del autonomismo.
Fracasó en dos oportunidades, pero alcanzó a ingresar a la
legislatura provincial en 1872. En sus discursos no cejaba en llamar a
la defensa del sufragio universal.
La figura de Alem no dejaba de crecer por su oratoria y
el ímpetu con que defendía las causas que creía justas: participó
del sofocamiento del alzamiento mitrista, se enemistó con Alsina,
formó el Partido Republicano con Aristóbulo del Valle, fue electo
diputado nacional y rechazó la cesión de Buenos Aires al dominio
nacional.
La intransigencia, el rechazo a los acuerdos de cúpula y
el principismo se convirtieron en su marca registrada, cuando hacia
1890, el régimen del Partido Autonomista Nacional se volvió
fraudulento y dio vuelta la espalda a la ciudadanía. Entonces, formó
junto a Mitre, un viejo conocido, la Unión Cívica. Y encabezó en julio
de 1890 la Revolución del Parque contra el cuestionado presidente
Miguel Juárez Celman. La derrota y los acuerdos del conservador Mitre
con el gobierno nacional lo llevaron a fundar un nuevo espacio: la
Unión Cívica Radical.
Con la UCR convertida en un partido de oposición al
régimen, levantisco, en defensa de los principios cívicos, Alem accedió
nuevamente a la cámara de Diputados. No fueron pocos los
legisladores que lograron ingresar. Sin embargo, la derrota en la
Capital fue dura; y sumada a los conflictos internos y a las
diferencias cada vez más grades con su sobrino Hipólito, llevaron a un
cansado, enfermo y deprimido Alem a tomar una trágica decisión: el
1º de julio de 1896 se quitó la vida de un tiro. Para la historia
quedaba su insigne “Qué se rompa, pero que no se doble”.
Para recordarlo, reproducimos aquí un discurso que
Alem pronunció en Rosario el 24 de agosto de 1890, casi un mes
después de la Revolución del Parque, en el que el tribuno explicaba
las razones que lo habían motivado a encabezar el levantamiento.
Recordemos que en aquel tiempo de corrupción, desocupación y
especulación generalizadas la vía electoral estaba vedada para la
mayoría del pueblo. A poco de asumir, Juárez Celman había
manifestado:"No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre es errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias”.
La libertad de sufragio sería una de las banderas
que levantaría Alem. Sin embargo, el país deberá esperar 22 años,
hasta la sanción de la ley Sáenz Peña de 1912, de sufragio universal,
una universalidad muy peculiar, ya que excluía a las mujeres,
quienes tendrán que aguardar otros 35 años, hasta la sanción de la
ley de voto femenino, en 1947. |
Fuente: Leandro N. Alem. Discursos y escritos, Buenos Aires, Ferrari Hermanos, 1914, págs. 53-55. |
Discurso pronunciado en el gran mitin del Rosario, el 24 de Agosto de 1890.
Conciudadanos:
Bienvenidos seáis a ocupar el puesto que vuestro deber
os señala; bien venidos seáis a tomar participación en esta
verdadera revolución política y social.
Este país había llegado al extremo de ver comprometido
el honor nacional. No existía más que la dignidad ultrajada, la
libertad perdida, la dilapidación entronizada, la esclavitud
constituida, y las voces de ultratumba de nuestros mayores nos pedían
estrecha cuenta de nuestro silencio, de nuestra conducta, de nuestra
debilidad, de sus sufrimientos ante el escarnio y la befa y el
absolutismo de los poderes públicos.
Hubo un sacudimiento general; despertó la opinión, y
el pueblo se ha dispuesto a romper las cadenas que le oprimían: por
eso vemos ese estallido de entusiasmo, esa explosión de sentimientos
que a todos nos unen en la llama vivificadora del patriotismo.
¡Desgraciados los pueblos que se hallan animados por el sensualismo! ¡Desgraciados los pueblos que no tienen ideales!
Por no tener ideales cayó la antigua Roma con toda su
corte de bajezas y de inmoralidades; por no tener ideales cayó el
Perú en la postración más abyecta; por no tener ideales Francia fue
esclava de los reyes y pasto de los palaciegos; por no tener ideales
la República Argentina ha sufrido la ignominiosa presidencia de
Juárez!
Porque en momentos de angustia olvidamos estos
sagrados ideales, porque hicimos de nuestras comodidades materiales,
concentración de nuestros sentidos y aspiración única de nuestros
espíritus, nos hemos visto vejados, ultrajados y deshonrados en
nuestras afecciones más caras, sin que a duras penas asomase el sonrojo
en nuestras mejillas y palpitaran de vergüenza nuestros corazones.
Al fin miramos a nuestro rededor, consultamos nuestras
conciencias, levantamos nuestras frentes, sacudimos nuestro letargo,
nos inspiramos en nuestras convicciones, dirigimos los ojos hacia la
bandera de la patria, y el pueblo ha recuperado su dignidad y se
haya dispuesto a sostenerla, aleccionado por el pasado.
En esta regeneración política y social, el ejército ha hecho causa común con el pueblo.
El ejército está constituido para defender las leyes y
las instituciones, no para servir de pedestal a las tiranías; y por
eso el ejército, que es argentino, y por lo tanto patriota, al ser
hollados los fundamentos de la nacionalidad, al contemplar
menospreciadas las libertades y suspendidas todas las garantías, al
ver mancillado cuanto más noble y más digno y más santo conservan los
códigos del país, al vislumbrar la ruina moral y económica de la
República, precipitada por un hombre y una camarilla dueña y señora
de vidas y haciendas, se levantó en cumplimiento de su deber y fue a
la lucha a pelear y a morir por la causa del pueblo, que era su
causa: ¡por la ley y por la libertad!
Nos hallamos en los principios de la senda colocada
frente a nuestros ojos, y es necesario recorrerla hasta el fin, en
todas sus escabrosidades, a costa de todos los sacrificios, como
corresponde a nuestra historia y a nuestros antecedentes nunca
desmentidos ni manchados.
Dejad esa tendencia de esperarlo todo de los
gobernantes y grabad en vuestra conciencia la convicción de que este
proceder rebaja el nivel moral de los pueblos.
