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viernes, 2 de julio de 2010

Memorias


Este trágico domingo en que doce muchachos fueron atrapados en unas vías de la totalmente abandonada estación de Castelldefels: nadie para informar de nada. En el que las autoridades se movilizaban para imponer el discurso único de la “irresponsabilidad”. Ese día, esata era la conversación con la gente, una conversación que a lo largo de la semana ha tenido más variantes. Entre ellas, una especialmente inquietante: la ha vuelto ha mostrar la peste de reacciones racistas en una parte de la ciudadanía que se ha alegrado que las víctimas fuesen “latinos”. La mentaliad del "apartheid" no está de hecho, tan lejana…
Este mismo domingo, menda comenzaba el día ojeando la prensa en la librería local, y podía comprobar como el ABC, el diario monárquico que en Andalucía te encuentra hasta bajo las piedras, regalaba el DVD de El laberinto del fauno, la casi obra maestra de Guillermo del Toro, con su homenaje al “maquis” (con una sublime Maribel Verdú), y con un retrato de lo que fueron los militares franquistas ajustado a la realidad concreta como un guante. Todo esto es muy curioso, como lo son las fotografías que en el suplemento se dedican a la “vergüenza” del “apartheid”, con una lista de fotos que cuando eran el pan nuestro de cada día en Sudáfrica, y fueron durante mucho tempo invisibles para los medios establecidos.
Era tiempos en los que Nelson Mandela era tildado invariablemente de “terrorista, y hasta en diarios “de izquierdas” como El País, se publicaban artículos en los que se describía la Sudáfrica del “poder blanco” en términos parecidos a los siguientes: "...la selva virgen cede paso, cada vez de modo mas Intenso, a las carreteras; ciudades y pueblos, postes, telégrafos; puentes y edificios de todas clases…Todo ello se debe a que el Sur de África fue colonizado por hombres blancos procedentes de Europa hace más de tres cientos años...". El responsable de estas líneas, un reputado "africanista" español, prosigue comparando a los bóers con la comunidad amish popularizada en la película El único testigo (Whiness, USA, 1984), el famoso “thriller” de Peter Weir con Harrison Ford, y que insisten en vivir bajo formas de vida preindustriales. Los amish son un grupo, que en sus convicciones religiosas, mantienen características similares a de los cuáqueros. Los Amish también son (o al menos, eran) pacifistas integrales que se niegan a participar en las guerras, que trabajan y viven sin ánimo de lucro. O sea exactamente todo lo contrario que los bóers. Esto no les impedirá continuar con el mismo tono: "Todos los países vecinos negros son marxistas o tienen regímenes dictatoriales, y en todos la corrupción, mala administración y penuria económica son caracteres generales."
También se evocan los largos años del “apartheid” en relación al Estado sionista, sobre todo por su pretensión de arrinconar a los palestinos (cuyos rostros y derechos desaparecen bajo el epígrafe de “fundamentalistas islámicos”), y los que tienen memoria y conocimiento recuerdan que, desde finales de los años cuarenta, el régimen de Sudáfrica y el de Tel Aviv, fueron uña y carne, y ambos colaboraron estrechamente en las áreas de alimentar la “contra” en los países del Cono Sur africano que se habían liberado del ultracolonialismo portugués. También han sido numerosas las voces que se han remitido a la campaña internacional que a lo largo de los años ochenta se llevó a cabo contra el régimen de Pretoria, y que jugó un papel decisivo en su desmantelamiento.
Con estas notas en la cabeza, he accedido estos días vía emule a una película muy notable, El cuarto Reich (White Rage, 1991), de Manie Van Rensburg, que cuenta la verdadera historia del nacimiento de esta fuerza política. “White Rage” nace en 1939 cuando el mundo está en guerra. Blancos y negros probablemente corren a unirse a las fuerzas aliadas. Pero en Sudáfrica miles de patriotas Afrikaners se unen a una organización de ultra derecha que se opone violentamente a los británicos. De repente encontramos hermanos contra hermanos. Los nazis, necesitando materiales de guerra estratégicos, vuelven su atención hacia la única fuente alternativa, Sudáfrica. Hitler en persona ordena Una operación para tomar el control del país. Se encuentra con el campeón de boxeo sudafricano Robey Leibbrandt, reclutado por los nazis en Berlín durante lo Juegos Olímpicos de 1936. La misión de Leibbrandt era asesinar al Primer Ministro Sudafricano, General Jan Smuts.
Pero el intento de golpe de estado de Leibbrandt es abortado por la acción de un solo hombre. “White Rage” es un duro alegato político narrado con precisión y veracidad. Es también la historia de un policía igualmente “afrikaners” (sus padres murieron en un campo de concentració británico), que se infiltró en sus filas y logró desactivar su trama criminal. Arriesgó su vida, perdió a su familia, y el régimen racista lo condenó al ostracismo y la ruina. La historia de un héroe desconocido. Después de la guerra algunos de los más prominentes nazis “afrikaners” formaron en 1948 el gobierno que creó el apartheid.… La película me traía a la memoria la primera obra importante que aquí se publicó el “poder blanco”, me estoy refiriendo al libro de Annie Franco, Sudáfrica: nazismo y apartheid (Edició de Materials, Barcelona, 1967), tuvo edición tanto en castellano y en catalán, de ahí que esta valiente editorial tuviese los días contados.
También he podido revisar Bopha! (USA, 1993), la primera y última película dirigida por Morgan Freeman, y también muy asequible. Trata de un punto muy polémico del apartheid: el de los nativos reclutados para la policía que reprimía a sus hermanos de raza. Existían no solo para detener a los suyos, los habían también entre los que los que torturaban o chivateaban en la convicción, bien de que no había nada que hacer y por lo tanto era mejor apostar por los que pagaban, o porque creían que había que respetar la ley como si Sudáfrica pudiera tener un sistema legal marginando de la vida pública a la gran mayoría de su población. Estos “traidores” suscitaban un odio especial entre los “militantes” (del ANC o de otras organizaciones antirracistas), y sus vidas se fue haciendo cada vez más insoportable considerando que habitaban en los mismos barrios periféricos al de los blancos. En la medida en que dichos barrios se fueron convirtiendo en auténticos hervideros de la resistencia, la vida de estos nativos adoptados por la policía blanca para los trabajos más sucios, se fue haciendo cada vez más insostenible, y muchos de ellos murieron castigados con un método horrible: quemados entre las ruedas de coche que le aprisionaban.
Anotemos que Bopha! es una palabra del lenguaje zulú que significa señala a alguien que la policía paraba por lo general o arrestaba, y que también se aplicaba a los policías negros como Micah Magesa (el muy comprometido Danny Glover), al que su hijo Zweli (Maynard Ezlashi, el estupendo protagonista de Mr. Johnson, de Bruce Beresford) repudia.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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