A raíz de que en el país persiste el encargo
político sobre temas y comentarios de acusado tinte rusófobo, la prensa
rumana está afanada en la búsqueda continua de la posibilidad de
demonizar a uno u otro político ruso, convirtiéndolo en una encarnación
de la “amenaza rusa”.
Hasta no hace mucho, el segmento
más hostil de la prensa empleaba como ejemplo del “ruso horrible” al
viceprimer ministro Dmitri Rogozin. Sin embargo, en los últimos tiempos
se redujo considerablemente la cantidad de pretextos para los exabruptos
rusófobos. La semana pasada, los rusófobos rumanos vivieron una
sorpresa grata e inesperada: el conocido filósofo y politólogo Alexánder
Duguin viajó hasta Kishiniov.
Pues bien, Alexánder
Duguin, famoso por su política antirrusa, declaró por un canal nacional
de televisión que “si en Moldavia aparece la OTAN y va a lanzar golpes
armados contra los pacificadores rusos en Cisdniestría, entonces, Rusia
recurrirá a medidas extremas de apoyo militar a esa región, pero solo en
respuesta a la invasión de unidades de la OTAN”. El experto ruso
precisó que Kishiniov contará con la cordura suficiente para impedir tal
drama.
El politólogo ruso se limitó, de facto, a indicar que Bucarest no debería seguir la senda del régimen de Saakashvili
y provocar un conflicto con la Federación de Rusia. Sin embargo, la
prensa rumana prefirió ver en las declaraciones de Duguin una amenaza
directa de ataque a Rumanía y Moldavia. Revista 22, de corte oficialista, escribió que el politólogo ruso era “el portavoz de una ofensiva ortodoxa”, mientras que el portal Romanian Global News publicó un artículo titulado “Declaraciones esquizofrénicas del Nuevo Goebbels de Putin”. La publicación Ziua Veche
salió con el titular “El esquizofrénico de Putin amenaza con una guerra
desde Kishiniov”. Una reacción tan compacta e histérica induce a pensar
que el politólogo ruso llegó a las neuronas de los rusófobos rumanos
que trabajan en los medios de difusión estatales.
En la
cúpula política rumana hay, en realidad, un número de aventureros
capaces de repetir el “escenario georgiano” en el Dniester, pero
afortunadamente no son muchos. Los aventureros, no obstante el apoyo
bastante sonoro de los medios de difusión rumanos a la parte rusófoba,
lo más probable es que no puedan plasmar sus planes agresivos, lo que no
atenúa lo provechoso de referirse, periódicamente, a las consecuencias
de ¡ni Dios quiera!, acciones indeliberado con respecto a los
pacificadores rusos.
sb/kg/sm
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