Cuando un hombre está en el poder, necesita el consejo,
el apoyo, el cariño y el aliento de sus gobernados, que han de ser
sus amigos, no sus vasallos; pero si ese hombre se olvida que se debe
al pueblo y no respeta derechos ni constituciones, ¡el pueblo tiene
la obligación de recordarle los deberes de la altura, e imponerle su
soberanía, si no por la razón, por la fuerza! |
Lea la nota completa |
|
Un agente sueco escribe sobre la declaración de la independencia de las provincias unidas
|
Desde la conformación del primer gobierno patrio,
sin injerencia de España, se había desatado una larga guerra
independentista, de la cual muy pocos se animaban a vaticinar cómo
terminaría; no sólo por las dificultades económicas a que había que
hacer frente y la tenaz resistencia por parte de los ejércitos
realistas; también porque no eran pocas las diferencias internas
respecto a cómo organizar el nuevo país, todavía inexistente. Las
rivalidades se dirimían en golpes de mando, encarcelamientos,
campañas militares, etc.
Aun así, sin consensos definidos y con grandes
turbulencias, el proceso independentista avanzaba. En 1815, tras la
deposición de Alvear como Director Supremo ocurrida el 15 de abril de
1815, el director interino Ignacio Álvarez Thomas, envió una circular a
las provincias invitándolas a realizar la elección de diputados para
un congreso general que se reuniría en Tucumán.
Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda
Oriental decidieron no enviar representantes. Tampoco asistirían
diputados de Paraguay y del Alto Perú, con excepción de Chichas o
Potosí, Charcas (Chuquisaca o La Plata) y Mizque o Cochabamba.
Pronto comenzaron a ser electos en las provincias
los diputados que se reunirían en Tucumán para inaugurar un nuevo
congreso constituyente. Entre las instrucciones que las provincias
-no todas- daban a sus diputados, se encontraba la de “declarar la
absoluta independencia de España y de sus reyes”.
El 24 de marzo de 1816 fue finalmente inaugurado el
Congreso en Tucumán. El porteño Pedro Medrano fue su presidente
provisional y los diputados presentes juraron defender la religión
católica y la integridad territorial de las Provincias Unidas.
Entretanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la
propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para
reconquistar Chile, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a
la Banda Oriental, entre otros.
Finalmente, cuando San Martín llamaba a terminar
definitivamente con el vínculo colonial, una comisión de diputados,
integrada por Gascón, Sánchez de Bustamante y Serrano, propuso un
temario de tareas conocido como “Plan de materias de primera y
preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano
Congreso”.
El 9 de julio de 1816, el mismo día en que se
aprobó el temario, se resolvió considerar como primer punto el tema
de la libertad e independencia de las Provincias Unidas. Los
diputados no tardaron en ponerse de pie y aclamar la Independencia de
las Provincias Unidas de la América del Sud de la dominación de los
reyes de España y su metrópoli. Diez días más tarde, a propuesta de
Medrano, se agregó a la liberación de España la referente a “toda
dominación extranjera”, y el 25 se adoptó oficialmente la bandera
celeste y blanca.
A continuación transcribimos el testimonio de Jean
Adam Graaner, un agente sueco que escribió a su país sobre este
trascendental acontecimiento. En los fragmentos seleccionados, Graaner
da cuenta del riesgo que corrían los patriotas al declarar la
independencia, ya que “quienes prestaban juramento a la patria,
contaban con una muerte segura, si el país volvía a caer bajo la
dominación española”, y expresa: “Están dispuestos a vencer o morir”. |
Fuente: Jean Adam Graaner (Agente sueco), Las provincias del Río de la Plata en 1816
(Informe dirigido al príncipe Bernadotte). Traducción y notas de José
Luis Busaniche, Buenos Aires, Librería y Editorial El Ateneo, 1949,
págs. 18-19, 59-66 y 85-109. |
La América Meridional, al parecer, quiere por fin
salir de su prolongado letargo, y animada por el ejemplo brillante de
los florecientes Estados del Norte, hace esfuerzos por sustraerse a
la tutela europea, que la ha sostenido en su infancia pero que le
resulta una traba en su adolescencia. Salida apenas de las tinieblas
del despotismo civil y espiritual, e ignorando todavía la justa
aplicación de sus fuerzas propias, es menester perdonarla si cae de
error en error hasta que, finalmente, una experiencia duramente
adquirida, le muestre el camino de sus intereses verdaderos.
Riquezas inagotables, clima saludable y suave,
fertilidad sin igual, ríos inmensos o navegables hasta 400, 500 ó 600
leguas hacia el interior (o que en todo caso pueden hacerse aptos
para la navegación), mares tranquilos y sin escollos, puertos seguros
y de fácil acceso, navegación abierta por igual a las Indias
Orientales, a Europa y al África, sin contar las islas, tan fértiles
como apreciadas, del Pacífico, que no esperan para civilizarse sino
relaciones sostenidas de comercio con el continente de la hasta ayer
América española: tales son las grandes ventajas de estos países
sobre los de la parte norte del continente, con los cuales la
Naturaleza se ha mostrado menos pródiga, pero a los que ha dotado de
habitantes industriosos y emprendedores. Sin embargo, es
incontestable que la indolencia de los habitantes de esta provincias
del sur, se origina menos en su falta de inteligencia que en su
antiguo gobierno y en su sistema funesto de monopolio unido al
despotismo de los sacerdotes, que, mediante supersticiones casi
increíbles en Europa, han tratado y tratan todavía de sofocar o
retardar todos los esfuerzos del entendimiento humano. (…)
Comenzó sus trabajos el congreso con mucho celo, pero
dentro de una gran confusión. Con todo, poco a poco los congresistas
fueron desarrollando sus ideas. En los discursos alternaban los
nombres de Solón, Licurgo, la República de Platón, etc. El Contrato Social, el Espíritu de las Leyes,
la constitución inglesa y otras obras de ese género, fueron
consultadas y estudiadas, citadas y documentadas con gran entusiasmo por
los doctores en leyes, en tanto que los sacerdotes condenaban a los
filósofos antiguos como a ciegos paganos y a los escritores modernos
como a herejes apóstatas impíos. Es verosímil que los eclesiásticos
–muy preponderantes en las primeras sesiones- tuvieran como plan el
establecimiento de un gobierno rigurosamente jerárquico, tomando como
buen pretexto, que el célebre régimen teocrático de los jesuitas del
Paraguay, formado en parte sobre el modelo de los incas, era el más
benéfico entre todos los conocidos hasta entonces, pero parecieron
olvidar que una hermosa constitución supone costumbres puras e
inocentes, igualdad absoluta de fortunas y de condición, renuncia
voluntaria a toda ambición de títulos y preferencias exteriores,
respeto absoluto por los jefes y por las leyes establecidas, en una
palabra, un número infinito de cualidades y virtudes, de que no
solamente los criollos están desprovistos sino quizá todo hombre
educado en las delicias y los vicios de la sociedad civilizada 1.
