ACTO FINAL
I STILL THINK THAT EVERYTHING IS THEATRE.
Ich denke immer noch, dass alles THEATRE
Sentado en una inmensa mecedora para la cual el Ebanista Chico Pirinola había aserrado tres madroños centenarios, el viejo TUMA con sus largas talegas que mas parecían dos largas anclas de barcos piratas al aire, veía pasar los azacuanes los cuales contaba con semillas de anona colorada para tantear cuando caería la primera tormenta y recordar siempre que era en esa misma época cuando comenzaba sus campañas militares contra los cristeros de Mons. Colindante y Mons. Alasquebradas y más que todo cuando se soltaba en brama permanente como potro chúcaro sin dueño cuyas resultantes fueron brigadas de Brigadas de Valquirias Rubias quienes siempre hicieron Guardia de Honor a su susodicho padre antes y después de cada campaña sin mucho importar los resultantes.
Alicia de Ateolandia lo veía sin cuidado y aunque algunas veces le cubría sus enormes nalgas coloradas para que no lo picaran los jejenes, jamás temió a que el al Toro de Lidia le fuera a dar una avitaminosis anémica ya que aun a sus ochenta y cinco años, más los que se había quitado por olvido de nacimiento, se tragaba 10 pollos de una sentada y deglutía dos cajas diarias de taravillazos capaces de emborrachar a una brigada de combatientes.
TUMA mantenía al Ing. Cruzado y a Wilmo Borgia para que le estuvieran dando aire en las nalgas achotadas, con dos enormes abanicos de plumas de faisán que le había regalado la reina de Taiwán en su último viaje donde exhibiera los últimos inventos de TUMITA, por los cuales Johnny Billmaker, el Encantado, había recibido el premio Chino “Rosamela Chingada” el cual sólo se entrega a grandes inventores de milagros como es el de la silla de ruedas voladora y de los
aviones con retroceso que fue la última presentación en la Feria de Los Milagros Mecánicos y bueno, también la promesa de venta de que la silla de rueda sólo estaba direccionada para el cielo, es decir; que montarla daba lugar al último paseo.
TUMA se había poblado de una melena y una barba azul que parecía un león marino saliendo del ártico o un guerrero troyano en tiempos modernos. Había agarrado de platicar donde el Dr. Espino sobre las operaciones de próstata que éste había practicado a los largo de la vida, a la cual TUMA nunca se había querido someter o no había tenido el valor por el temor a que sus esfínteres hemorroidosos quedaran de Gorro Frigio en la percánica del doctor. El Doc. Espino le pedía no afligirse, podía necesitarse una intervención de urgencia y le ponía de ejemplo a Julio Ascendido quien quedó enviciado del placer de la operación y hasta se inventaba males para que el Dr. Espino le introdujera la percánica que era algo así como una extensa lavativa o una cuerda de San Francisco de carne oreada y exclamaba y juraba ante Dios que después de la operación hasta la depresión maníaca había perdido y que le había dado mucha suerte en la lotería.
TUMA le zampó un solo manotazo al Dr. Y le ordenó que se retirase de su presencia. Cuando quedó solo, monologaba, huevos decía, ese cabrón me quiere clavar y recordaba el número de muertos recientes en la clínica del Dr., trayendo a cuenta la calvicie prematura y las enfermedades gastrointestinales de los cuales morían los pacientes.
Elizabeta Tetas llegó con las mamas que se le habían bajado hasta las rodillas. Que ricura de mujer, exclamó TUMA, todavía tenés para las futuras generaciones!
Si Wence estuviera vivo, continuó, ya te burrera y completarías la media docena de muertas de placer.
El telón rojo que era una gran bandera del Partido Nacionalista de Ateolandia, se cerró y los cuernos de guerra anunciaron que el auditorio había entrado al teatro. Un bombazo de R4, también anunciaba la presencia de las Fuerzas Guerrilleras Rojinolas, las cuales comandadas por Pedro Dañino llegaban armados hasta los dientes con RPK, lanza cohetes RPG7, Katiuskas y cañones sin retroceso
disparando andanadas de balas trazadoras como en los tiempos cuando las huestes cristeras de Mons. Colindante y Mons. Alasquebradas, se rindieran a las fuerza godas del Brigadier Comandante en Jefe TUMA.
El fuego nutrido de las armas de guerra iluminó el cielo de Ateolandia que más parecía una inmensa luna tornasol mientras en movimientos sobrios se corría el telón.
El viejo Ponciano Montañés y Ermitaño, Monje Trapense y Filósofo Mayor de Ateolandia, con el cabello alborotado que le caía hasta las secas nalgas, más parecía un desmelechado golden retriever que el Padre de la Filosofía Comunal, apareció sentado en una vieja perezosa de bejucos, a su diestra la Jueza Esperanza Peluzzada y su siniestra la siempre hermosa Juanita Kantilano Galloprieto del brazo del Capitán de Corveta Mauro Girón f0rmaban la Corte de Honor de TUMA, el Inmortal. Al otro costado del escenario venia entrando Johnny Billmaker, el Encantado acompañando del embajador del Orinoco Dr. Fredy Rugidor quien a sus vez se acompañaba de la ex diputada Jackelina Avalancha Riviera y de 33 nietos que el embajador le había metido a diferentes cortesanas, junto a ellos Elizabeta Tetas y los ingenieros Cruzado y Wilmo Borgia, dirigían un carruaje tirado por veinte percherones donde venia TUMITA y Alicia de Ateolandia mientras el pueblo Ateo aplaudía y las rubias valquirias les tiraban flores blancas a toneladas, amapolas que más tarde serian procesadas en la máquinas mefistofélicas a vapor de uranio inventadas por el Ing. Freddy Taravilla graduado en las universidades árticas de Kempville y Yellow Knife quien a la vez venia con una locomotora de doscientos carros piloteada por el Ing. de trenes, Fidelino, el Tuerto. En los carros de la locomotora se veían barbacoas aéreas donde cien lechones, doscientos toretes, cuatrocientos tepezcuintes y un alambique eléctrico de cien mangueras producía whiskey por toneladas cúbicas, mientras el pueblo absorbía polvos celestiales y se bañaba en la tormenta imparable de esencias de dioses.
El Comandante Dr. Tertuliano Brameterna vestido en una túnica ámbar más celestial que terrena golpeó el hierro con su martillo jurídico y expresó que bien venía las palabras finales y que en nombre del Derecho Constitucional e Internacional condenaba a la iglesia cristera y la reacusaba de haber causado la guerra y condenaba a cadena perpetua sin derecho a apelación a los Monseñores Colindante y Alasquebradas.
El Irreverente TUMA y Johnny Billmaker, el Encantado, dieron la orden de disparar diez cañonazos que cubrieron el espacio aéreo de monedas de oro las cuales caían como lluvia de cosecha comunal en las arcas populares.
Viva la vida explotó TUMA, Viva el recuerdo0 de Wence, el homo erecto Ad Infinitum, con un grito que rompió fronteras.
Iván Rojinol, Junto a José Luis Funesto y Davisinho Rivadavia transmitían por Radio Ateolandia, los sucesos épicos al mundo. Ponciano, que se había volado a una percha esquinera monologó: Qué bello es el teatro épico!
Alicia de Ateolandia lo veía sin cuidado y aunque algunas veces le cubría sus enormes nalgas coloradas para que no lo picaran los jejenes, jamás temió a que el al Toro de Lidia le fuera a dar una avitaminosis anémica ya que aun a sus ochenta y cinco años, más los que se había quitado por olvido de nacimiento, se tragaba 10 pollos de una sentada y deglutía dos cajas diarias de taravillazos capaces de emborrachar a una brigada de combatientes.
TUMA mantenía al Ing. Cruzado y a Wilmo Borgia para que le estuvieran dando aire en las nalgas achotadas, con dos enormes abanicos de plumas de faisán que le había regalado la reina de Taiwán en su último viaje donde exhibiera los últimos inventos de TUMITA, por los cuales Johnny Billmaker, el Encantado, había recibido el premio Chino “Rosamela Chingada” el cual sólo se entrega a grandes inventores de milagros como es el de la silla de ruedas voladora y de los
aviones con retroceso que fue la última presentación en la Feria de Los Milagros Mecánicos y bueno, también la promesa de venta de que la silla de rueda sólo estaba direccionada para el cielo, es decir; que montarla daba lugar al último paseo.
TUMA se había poblado de una melena y una barba azul que parecía un león marino saliendo del ártico o un guerrero troyano en tiempos modernos. Había agarrado de platicar donde el Dr. Espino sobre las operaciones de próstata que éste había practicado a los largo de la vida, a la cual TUMA nunca se había querido someter o no había tenido el valor por el temor a que sus esfínteres hemorroidosos quedaran de Gorro Frigio en la percánica del doctor. El Doc. Espino le pedía no afligirse, podía necesitarse una intervención de urgencia y le ponía de ejemplo a Julio Ascendido quien quedó enviciado del placer de la operación y hasta se inventaba males para que el Dr. Espino le introdujera la percánica que era algo así como una extensa lavativa o una cuerda de San Francisco de carne oreada y exclamaba y juraba ante Dios que después de la operación hasta la depresión maníaca había perdido y que le había dado mucha suerte en la lotería.
