http://spanish.ruvr.ru/2013_06_05/El-conflicto-interno-en-Turquia-se-hace-cada-vez-mas-recio-2837/
Las autoridades han empezado a emprender
tímidos intentos de apaciguar los disturbios que desde finales de la
semana pasada tienen por escenario la mitad de las ciudades turcas. El
pasado 4 de junio, el viceprimer ministro Bülent Arınç anunció su
propósito de reunirse con los promotores de las acciones de protesta y
reconoció que las causas originarias de su descontento —la ocupación del parque Gezi en Estambul— son justas y legítimas.
El
jefe del Gobierno, Tayyip Erdoğan, hasta ahora no ha hecho semejantes
declaraciones. Una chispa fatal ha incendiado, al fin, el duradero
conflicto larvado entre islamistas y kemalistas.
El
kemalismo, conocido también como las "seis flechas" (postulados), entre
los que figuran republicanismo, nacionalismo, estatismo, populismo,
laicidad y reformismo, es la ideología turca por excelencia. La promovió
en 1927 el jefe militar, reformador y primer presidente de Turquía,
Mustafa Kemal Atatürk.
Desde aquel entonces, han
transcurrido no pocos años pero, también hoy, en la sociedad turca
rivalizan dos enfoques en el desarrollo de la nación: integración en la
comunidad europea y apuesta por las tradiciones islámicas. Como es
sabido, los diez años del Gobierno de Erdoğan y de su partido islamista
de corte moderado, Justicia y Desarrollo, estuvieron marcados, por un
lado, por un impetuoso crecimiento económico y, por otro, por una blanda
islamización de las instituciones públicas, sociales y políticas.
La
intención de las autoridades de talar el parque Gezi en Estambul tan
solo ha servido de pretexto para que los sectores liberales hicieran
patente su descontento con los resultados de la islamización blanda,
opina el orientalista Serguéi Druzhilovski quien en entrevista a La Voz de Rusia destacó:
—Un
30 % de la población apoya el kemalismo. Otro 30 % son islamistas
convencidos, empeñados en cambiarlo todo, y el resto son, en lo
fundamental, habitantes rurales y aquellos que no han definido sus
creencias. De todas formas, no creo que los islamistas salgan a las
calles, porque esto desembocaría en una guerra civil. El Gobierno hará
todo lo posible para, de alguna manera, moderar las pasiones y entablar
un diálogo. Mientras el Gobierno aplicaba la política de islamización
blanda, todo marchaba bien. Pero, a la luz de la primavera árabe y la
guerra civil en Siria, el régimen adquirió una proyección más
autoritaria, al adoptar leyes de corte islamista. Opino que ello también
genera protestas. Por mucho que se diga, la sociedad turca es
preferentemente laica.
Evidentemente, Turquía
está al borde de una profunda crisis política, está convencido Stanislav
Tarásov, experto en problemas en Oriente Próximo. La confrontación
entre los islamistas y los kemalistas ha alcanzado su punto crítico.
Esto se produjo después de que Turquía se viera involucrada en los
procesos relacionados con la primavera árabe y, muy especialmente,
cuando estaba al borde de invasión militar en Siria. Esta probabilidad
provocó grandes protestas en el seno de la sociedad. Como consecuencia,
un 50 % de los turcos desaprueba la política exterior del gabinete de
Erdoğan, ha recalcado Tarásov:
—Muchas
fuerzas políticas exigen la dimisión de Erdoğan, por lo cual no
descarto un enroque. En estos momentos el presidente Abdulá Gül ocupa el
primer lugar por el índice de popularidad, seguido del líder de la
oposición, Kemal Kılıçdaroğlu, jefe del Partido Popular Republicano. Por
lo visto, serán los actores claves del futuro juego político.
Lo
que ahora acontece en las plazas y calles de Turquía, es una singular
prueba del entramado institucional. O incluso un hito. Se trata de una
confrontación meramente ideológica que plantea esta disyuntiva: Turquía
seguirá siendo un país laico o pasará a estar cada vez más islamizado. Y
esta confrontación crea un vacío que podría desembocar en una tercera
fuerza. Teóricamente, en el desarrollo de los sucesos podrían intervenir
los militares que en varias ocasiones protagonizaron cuartelazos en
este país.
De otro lado, Turquía, que sueña con
ingresar en la Unión Europea, ahora puede caer en la misma trampa en la
que ya se vieron otros países donde se produjeron revoluciones de color,
ha expresado el politólogo Alexéi Martínov a La Voz de Rusia:
—O
sea, comienzan unas acciones inofensivas de los ciudadanos que
protestan contra algo. Luego, estas acciones se acrecientan cual bola de
nieve y, en un momento dado, las autoridades deben tomar la decisión de
reprimirlas con toda severidad o atenerse al principio de tolerancia
europea. Es lo que observamos hoy en Turquía. Las autoridades han pasado
por alto el momento de actuar con rigidez. A mi modo de ver, han
perdido la oportunidad y estos sucesos ineludiblemente acarrearán sus
consecuencias.
Muchos expertos sostienen que
semejante guión podría repetirse también en Azerbaiyán. O sea, según ha
expresado Alexéi Martínov, una oleada de "revoluciones de colores"
provenientes del sur bajo el nombre convencional de "primavera árabe" se
acerca cada vez más a las fronteras de Rusia. Y Rusia debe estar
preparada para hacerles frente.
ach/as/sm
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