Por fin, el congreso nombró una comisión, compuesta de
tres de sus miembros, encargada de presentar un plan para ajustar a
él sus trabajos.
Este proyecto fue presentado a la Asamblea Nacional y obtuvo inmediata sanción. (…)
Para las materias de menor importancia o tocantes a
casos particulares, la Asamblea debía nombrar una comisión especial.
Después se procedió a nombrar un jefe del poder
ejecutivo, porque el Director Álvarez había sido nombrado con
carácter provisorio. El coronel Pueyrredón, diputado por San Luis,
obtuvo todos los sufragios y se instaló como Director Supremo del
Estado. Es el primer director elegido por los representantes de la
Nación. Le fueron acordados plenos poderes para dirigir las
operaciones militares, para tratar con las cortes extranjeras y velar
por la seguridad interior y exterior del estado, y en general para
ejecutar las resoluciones del congreso.
Como dicho jefe es en la actualidad el primer
ciudadano del nuevo estado y en verdad uno de sus hombres más
ilustrados, no creo fuera de propósito dar algunas ideas sobre su
persona y carácter.
El señor Juan Martín de Pueyrredón es hijo de francés y
su padre era nativo del Bearn. Murió el padre en Buenos Aires, donde
dejó una familia particularmente estimada. Su viuda volvió a
Francia, adonde fue con este hijo menor, quien pasó allí algunos años.
Tiene ahora (Pueyrredón) unos cuarenta años, más o menos, su físico
es interesante y sabe combinar admirablemente bien su seriedad
española con la urbanidad francesa.
Más político que soldado, trata de ganarse la voluntad
de todos los partidos y de unir las facciones opuestas por medios
pacíficos, y en esto ha obtenido un resultado superior a cuanto podía
esperarse. Ha sabido hasta reprimir el espíritu de aristocracia de
diferentes jefes de la fuerza armada, sin que ellos lo hayan advertido y
con esto se ha ganado la confianza de todos sus conciudadanos. Sin
compartir ni aprobar las supersticiones y los prejuicios de sus
compatriotas, hace como que se presta a ellos y al mismo tiempo trata
de anularlos.
Ha sido miembro del gobierno de Buenos Aires y a
consecuencia de la revolución contra Alvear se le desterró al distrito
de San Luis, encantados por la afabilidad de sus maneras y por su
patriotismo, le eligieron, aunque era extraño a la provincia, por su
representante al congreso de Tucumán.
A fines del mes de junio del año pasado, entró (el
congreso) a deliberar sobre la declaración de independencia de las
Provincias Unidas y animados por la instigación del nuevo director –que
parecía conducir secretamente la marcha del Congreso-, sus miembros
publicaron por acta solemne, el 9 de julio, la resolución adoptada de
declarar y constituir la nación libre e independiente de España, del
Rey Fernando, de sus sucesores, y de toda potencia extranjera.
Esta declaración fue recibida con el mayor entusiasmo y
solamente después de tal acontecimiento ha podido advertirse
actividad en las diferentes ramas de la administración de los negocios
públicos con la esperanza de ver algún día estas provincias
organizadas en cuerpo de nación. Y la razón es muy natural. Los
hombres que fluctuaban hasta entonces entre los intereses de la
metrópoli y los de la patria, sin osar declararse abiertamente, ni
por una ni por otra, se encontraron ahora obligados a decidirse, y de
haberse negado a prestar el juramento de independencia, hubieran
perdido sus empleos y sus fortunas y habrían sido desterrados. [leer más] |
Lea la nota completa |
|
Castelli, un “hijo legítimo del Plata”
|
Nacido en Buenos Aires el 19 de julio de 1764,
primero entre ocho hijos de un médico veneciano, estudió de chico con
los jesuitas y luego fue enviado al tradicional Colegio Montserrat
de Córdoba, donde conoció a muchos de los futuros revolucionarios.
Estudió filosofía y estaba pronto a ordenarse en el
sacerdocio, pero la muerte de su padre le permitió cambiar de rumbo y
partió hacia Charcas para estudiar leyes. De regreso a Buenos Aires,
comenzó una activa participación en la política colonial que le ganó
la enemistad de los comerciantes y regidores españoles, primero en
el Consulado, y luego en el Cabildo.
Luego de la corta vida de sus pioneros proyectos periodísticos, como elTelégrafo Mercantil,
consciente como pocos de una nueva identidad que nacía en el pueblo
rioplatense, participó del rechazo a la invasión inglesa y, tras la
invasión napoleónica a España, compartió con Belgrano el proyecto de
lograr la emancipación con una monarquía constitucional encabezada por
la Infanta Carlota.
Finalmente, Castelli, primo y amigo de Manuel
Belgrano, fue uno de los máximos conspiradores cuando llegó Mayo de
1810. En aquellos días, fue comisionado para intimar al virrey
Cisneros a que cesara en su cargo y, el decisivo 22 de mayo, fue el
encargado de defender la posición patriota en las sesiones del
Cabildo. Por esto y mucho más, fue llamado "el orador de la
revolución".
Nombrado vocal de la Primera Junta, fue el
encargado de reprimir la contrarrevolución de Santiago de Liniers en
Córdoba y no le tembló el pulso a la hora de ordenar su ejecución.
Luego se le encomendó la misión de ocupar el Alto Perú, junto al
Ejército del Norte, donde impuso un gobierno revolucionario,
liberando a los pobladores nativos de los servicios personales y de
la esclavitud, y fusilando a varios funcionarios reales.
Hacia mediados de 1811, fue vencido por las fuerzas
realistas en Huaqui. A su regreso a Buenos Aires, el Triunvirato lo
procesó y encarceló, aunque el juicio nunca llegó a su fin. Un año
más tarde, moriría de un fulminante cáncer de lengua, el 12 de
octubre de 1812. Lejos de todo optimismo, cerraba sus días con
aciagas palabras: "si ves al futuro dile que no venga".
Reproducimos en esta oportunidadel prefacio a la primera edición de Castelli, el adalid de Mayo, elogioso estudio que publicó hacia 1949 el historiador paraguayo Julio César Chaves, quien definió
al comprometido patriota en virtud de su amplio conocimiento de
todos los aspectos y rincones de la vida colonial como un “hijo legítimo del Plata”. |
Fuente: Julio César Chaves, Castelli. El adalid de mayo, Buenos Aires, Ediciones Leviatán, 1957 (Segunda Edición), págs. 17-21. |
Prefacio a la primera edición
Juan José Castelli Villarino ha nacido en la ciudad
indiana. Es tipo netamente americano; en sus venas confluyen las dos
grandes riadas propulsoras del destino continental: ya han pasado siglos
desde que algunos de sus mayores se arraigaron en tierra
santiagueña; otros han llegado hace poco, desde Venecia, por el mar.
Puede amar ardientemente pero sin prejuicios la tierra donde vio la
luz.
Las aulas del Colegio de San Ignacio le vieron de
niño; en los claustros del Monserrat de Córdoba estudió de
adolescente, y en San Francisco Xavier de Charcas graduóse de doctor in ultroque jure.
Vive en Buenos Aires los años que siguen. Al correr de
ellos, ocupa posiciones, obtiene triunfos, gana reputación. Letrado,
su bufete es el primero de la capital; es secretario interino del
Real Consulado, regidor en el Cabildo. Es un hombre culto, estudioso,
que está al cabo de las corrientes filosóficas que agitan al mundo.
En pocos años ha avanzado, ha llegado hasta donde un
criollo puede avanzar y llegar bajo el régimen colonial. Tiene hogar
feliz, sólida posición económica, justa fama, buena opinión pública. La
valía le ha abierto todos los caminos que conducen al éxito, al
triunfo, al amor. Entonces –cuando a los hombres de su edad y de su
tiempo, la vida ha cerrado ya toda perspectiva-, Juan José Castelli
formó en la gran milicia. “Fue –dice un biógrafo- de los primeros que
en el Plata concibieron el heroico proyecto de redimir a América.” En
la noche colonial forjó su pensamiento un ideal, el más grande y el
más puro que pudiera concebir un americano. A su servicio puso el
fuego de su alma, las vibraciones de su energía, la claridad de su
inteligencia. Persiguió ese ideal por todos los caminos, a través de
todas las vicisitudes, sin un solo desmayo, sin un solo
desfallecimiento, sin una sola renunciación.
Perteneció a la generación de doctores que concibió el
proyecto de independencia y luchó por él. Precursores, héroes
civiles cuya obra recogieron y coronaron los capitanes de la
emancipación. Cien doctores cuya verdadera historia todavía no ha
sido contada. ¡Cien doctores que nacieron sin patria, pero que
murieron con ella y por ella!
Castelli integra y acaudilla en el Plata el núcleo de los iluminados soñadores que siguió un firme derrotero hacia las estrellas.
Su actuación en el proceso revolucionario culmina en su alegato de la Causa Reservada…
sosteniendo que “España ha caducado” y reivindicando para las
comunidades americanas frente a la crisis dinástica el derecho a formar
su gobierno y a decidir su destino.
Abierta la crisis del año X pasa a actuar en un
terreno bañado de luz. Es –al decir de Cisneros- “el principal
interesado en la novedad”. En el debate del Cabildo Abierto es el
orador de los patriotas, y en la Primera Junta, el vocal decano.
Actúa en el gobierno con ímpetu de revolucionario y con visión de
estadista. Pero pronto debe dejar Buenos Aires. La revolución está en
peligro: tiene que cumplir un mandato inexorable, unir su nombre al
drama de Cabeza de Tigre, para salvarla.
Elegido vocal representante en el ejército auxiliador
se pone a la cabeza de las legiones que marchan al Alto Perú, triunfan
en Suipacha, y expulsan a las fuerzas reaccionarias del virrey de
Lima. En tal carácter, tiene que imponer los ideales revolucionarios
en el bastión colonial del Alto Perú. En meses, en días, en horas de
incesante, de nerviosa acción, reorganiza el ejército, da nuevas
bases a la administración pública, fomenta la educación, aplasta las
tentativas reaccionarias. Al mismo tiempo, pregona por los dos Perú
los ideales de la revolución. En manifiestos, proclamas y arengas,
sostiene la soberanía del pueblo y los derechos del hombre; fustiga a
los déspotas, y con la fe del cruzado, muestra sobre su cota de malla
la venera forjada en el fuego de la gran capital del sur.
Córdoba, Tucumán, Potosí, Charcas, Cochabamba, Oruro y
La Paz ven pasar bajo arcos de triunfo, sobre alfombras de flores,
entre aclamaciones de pueblos y vocinglería de campanas, al heraldo de
los tiempos nuevos, al adalid de Mayo.
Electrízanse a su paso los unos, tiemblan los otros,
porque él tiene no sólo el verbo que ilumina sino también el rayo que
mata. Para unos, su verbo es mensaje de gloria; para otros,
Apocalipsis. Su espíritu es acero toledano que hiende el ambiente con
cambiante retiemblo de metal. Es adversario que no pide ni da
cuartel. Hay en él un odio al enemigo, una decisión inquebrantable,
una energía indomable, un amor a toda prueba por la libertad y por la
democracia. [leer más] |
Lea la nota completa |
|
“Yo la vi morir.”
|
Entrevista a una de las enfermeras María Eugenia Álvarez, quien atendió a Evita hasta su muerte |
Evita despertó las peores reacciones de una buena
parte de la sociedad argentina. Ella era intempestiva, pasional,
luchadora, y los odios que generó fueron de igual intensidad. No sólo
de las clases dominantes, de los vituperados “oligarcas”. También de
amplios sectores medios e incluso de intelectuales de izquierda y
progresistas. “Viva el cáncer”, llegó a leerse en algunos muros de la
ciudad porteña. Milcíades Peña habló del “bonapartismo en faldas” y
creyó a esta “artista de radioteatro y cine poco cotizada y muy de
segundo plano” un producto de “las necesidades, ansiedades y
fantasías de la gente pobre”.
