LA PATRIA
Hay veces que
escribo azotado por la cicuta y la hiel
y las desilusiones de las cuales me
hago responsable. Desilusionado porque la levadura no hace crecer el pan y el que
crece no se colectiviza.
Al borde de la locura o en la
locura misma la cual me facilita al menos tratar de comprender la horrible normalidad de los parámetros éticos que
rigen la sociedad en la cual
vivo. Oprimente e injusta
para las
mayorías y protectora de esa minoría que
a diario convierte en
caos lo que podría ser una utopia
con posibilidades de convertirse
en realidad.
A diario la muerte canta su
tétrico himno por todos los rincones
de la patria la repetición
la convierte en algo
normal para la ciudadanía
salvadoreña que ya
ni siquiera se
espanta de la omnipresencia de
la muerte violenta por todos los
rincones de la nación.
Si nosotros generacionalmente hemos
puesto y continuamos poniendo todas nuestras endebles
fuerzas buscando construir una
patria mejor, al
mismo tiempo; nos damos
cuenta que vivimos en una sociedad reacia al cambio.
Estamos cerca ya de otras
elecciones presidenciales
de cuyas
resultantes dependerá en gran
medida los destinos de
esta nación. Por un lado, la derecha defendiendo un sistema
económico que nunca
ha funcionado, sino
a favor de unos pocos y por
el otro; el pueblo
y su candidato
tratando de presentar una plataforma
que nos
ayude a intentar erigir
parámetros socioeconómicos políticos y
educativos que poco a poco lleven
al futuro mandatario y a nuestro pueblo a construir una patria mejor
que el pueblo demanda, sino que
merece.
No nos vamos a poner a construir castillos
en el aire, sino semillas en tierra
bien surcada que nos
produzca una mejor cosecha
colectiva.
No es odiando como vamos
a sembrar amor, no
es confrontando como vamos
a establecer un diálogo
simbiótico entre todas las
fuerzas que mueven a
nuestra sociedad, ni con
la especulación ni el
rumor como vamos
a resolver nuestras problemáticas sino con una unidad sólida,
fraterna y solidaria para salir
adelante.
La patria está como está y de ello todos y todas
somos responsables por no trabajar con una visión
clara de presente y futuro.
Si hemos de soñar hagamos que nuestros
sueños se conviertan en realidad, ello
sólo lo lograremos con disciplina e incondicionalidad para hacer lo mejor que podamos y desde la
trinchera en la cual trabajamos
teniendo como tarea
inmediata la creación de una sociedad en la cual toda la
ciudadanía podamos vivir en paz con
justicia social lo cual ha
sido el sueño histórico de
nuestro heroico pueblo.
Es inmoral y anti ético continuar diciendo que
vivimos en el país de la
sonrisa como recientemente lo expresó en público un alto
funcionario del gobierno, debemos aceptar que
tenemos una infinidad
de problemas y que es nuestro deber buscar las
soluciones más apropiadas.
Los dirigentes no deben discriminar a la juventud, al
contrario; sebe debe motivar para que se
preparen y poder tomar con dignidad las
riendas de la patria, los viejos
tenemos que apostarle de lo que queda
de nuestras fuerzas poniendo nuestra
sabiduría producto de la experiencia de nuestro largo viaje al
servicio de la colectividad,
la cual tiene el
deber de empujar con toda la
sinergia posible el tren de
nuestra historia.
Si actuamos de manera incoherente
estrujemos nuestra demencia ya que
la sabiduría más profunda son el producto de la brillantez de
algunos locos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario