Les invitamos a leer fragmentos de esta entrevista.
¿Cuál será el tema central de la cumbre del G-8 del 17 y 18 de junio en Loch Erne?
—El
G-8 a nivel de líderes comprende siempre temas económicos y políticos.
Mucho depende de la presidencia. Los ingleses desean conversar sobre
cuestiones del comercio, de los gravámenes y de la transparencia. Estos
son tres temas que vienen siendo trabajados hace tiempo. Nos hemos
estado preparando para una participación activa en esa discusión. Pero,
por cierto que la agenda política será también muy intensa: comprende
Siria, lo asuntos iraníes y el Oriente Próximo. Es decir, estoy seguro
de que el G-8 dará que hablar de nuevo, como uno de los formatos que
determinan la economía mundial contemporánea y las relaciones
internacionales.
La cita de Loch Erne, además de
la reunión del G-8 será también de un encuentro de dos presidentes. Y he
aquí una pregunta de Tallin. “¿Qué asuntos serán fundamentales, aparte
del problema de Siria y del DAM, en la reunión de los presidentes Putin y Obama?”.
–Nos
hemos planteado un conjunto de temas para este debate. En los últimos
tiempos, los presidentes de Rusia y de EEUU han conversado más de una
vez telefónicamente; hubo también un intercambio de mensajes de Vladímir
Putin y Barack Obama. Por nuestra parte tenemos un conjunto de temas
mayúsculos, y hace tiempo no resueltos de carácter bilateral, y estoy
seguro que ellos serán planteados por la parte rusa en la cita de Loch
Erne. Es cierto que la agenda internacional, la global se encuentra, en
muchos sentidos en rápida evolución; será también imprescindible el
debate de las crisis regionales, así como los asuntos de la cooperación
de nuestros países en esferas tales como la estabilización en
Afganistán, la solución en el Oriente Próximo, y este listado puede
continuar. En cualquier caso, estoy seguro que la conversación será muy
concreta e intensa y, como siempre, durante el contacto de los líderes
se percibe la escasez aguda del tiempo asignado para estos intercambios.
No dudo que así sucederá también esta vez.
En los
últimos tiempos hemos sido testigos de un intercambio diplomático
enérgico entre EEUU y Rusia. Hasta Moscú viajaron Donilon y Kerry. Después de eso, el ministro Lavrov
se entrevistó dos veces con Kerry, y Pátrushev viajó a EEUU.
Naturalmente que, tal actividad se debe, entre otras cosas, a los
preparativos para las reuniones de Obama y Putin, al intento de mejorar
nuestras relaciones. Sin embargo, surge una pregunta: ¿qué necesitan los
estadounidenses de nosotros?
–Bueno, en primer
lugar se realizaron ya tres encuentros personales del ministro (Lavrov) y
del secretario de Estado (Kerry). El último de ellos, el 27 de mayo en
París, en el que estuvo centrada la atención en Siria. La intensidad de
estas reuniones depende de numerosos factores. Los norteamericanos
desean de nosotros muchas cosas. Entre otras, quieren la continuación de
las conversaciones sobre los armamentos nucleares, desean el
ahondamiento de la cooperación en algunas cuestiones regionales, lo que
nosotros queremos también, así como queremos que apliquen mucho menos
sus sanciones unilaterales que consideramos ilegítimas, que presten una
atención mayor al equilibrio de intereses, internacional en general, y
de los nuestros en particular, cuando se trata, por ejemplo, de asuntos
tales como la política de visados de EEUU.
A
continuación del acto terrorista en Boston se conocieron declaraciones
de Rusia y de EEUU, en el sentido de que será reforzada la cooperación
de los servicios especiales de los dos países, en el combate a las
amenazas terroristas. Luego de tale declaraciones, ¿hubo ya algunas
acciones concretas?
–Así es. Hubo tales acciones
pero, está claro que si me voy a referir a ellas a través del micrófono,
ello contravendrá la lógica y la ideología de tales acciones de la
cooperación de nuestros servicios correspondientes. Le puedo asegurar
que, está en marcha una labor muy intensa, sobre todo de carácter
antiterrorista, en el que es muy considerable el potencial para el
entendimiento mutuo entre Moscú y Washington. Antes no colaborábamos
mal, y ahora, después de lo ocurrido en Boston, los impulsos políticos y
la necesidad práctica de tal colaboración han convergido de nuevo a un
mismo punto y, el trabajo se ha dinamizado. Esta labor se proyecta a
nuevos límites.
sb/kg
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