Pero entonces, ¿por qué tanto odio? Nacida en Los
Toldos, en el noroeste bonaerense, un 7 de mayo de 1919, Eva María
Ibarguren, fue hija ilegítima del estanciero y conservador Juan
Duarte y de la puestera Juana Ibarguren. Esa misma circunstancia le
dio un primer motivo de lucha. Luego de la muerte de su padre, la
familia se quedó sin sustento. Más tarde, se trasladaría a Junín,
cuando Eva tenía ya 11 años y pronto comenzaría a destacarse en la
actuación.
Con 15 años, finalmente, llegó a la capital federal
para triunfar como actriz. Era 1935, plena década infame y ola
creciente de migrantes internos hacia Buenos Aires. Eva logró
intervenir, aunque de forma secundaria, en importantes obras teatrales,
siendo destacada por la prensa en algunas oportunidades. Películas,
radioteatros, hasta tapas de revista, le permitieron crecer
rápidamente en la dirección soñada. Por fin, también consiguió tener
un buen pasar, lo que no le impidió iniciar su militancia social,
participando de la creación del primer sindicato de trabajadores de
radio.
Al poco tiempo, Eva conoció a Perón. Tenía 24 años y
él, ya teniente general y hombre fundamental de la Revolución de
1943, casi 50. Vivían juntos cuando sucedió el 17 de octubre y de
inmediato se casaron. Entonces sí, con Perón fortalecido en el poder
estatal, Eva lo acompañó, logrando rápidamente un protagonismo
especial.
Los derechos políticos de las mujeres, la fundación
del partido peronista femenino, la fundación de ayuda social, los
estrechos vínculos con los sindicatos y una intransigente defensa de
Perón frente a “oligarcas”, “cipayos” y el “imperialismo”, marcaron los
más de seis años que la tuvieron en la primera escena nacional.
Evita falleció por un cáncer de cuello uterino, el 26 de julio de
1952. Con tan sólo 33 años, se había convertido en la mujer más
influyente del país. Su cuerpo, llorado durante días por una
multitud, también fue robado, ultrajado y ocultado, durante casi dos
décadas.
¿Por qué esta joven mujer se había ganado el odio
de un importante sector de la sociedad? Hace unos años, Eduardo
Galeano ensayó una respuesta: “La odiaban, la odian los biencomidos:
por pobre, por mujer, por insolente. Ella los desafiaba hablando y
los ofendía viviendo. Nacida para sirvienta (...) Evita se había
salido de su lugar”.
En esta oportunidad, transcribimos un reportaje a
María Eugenia Álvarez, la enfermera que conoció a Evita en 1949 y que
la atendió hasta su muerte, aquel 26 de julio de 1952. |
Fuente: “Yo la vi morir”, por Cecilia Escola, Revista Siete Días, N° 918, 24 al 30 de enero de 1985, págs. 10 y 11. |
“Yo la vi morir”
“Soy demasiado chiquita para tanto dolor”, solía
repetir Eva Perón en aquellos días de junio cuando la enfermedad ya
no le daba respiro y lenta, pero implacablemente, le iba consumiendo
la vida. Sólo la fortaleza de su espíritu le permitía seguir
luchando. Muy pocos estaban junto a ella en el momento de morir, y
entre esos pocos, esta mujer, la enfermera María Eugenia Álvarez, que
aún hoy se emociona cuando recuerda aquel 26 de julio de 1952.
¿Cómo conoció a Eva Perón?
El primer contacto que tuve con ella fue cuando
personal de enfermería de la Fundación, que había sido enviado en una
misión a Ecuador, de regreso sufrió un accidente de avión en las
cercanías de Buenos Aires y fue internado en el hospital Rivadavia.
En esos momentos yo estaba trabajando allí, y en
algunas visitas que realizó la señora para interiorizarse por el
estado del personal tuve la oportunidad de conocerla.
¿Qué impresión le causó?
La primera impresión que me dio y que se fue
acrecentando con el tiempo a medida que la fui tratando, fue la de una
persona muy rápida e inteligente, con una capacidad increíble para
captar las situaciones y los problemas de la gente. Era muy
observadora. Casi diría que un poco psicóloga, porque ella miraba a
la persona y sabía lo que le pasaba. Tenía una gran fuerza interior,
un carisma muy especial que la hacía llegar a todo el mundo. Y si
bien era muy exigente con su trabajo, nunca dejaba de ser amable
porque, por sobre todas las cosas, era un ser humano sumamente
sensible.
De allí en más, ¿cómo siguió su relación con ella?
Nosotros seguimos trabajando en el hospital y después
pasamos a la Escuela de Enfermeras, de la cual ella era su presidenta y
creadora. Era una de las instituciones que más amaba y le asignaba
un gran futuro porque pensaba, con justa razón, que el país
necesitaba cantidad y calidad de enfermeras, bien preparadas
profesional y espiritualmente para la mejor atención de los
pacientes. Siempre pensó en la asistencia y la salud del pueblo
argentino.
¿Cuándo la trató por primera vez como paciente?
Cuando se operó del apéndice y fue internada en el
Instituto del Diagnóstico. El grupo que la atendía estaba formado por
Elea Malesani, Ana María Clério y yo. Una vez que los médicos le dieron
el alta, pasamos a la residencia, donde estuvimos algunos días.
Después la solíamos tratar porque nosotras, además de atender a los
pacientes que teníamos asignados, ocupábamos algunas horas en la
preparación de los policlínicos: Policlínico Perón, Evita, El Hogar
de la Empleada, por supuesto siempre en la parte de enfermería.
¿En qué momento tuvo Eva los primeros síntomas de su enfermedad?
No puedo precisarlo con seguridad porque eso está
reservado a la parte médica, pero yo diría que fue por el año ’50. Yo
estuve con ella desde el principio hasta el momento en que falleció:
el 26 de julio de 1952 a las 20,25 horas.