TUMA le zampó un solo manotazo al Dr. Y le ordenó que se retirase de su presencia. Cuando quedó solo, monologaba, huevos decía, ese cabrón me quiere clavar y recordaba el número de muertos recientes en la clínica del Dr., trayendo a cuenta la calvicie prematura y las enfermedades gastrointestinales de los cuales morían los pacientes.
Elizabeta Tetas llegó con las mamas que se le habían bajado hasta las rodillas. Que ricura de mujer, exclamó TUMA, todavía tenés para las futuras generaciones!
Si Wence estuviera vivo, continuó, ya te burrera y completarías la media docena de muertas de placer.
El telón rojo que era una gran bandera del Partido Nacionalista de Ateolandia, se cerró y los cuernos de guerra anunciaron que el auditorio había entrado al teatro. Un bombazo de R4, también anunciaba la presencia de las Fuerzas Guerrilleras Rojinolas, las cuales comandadas por Pedro Dañino llegaban armados hasta los dientes con RPK, lanza cohetes RPG7, Katiuskas y cañones sin retroceso
disparando andanadas de balas trazadoras como en los tiempos cuando las huestes cristeras de Mons. Colindante y Mons. Alasquebradas, se rindieran a las fuerza godas del Brigadier Comandante en Jefe TUMA.
El fuego nutrido de las armas de guerra iluminó el cielo de Ateolandia que más parecía una inmensa luna tornasol mientras en movimientos sobrios se corría el telón.
El viejo Ponciano Montañés y Ermitaño, Monje Trapense y Filósofo Mayor de Ateolandia, con el cabello alborotado que le caía hasta las secas nalgas, más parecía un desmelechado golden retriever que el Padre de la Filosofía Comunal, apareció sentado en una vieja perezosa de bejucos, a su diestra la Jueza Esperanza Peluzzada y su siniestra la siempre hermosa Juanita Kantilano Galloprieto del brazo del Capitán de Corveta Mauro Girón f0rmaban la Corte de Honor de TUMA, el Inmortal. Al otro costado del escenario venia entrando Johnny Billmaker, el Encantado acompañando del embajador del Orinoco Dr. Fredy Rugidor quien a sus vez se acompañaba de la ex diputada Jackelina Avalancha Riviera y de 33 nietos que el embajador le había metido a diferentes cortesanas, junto a ellos Elizabeta Tetas y los ingenieros Cruzado y Wilmo Borgia, dirigían un carruaje tirado por veinte percherones donde venia TUMITA y Alicia de Ateolandia mientras el pueblo Ateo aplaudía y las rubias valquirias les tiraban flores blancas a toneladas, amapolas que más tarde serian procesadas en la máquinas mefistofélicas a vapor de uranio inventadas por el Ing. Freddy Taravilla graduado en las universidades árticas de Kempville y Yellow Knife quien a la vez venia con una locomotora de doscientos carros piloteada por el Ing. de trenes, Fidelino, el Tuerto. En los carros de la locomotora se veían barbacoas aéreas donde cien lechones, doscientos toretes, cuatrocientos tepezcuintes y un alambique eléctrico de cien mangueras producía whiskey por toneladas cúbicas, mientras el pueblo absorbía polvos celestiales y se bañaba en la tormenta imparable de esencias de dioses.
El Comandante Dr. Tertuliano Brameterna vestido en una túnica ámbar más celestial que terrena golpeó el hierro con su martillo jurídico y expresó que bien venía las palabras finales y que en nombre del Derecho Constitucional e Internacional condenaba a la iglesia cristera y la reacusaba de haber causado la guerra y condenaba a cadena perpetua sin derecho a apelación a los Monseñores Colindante y Alasquebradas.
El Irreverente TUMA y Johnny Billmaker, el Encantado, dieron la orden de disparar diez cañonazos que cubrieron el espacio aéreo de monedas de oro las cuales caían como lluvia de cosecha comunal en las arcas populares.
Viva la vida explotó TUMA, Viva el recuerdo0 de Wence, el homo erecto Ad Infinitum, con un grito que rompió fronteras.
Iván Rojinol, Junto a José Luis Funesto y Davisinho Rivadavia transmitían por Radio Ateolandia, los sucesos épicos al mundo. Ponciano, que se había volado a una percha esquinera monologó: Qué bello es el teatro épico!
PAUL FORTIS
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