San Salvador, mayo 22 - El gobierno de El Salvador considera que la
audiencia que tendrá el jueves el presidente Mauricio Funes con el papa
Francisco podría marcar un hito importante en el proceso de canonización
de monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Funes aprovechará el encuentro privado con el pontífice para agradecerle que haya desbloqueado después de tanto tiempo la beatificación de Romero y darle impuso para que el país tenga su primer santo.
Al asumir en 2009, el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), encabezado por Funes, se propuso como prioridad la beatificación de Romero.
El gobierno considera que la llegada del primer papa latinoamericano facilitará concretar el sueño de sus 6,2 millones de habitantes.
En la sede de su embajada, ante numerosos retratos y pinturas de Romero, el embajador de ese país ante la Santa Sede, Manuel López, hizo declaraciones.
"El hecho de tener un papa latinoamericano, que conoce nuestra idiosincrasia, nuestra devoción, con un gran porcentaje de católicos, ha representado un nuevo impulso a esta causa", afirmó.
Señaló que el papa le había dicho a él mismo, cuando lo saludó tras su elección, que esperaba que en su pontificado lo pudiesen beatificar.
La Congregación para la Causa de los Santos abrió en 1997 la causa de monseñor Romero después de que la iglesia salvadoreña interpusiera en 1990 la petición para canonizarlo.
Romero, quien nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, fue asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte cuando oficiaba una misa.
En 1993, una Comisión de La Verdad creada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) señaló como responsable intelectual de su asesinato al fallecido mayor del ejército Roberto D'Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista.
Como arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), Romero denunció en sus homilías las violaciones de los derechos humanos y manifestó su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política en su país, que vivió una guerra civil entre 1980 y 1992 que provocó 75.000 muertos.
El embajador no cree que si hay un cambio político a nivel de gobierno en las próximas elecciones presidenciales de febrero de 2014, pueda haber una actitud diferente respecto de su causa porque el deseo de su canonización es algo que está enraizado en el pueblo salvadoreño.
"Su beatificación será un factor de unificación", sentenció.
Funes aprovechará el encuentro privado con el pontífice para agradecerle que haya desbloqueado después de tanto tiempo la beatificación de Romero y darle impuso para que el país tenga su primer santo.
Al asumir en 2009, el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), encabezado por Funes, se propuso como prioridad la beatificación de Romero.
El gobierno considera que la llegada del primer papa latinoamericano facilitará concretar el sueño de sus 6,2 millones de habitantes.
En la sede de su embajada, ante numerosos retratos y pinturas de Romero, el embajador de ese país ante la Santa Sede, Manuel López, hizo declaraciones.
"El hecho de tener un papa latinoamericano, que conoce nuestra idiosincrasia, nuestra devoción, con un gran porcentaje de católicos, ha representado un nuevo impulso a esta causa", afirmó.
Señaló que el papa le había dicho a él mismo, cuando lo saludó tras su elección, que esperaba que en su pontificado lo pudiesen beatificar.
La Congregación para la Causa de los Santos abrió en 1997 la causa de monseñor Romero después de que la iglesia salvadoreña interpusiera en 1990 la petición para canonizarlo.
Romero, quien nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, fue asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte cuando oficiaba una misa.
En 1993, una Comisión de La Verdad creada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) señaló como responsable intelectual de su asesinato al fallecido mayor del ejército Roberto D'Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista.
Como arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), Romero denunció en sus homilías las violaciones de los derechos humanos y manifestó su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política en su país, que vivió una guerra civil entre 1980 y 1992 que provocó 75.000 muertos.
El embajador no cree que si hay un cambio político a nivel de gobierno en las próximas elecciones presidenciales de febrero de 2014, pueda haber una actitud diferente respecto de su causa porque el deseo de su canonización es algo que está enraizado en el pueblo salvadoreño.
"Su beatificación será un factor de unificación", sentenció.
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