¿Cómo fueron los últimos tiempos? ¿Ella estaba consciente de su gravedad?
Eva Perón era una mujer muy inteligente e intuitiva.
Para mí, una figura inmensa, grandiosa, y como era tan sensible y
captaba todo lo que pasaba a su alrededor, yo supongo que era
consciente de su estado. Si sufría, y seguramente el dolor debía ser
grande, sólo ella lo sabía porque no se quejaba. Pero sí sufría
pensando en los obreros, en los ancianos y en los niños. (A esta
altura de la entrevista María Eugenia Álvarez no puede controlar su
emoción. Comienza a llorar y esas lágrimas van a estar presentes casi
hasta el final de la charla.)
Evita era muy estoica –continúa la enfermera-; tenía
una fuerza que Dios le da sólo a determinadas personas. A pesar de
estar dolorida seguía planeando y trabajando, siempre pensando en la
tarea de la Fundación. Siempre pensando en el futuro de la patria, en
las mujeres, en los niños, en los ancianos, los hospitales, en todo
lo que había que hacer. Y decía que no le iba a alcanzar el tiempo,
por eso supongo que sabía de la gravedad de su enfermedad.
¿Quiénes estaban junto a ella?
Siempre la acompañaba su mamá, sus hermanas, su hermano, los médicos y, por supuesto, el general.
¿Cuál era su mayor preocupación en esos momentos?
Los obreros, su madre y su familia. Nunca dejó de hacer
cosas, aún desde el lecho de enferma y con orden de guardar reposo.
Siguió trabajando porque decía que Perón tenía mucho trabajo en la
Casa de Gobierno y ella debía ayudarlo. Muchas veces decía: “tengo
que estar linda para mis obreros, quiero que me vean bien”. Fíjese
hasta dónde llegaba su preocupación a pesar de la enfermedad.
¿Qué cosas le gustaba hacer?
Le gustaba leer, escuchar música, las flores, los
animales, recuerdo que tenía un perrito, “Tirolita”, que le había
regalado el general. Era muy comunicativa, le gustaba charlar con la
gente, en especial con sus amigos y familiares. A pesar de ser
bonita, siempre quería estar presentable, aunque en realidad
cualquier cosa que se pusiera le quedaba bien y no necesitaba nada
para resaltar su natural belleza.
¿Qué recuerdos tiene de Eva?
Como recuerdo material guardo un libro que me regaló de
su viaje a España, y como recuerdo espiritual me queda su figura para
toda la vida.
¿Cómo fue el momento de su muerte?
Es muy difícil para mí explicar ese momento. Como
enfermera se había muerto mi paciente pero, además, se moría un ser
humano extraordinario al que yo había aprendido a querer. Murió con
una sonrisa, porque su cara siempre había sido una sonrisa. Y
recuerdo que solía decir que era muy chiquita para tanto dolor; sin
embargo siguió luchando hasta el último momento que Dios dispuso…
Cecilia Escola |
Lea la nota completa |
|
Difusión
|
Muestras
|
- Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010, una
exposición permanente de la Casa del Bicentenario, que a
través de una video-instalación, recorre la historia del país con
imágenes y sonidos, intentando dar cuenta de las complejidades y
ambigüedades del relato histórico, expresando la pluralidad de
voces y perspectivas de la sociedad. Lugar: Riobamba 985;
horarios: de martes a domingo y feriados de 15.00 a 21.00
hs. Ingreso permitido hasta 30 minutos antes del cierre. Entrada
libre. (info)*
- Sociedad de Trabajo. Una historia de dos siglos. La
Casa Nacional del Bicentenario y la Secretaría de Cultura de la
Presidencia de la Nación, junto con el Ministerio de Trabajo,
Empleo y Seguridad Social de la Nación, inauguraron en abril una
exposición que relata la historia del trabajo en la Argentina,
ilustrada con documentos, audiovisuales, fotografías,
instalaciones y obras de cincuenta artistas argentinos. La
exhibición pone en foco el trabajo, no sólo como una ocupación,
sino también como un conjunto de derechos que garantizan la
producción de la vida en su aspecto público y privado. Se desarrolla,
además, la historia política del trabajo, la organización del
movimiento obrero y los modos de intervención del Estado en
distintos momentos de la historia. Las visitas guiadas para
público en general, sin turno previo, se realizan los sábados a
las 16.30. Lugar: Riobamba 985. La exposición se podrá visitar
hasta el 1º de diciembre de martes a domingo y feriados de 15.00 a
21.00 hs. Ingreso permitido hasta 30 minutos antes del cierre. Entrada
libre: (info)*
- Los porteños vuelven a jugar y a divertirse con los juguetes de ayer. Muestra
de los juguetes de la colección del Museo de la Ciudad. En el
museo se podrán ver desde un auto de lata, trenes eléctricos, una
colección de soldaditos de plomo hasta diminutas máquinas de coser
fabricadas entre 1915 y 1960. Lugar: Defensa 219 / 223; horarios: lunes
a domingo y feriados de 11 a 19 hs. Sábados, domingos y
feriados de 15 a 19 hs. Entrada general: $1. Miércoles, gratis.
Tel. : 4343-2123 / 4331-9855 (info)*
- Museo Histórico Nacional. El
martes 9 de julio el museo inauguró la sala Tesoros de la
Independencia, donde se exponen diversos objetos históricos
relacionados con la época de la Revolución: una tarja que las damas de
Potosí le obsequiaron, hace 200 años, al general Manuel Belgrano; el
tintero utilizado para firmar el acta de la Independencia; el retrato
del general José Gervasio Artigas; la llave de la ciudad de Montevideo
recibida por Vicente Anastasio de Echevarría al rendirse en 1814; el
sello para lacre perteneciente a Fray Justo Santa María de Oro; el
bastón del coronel José Moldes; el sable del general Manuel Belgrano;
el fragmento de la Gualdrapa del general Martín Miguel de Güemes; y el
retrato del general Juan Martín de Pueyrredón. Como siempre, se exhiben
también en las otras salas excelentes grabados, litografías, cuadros,
imágenes religiosas y esculturas; banderas, estandartes, armas y
uniformes de las guerras de la Independencia; muebles, relojes,
partituras, instrumentos musicales y vajillas de las familias
tradicionales del siglo XIX; recuerdos de la celebración del Centenario
de la Revolución de Mayo, relicarios y miniaturas, daguerrotipos,
fotos y tarjetas postales; aperos, ponchos, objetos de plata y prendas
gauchas. Entre sus colecciones pictóricas resaltan los cuadros de José
Gil de Castro; las pinturas de Cándido López, un valioso testimonio de
la Guerra del Paraguay (1865-1870). También cuentan con los pianos y los
forte pianos de la familia Escalada, de María Sánchez de Thompson y de
Eduarda Mansilla. En el Museo puede visitarse la reproducción del
dormitorio de José de San Martín en Boulogne-Sur-Mer (Francia),
ambientado con objetos originales de acuerdo al bosquejo enviado por su
nieta Josefa Balcarce. El archivo personal de Adolfo Carranza está
abierto para los investigadores. Una valiosa biblioteca de alrededor de
quince mil volúmenes, dedicada principalmente a la historia argentina y
americana, puede ser consultada por el público general. Horario: De
miércoles a domingo, de 11 a 18 hs. Los docentes que deseen visitar el
Museo con sus alumnos deben enviar un correo electrónico a educacion@mhn.gov.ar. Dirección: Defensa 1600. Informes 4307-1182. (info, info)*
- Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo.
El museo cuenta con modernos sistemas interactivos de
comunicación que favorecen la participación del público. Se puede
acceder al balcón principal del edificio y visitar todas sus salas
además de ver sus históricos túneles, a través de una cámara
subterránea. Cuenta con dos pantallas que les permiten a los
visitantes interactuar con la imagen del famoso cuadro del 22 de
mayo y con un mapa con los puntos geográficos más importantes de
la ciudad en los febriles días de la Revolución de Mayo.
Dirección: Bolívar 65. Tel.: 4342-6729 y 4334-1782. Visitas guiadas:
Miércoles y jueves a las 15.30; Viernes a las 15.30 (gratis);
Sábados, domingos y feriados a las 12.30, 14 (gratis) y 15.30. Las
visitas pagas incluyen un recorrido virtual en tiempo real de las
construcciones subterráneas del Patio del Museo. Los
establecimientos educativos deben solicitar turno a visitascabildo@cultura.gov.ar. Informes: 4342-6729 y 4334-1782. (info)*
- El Museo Nacional de la Historia del Traje
expone un recorrido por las diversas piezas de indumentaria. En sus
salas se pueden ver colecciones como la moda desde 1850-1915; la moda
en los años 20; trajes de baño (1890-1950); los 50's "Juventud y
Rebeldía"; los 80's "Extravagantes y Glamorosos"; la moda infantil
desde 1860 a 1960, etc. Dirección: Chile 832. Horarios: de martes a
domingo de 15 a 19 hs. Visitas guiadas: sábados y domingos a las 17:00
hs. Informes: 4343-8427. (info)*
- Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra,
Sala Ricardo Zemboraín: Colección de platería urbana del Siglo
XIX. Sala tertulias: Mobiliario, iconografía y artes decorativas
correspondientes a la 1ª y 2ª mitad del Siglo XIX. Sala
independencia: Testimonios del proceso que se inicia con la
Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo y la
Independencia Sudamericana. Confederación argentina: Aspectos
políticos, sociales, y económicos de los gobiernos de Juan Manuel
de Rosas. Lujos y vanidades femeninas del siglo XIX: Peinetones,
alhajas, relojes, abanicos y otros accesorios de la moda femenina.
Sala Leonie Matthis: La plaza de Mayo desde la fundación hasta el
fin del Siglo XIX a través de las aguadas de la pintora francesa. Sala
moda: Vestimenta masculina y femenina del Siglo XVIII y XIX.
Emisiones, inflación y convertibilidad: La Economía Argentina
a través de sus diferentes monedas. Sala de armas: Colección de armas
de fuego y armas blancas. Sala Keen: Platería rural. Dirección:
Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a viernes de 9 a 18 hs.
Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel: 4572-0746 /
4574-1328. Visitas guiadas: sábados, domingos y feriados, 17 hs. (info)*
- Bicentenario del Himno Nacional Argentino. Con
motivo de haberse cumplido el pasado 11 de mayo el Bicentenario del
Himno Nacional, el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra
presenta una muestra de carácter anual referida a recordar dicho
acontecimiento. Lugar: Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio
Saavedra. Dirección: Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a
viernes de 9 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel:
4572-0746 / 4574-1328. (info)*
- Manzana de las Luces. El Instituto de Investigaciones Históricas
de la Manzana de las Luces organiza visitas guiadas a: la Procuraduría
de las Misiones Jesuíticas, los Túneles del Siglo XVIII, la Antigua
Universidad y las Casas Virreinales, el Patio de las Misiones
Jesuíticas, la Sala de Representantes, la Sala Maza. El paseo sale de
Perú 272. Ver información detallada en info*
- Vacaciones de Inverno en la Biblioteca Nacional. Del 15 al 26 de julio la Biblioteca Nacional propone un espacio para chicos con cine, lecturas y juego. Con Imaginerías. Jugando con las imágenes,
los chicos van a ver, jugar y aprender con el cine; y Ana María
Shua, Ricardo Mariño, Diego Paszkowski y Adela Baschde leerán para
los niños sus cuentos favoritos. También podrán encontrar todos
los libros de la colección Quelonios, además de juegos y visitas
guiadas para los más pequeños. Ver programación en: info*
- Vacaciones de invierno en el Museo Etnográfico.
Del 18 al 28 de julio. ¿Qué cuentan las pinturas rupestres de los
cazadores de hace 4000 años? ¿Qué dicen los selknan cuando pintan
líneas y puntos en sus rostros? ¿Qué significan los nudos en los
quipus que usaron los incas? Muchos objetos del museo fueron
hechos para contar cosas y tienen una historia. Estas vacaciones de
invierno te invitamos a descubrir estos mensajes a través de las
actividades y la visita al Museo. Martes a viernes de 13 a 19 hs.
Sábados, domingos y feriados de 15 a 19 hs. Bono
contribución voluntario. Dirección: Moreno 350. Tel. 4331-7788 /
4345-8196. E-mail: etnoprensa@filo.uba.ar
- Feria del libro infantil. Del 8
al 27 de julio. 11 y 12 de julio de 9 a 18hs. Desde el 15 de
julio: de 11 a 20 hs. Lugar: Centro de Exposiciones de la Ciudad
de Buenos Aires, Avdas. Figueroa Alcorta y Pueyrredón. (info)*
|
Cine
|
- Norita, Nora Cortiñas, un documental con
guión y dirección de Miguel Mirra sobre la vida de una de las
fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo. Ver: info*
- Calles de la memoria, un film escrito y
dirigido por Carmen Guarini. Actúan Estefanía Sánchez Rojas, Isidro
Sánchez, Juan Hendel, Keka Gutiérrez, María Alicia Schmidt, Sara
Parraccini. Un documental sobre la construcción de la memoria, que
muestra a un grupo de alumnos extranjeros trabajando en torno al tema
de la memoria. A partir de baldosas en las veredas de la ciudad, cuyos
nombres recuerdan a los desaparecidos, los jóvenes comienzan a
adentrarse en historias y situaciones muy alejadas de sus propias
experiencias. Ver: info*
- La huella del doctor Ernesto Guevara, un
documental con guión y dirección de Jorge Denti basado en los viajes
por América Latina que realizó Ernesto Guevara entre 1952-1953 con sus
amigos de la infancia Alberto Granado y Carlos “Calica” Ferrer. El film
rescata la faceta de médico del mítico guerrillero, así como sus
aportes e investigaciones en alergología. Ver: info*
- Simón, hijo del pueblo, un documental
sobre el mítico anarquista Simón Radowitzky, dirigido por Julián
Troksberg, Rolando Goldman, con guión de Julián Troksberg, Osvaldo
Bayer, Rolando Goldman. Actúan: Julian Goldman y Osvaldo Bayer. La
historia comienza el 1º de mayo 1909, cuando la policía reprime una
multitudinaria marcha anarquista, dejando muertos y heridos. Unos meses
más tarde, el carruaje de Ramón Falcón, el jefe de policía que comandó
la represión, explota y vuela por el aire. Por el atentado es detenido
un joven ucraniano: Simón Radowitzky. El film intenta develar quién
fue Simón, cuál es su historia y cuál el legado familiar de ese
inmigrante que se transformó en una figura clave del anarquismo
argentino. Ver: info*
|
Teatro
|
- Hundan el Belgrano, con dirección de Diego Faturos. Un
drama del autor británico Steven Berkoff, que desde el prisma inglés
muestra esta contienda que se cobró cientos de vidas y aún hoy genera
tensiones entre ambos países. El hundimiento del Crucero General Belgrano
se produjo el domingo 2 de mayo de 1982, durante la Guerra de
Malvinas. La obra puesta en escena es una farsa de humor feroz y
grotesca sobre uno de los episodios más trágicos de esta guerra. De
cómo, cuándo y porqué se decidió el hundimiento del barco utilizando
una escritura sin concesiones en la cual se ponen a la luz los
intereses más fraudulentos y ambiciosos que llevaron al gobierno de
Margaret Thatcher y a la dictadura militar argentina a embarcarse en un
conflicto bélico irresponsable e innecesario. Actúan: Gonzalo
Fernandez De Nevares, Karina Castro, Marina Bonin, Monica Checchi
García, Romina Naranja, Magdalena Grondona. Lugar: Timbre 4. Av. Boedo
640. Horario: Jueves 23:00hs. Tel.: 4932-4395. (info)*
- Camila, dirigida por Fabián Núñez.
En 1847, tiempos de Rosas, Buenos Aires sería testigo del trágico amor
de una joven de la alta sociedad rioplatense, Camila O` Gorman, por un
joven sacerdote tucumano, Uladislao Gutiérrez. Presos de ese amor
prohibido deciden huir. Cambiando sus nombres e historias se establecen
como maestros en Goya, Corrientes. El sangriento juego del poder de la
época los usó para atacar a Rosas, y éste utilizó todos sus medios para
encontrarlos y dar un ejemplar castigo. Actúan: Julia Zenko, Laura
Silva, Nelson Rueda, Magalí Sánchez Alleno, Déborah Dixon, Miguel
Habud, Natalie Pérez, Peter Lanzani, Santiago Ramundo, Sergio Di Corce.
Lugar: Lola Membrives. Corrientes 1280, Capital Federal. Horario:
martes, jueves y viernes a las 21:00. Sábados: 20 y 22:30 hs. Domingos:
20:30 hs. Tel. 4381-0076. (info)*
|
Internet
|
- El Centro de Conservación y Documentación Audiovisual,
del Departamento de Cine y TV de la Escuela de Artes de la Facultad de
Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba pone a
disposición del público material audiovisual proveniente del Noticiero
de Canal 10 UNC (1962-1980); Noticiero de Canal 12 Córdoba (1966-1995);
fotografías de la Colección Novello (1920-1955). Para realizar una
consulta, pueden acercarse de lunes a jueves de 9:30 a 14:00 hs., en el
Centro (Juan Filloy s/n - Pabellón Argentino Cara Sur - 1º piso -
Ciudad Universitaria). También puede consultarse por medio del correo
electrónico archfilm@ffyh.unc.edu.ar o del teléfono 0351 4334259 (int. 31).Más información en info*
- Elige tu propia Independencia 1806-1816,
es un mini sitio de EducAr que evoca amenamente la independencia
del país desde una perspectiva novedosa. Cuenta, además, con
diversos recursos didácticos como actividades para realizar en clase,
fuentes documentales y material audiovisual. Es un sitio interactivo
pensado para trabajar en el aula a partir de un recorrido
cronológico, conceptual y temático entre 1806 y 1816. La idea es
que los estudiantes puedan incorporar al tradicional abordaje del
siglo XIX rioplatense las diferentes miradas sobre el proceso
revolucionario. Para eso, se pueden tomar los puntos de vista de
dos personajes de la época: el hacendado y el esclavo, y ver así
diferentes aristas del conflictivo período. El material está
disponible en especiales9dejulio.educ.ar
|
* Se recomienda constatar vigencia de los eventos y cambios de horario. |
|
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario