Tesis 11
“Generalmente hablar de
Gaza o de la Palestina ocupada me remite a la génesis de lo que
realmente le ha sucedido al pueblo palestino, a mi pueblo, porque yo
formo parte de esa diáspora que se vio obligada dispersarse por el
mundo”, así inició su charla Tilda Rabi, presidenta de la Federación de
las Entidades Argentino-Palestinas (FEAP) para luego intercambiar
opiniones ante una concurrida presencia de interesados en conocer las
razones de esta nueva catástrofe que por estos días tiene lugar en Gaza. Esta
tercera operación de castigo puesta en marcha por Israel desde que se
inició el cerco de la Franja de Gaza en 2007, ha provocado una tragedia
humanitaria que supera ya las 2000 víctimas mortales palestinas, la mayoría de ellas civiles (entre ellas, muchos niños), señala Rabi.
“Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”
Asistimos al último capítulo bélico de un conflicto que echa sus raíces en las últimas décadas del siglo XIX, cuando Palestina era una provincia del imperio otomano y un sector del judaísmo europeo decidió crear allí un estado judío. Tilda Rabi, se refiere al I Congreso Sionista, celebrado en Basilea en 1897, que aprueba una resolución para planear la creación de ese estado y, decide que se ubique en Palestina. En esos años se llevan a cabo las primeras aliyah (migraciones), que podrían resumirse en la frase adjudicada a Israel Zangwill, “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
“El conflicto no es étnico ni religioso, es político”
Y así lo demuestra la historia. Palestina era una realidad muy diferente nos cuenta Tilda Rabi. Una población de medio millón de árabes, con 80.000 cristianos y 25.000 judíos en pacífica convivencia y étnicamente indiferenciables, habitaba 672 localidades con un sector agrícola y una industria manufacturera en desarrollo. Pero el proyecto sionista ya se había puesto en marcha y en paralelo a la llegada de colonos se compran tierras a propietarios árabes absentistas que no viven en Palestina. Hacia 1910 la población judía aumenta a 75.000 personas y controla ya 75.000 hectáreas de tierra. La caída del imperio otomano -al acabar la I Guerra Mundial– hará que el potencial conflicto se haga realidad. Siempre se trató y se trata también hoy de un proyecto imperial, concluye Rabi.
Sionismo: De un pueblo, un Estado a un proyecto Imperial y genocida.
El nacimiento del sionismo está ligado política e ideológicamente a la eclosión de los nacionalismos europeos del siglo XIX, que tuvieron como bandera común la idea de «un pueblo, un Estado» y que está en el origen del concepto de Estado-nación. Al calor de esa idea se formaron distintos Estados europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de Estados con similar cultura y lengua (como Italia y Alemania). Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, nació “el nuevo imperialismo “y aparecieron las nuevas doctrinas de la superioridad racial que condujeron a la creación de partidos, y más tarde, regímenes fascistas. En este ambiente excluyente se desarrolló el antisemitismo, que en esencia considera a los judíos como pueblo sin patria, ajenos al cuerpo de la nación y enemigos potenciales de ésta. La reacción de la burguesía judía europea a esta hostilidad y este antisemitismo fue la búsqueda de un proyecto político del que da cuenta el nacimiento de las corrientes sionistas que predicaban la necesidad de crear un Estado para los judíos europeos. Fue, en realidad, la respuesta a este ambiente hostil.
El sionismo se puso como objetivo primario la creación de un Estado judío, considerando que con ello devolvía a los judíos su estatus de nación y acabaría con el antisemitismo al que estaban sometidos en Europa, dice Tilda Rabi.
Las ideas y objetivos del sionismo fueron transformados en un proyecto colonial siguiendo la tendencia general de los nacionalismos europeos en la era del llamado “Nuevo Imperialismo”. Así, en 1897 nace la Organización Sionista Mundial (órgano político del Movimiento Sionista), fundada en Basilea (Suiza) por Theodor Herzl, considerado el padre del sionismo en general y de la rama política en particular (otras corrientes son: el sionismo socialista, el sionismo revisionista, el sionismo religioso, etc.).
De víctimas a perseguidores
Tilda Rabi, hace un alto en esta historia -siempre atravesada por distintos intereses imperiales– para recordar que los británicos estaban interesados por el petróleo de Irak y su evacuación por vía marítima, pero más aún por los oleoductos que de ese país llegaban a las costas de Palestina. De allí, la honda conexión entre los intereses británicos y la consolidación del sionismo en Palestina. El Gobierno británico favoreció la compra de tierras y la instalación de colonias judías, mientras los grandes capitalistas sionistas servían financieramente a dicho gobierno y tenían grandes inversiones en las compañías petroleras.
La verdadera intención y las huelgas Palestinas de 1922 y 1936
Los palestinos no se oponían a la llegada de inmigrantes judíos, siguiendo así la tradición árabe que acogía a los judíos perseguidos en Europa desde la época de la Inquisición. En esos momentos no se hablaba ni había sospechas de que aquella oleada de inmigrantes judíos estaba vinculada a un proyecto de colonización sionista. Tilda Rabi cita dos acontecimientos que revelan las primeras respuestas del pueblo palestino, advertidos del proyecto imperial sionista, cuando la Unión Soviética da a conocer documentos secretos que revelaban la verdadera intención. Cita inicialmente la huelga de mujeres que tiene lugar en 1922 para luego explayarse sobre la Gran Huelga General que empezó como un acto de desobediencia civil por parte de los palestinos hacia la administración colonial británica y las colonias sionistas. En 1936, los dirigentes palestinos, liderados por Hajj Amin al-Husayni, declararon la huelga para protestar contra la política colonial británica y las facilidades que ponía para la inmigración judía a Palestina, exigiendo elecciones inmediatas que, basadas en su mayoría demográfica y su derecho histórico, habrían resultado en un gobierno palestino democrático.
Los palestinos declararon su negativa a pagar impuestos a las autoridades británicas como oposición explícita a la inmigración sionista. Un blanco particular de huelguistas fue el oleoducto TAP que iba de Kirkuk (Iraq) a Haifa (Palestina) construido sólo unos años antes, y que fue destruido en varios puntos de su trayecto. Se produjeron también ofensivas a vías férreas y colonias sionistas, tanto individualmente como en grupos.
La huelga finalizó provisionalmente en octubre de 1936 y la resistencia colectiva se detuvo alrededor de diez meses mientras la Comisión Peel (designada por Gran Bretaña y la Sociedad de Naciones) deliberaba y recomendaba la partición de Palestina en dos Estados. Con el rechazo de esta propuesta la revuelta se reanudó de forma masiva durante el otoño de 1937, marcado por el asesinato en Nazareth del comisionado Andrews a manos de un grupo sionista. La rebelión se prolongó durante 1938 y 1939.
La creación del Estado Judío en Palestina y la política del terror.
Tras el fin de la II Guerra Mundial y la consternación que produjo en la comunidad internacional el Holocausto nazi, las potencias vencedoras deciden acelerar la fundación del Estado judío en Palestina. A su vez, la voluntad expresada por Gran Bretaña de poner fin a su Mandato en Palestina, haría que las potencias pensaran en reconfigurar el territorio palestino como lo hicieron en varias regiones del Este de Europa, señala Tilda Rabi. El 9 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva York, aprobó una resolución (Resolución 181) que recomendaba un plan de partición de Palestina. El plan de la ONU proponía dividir Palestina en dos Estados, uno judío y otro palestino árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional. El rechazo de los palestinos y el Mundo Árabe a este plan que divide Palestina y entrega parte de ella a colonos judíos europeos sin consultar a los palestinos, tuvo como consecuencia la guerra árabe-israelí de 1948, nos recuerda Tilda Rabi.
En 1947, los colonos judíos formaban sólo un tercio de la población de Palestina y poseían sólo un 6% de la tierra, pero el plan de partición, del 29 de noviembre de 1947, otorgaba al Estado judío un 55% de la superficie total de Palestina. El Estado palestino tendría, en su mayoría, una población árabe palestina, mientras que el Estado judío tendría casi tantos árabes como judíos. Los palestinos rechazaron la partición. Los sionistas la aceptaron, aunque tenían objetivos más expansionistas. En 1938, durante anteriores proposiciones de partición, Ben Gurion declaró, “cuando nos convirtamos en un poder fuerte después del establecimiento del Estado, aboliremos la partición y nos extenderemos por toda Palestina”. El territorio y la homogeneidad étnica fueron los dos principios fundamentales que guiaron a los sionistas en su proyecto de creación del Estado de Israel y en la partición de Palestina- sostiene Tilda Rabi- y agrega el Movimiento Sionista buscó el control de todo el espacio de la Palestina histórica y la construcción de un Estado para los judíos que exigía la limpieza de otras etnias de dicho espacio.
“La estrategia fue el uso del terror para expulsar al máximo número posible de palestinos del territorio que las potencias designaron para los colonos judíos. La táctica de atacar pueblos pequeños, asesinar a sus habitantes y quemar sus casas, sirvió y funcionó para extender el pánico entre la población palestina y forzarla a abandonar sus tierras”, concluye Rabi, para luego hacer notar que a pesar de que el sionismo recurra a la identidad confesional –el judaísmo- como elemento legitimador y que por su parte el Islam haya sido un componente importante del nacionalismo árabe, “el conflicto israelí-palestino no es un conflicto religioso: encontramos gran diversidad étnica entre los judíos y diversidad confesional entre los palestinos.” Además, los palestinos se encuentran desde 1948 dispersos entre varios países; menos de la mitad de ellos permanece en el territorio y el resto son refugiados. En tanto, Israel es un Estado de reciente creación, y en medio siglo no ha logrado la reunificación de todos los judíos (sólo una tercera parte vive en Israel), . “Su objetivo estratégico es la sobrevivencia como Estado (asegurando a toda costa su seguridad) y el mantenimiento de su carácter judío, tanto en lo nacional como en lo demográfico, comprometiendo para ello incluso el carácter democrático de su sistema político con prácticas discriminatorias y racistas excluyentes”.
Palestina ocupada y la teoría de los dos demonios: Piedras y armas
Es cierto que la historia de hoy, la masacre que se ha producido en la Franja de Gaza a manos de las fuerzas militares y el gobierno israelí “no puede explicarse desde la teoría de los dos demonios”, señala con contundencia Tilda Rabi. No hay equivalencias, afirma. Y vuelve a explicar: “ Se trata de ocupantes y de territorios ocupados, usurpados con violencia y muerte, no me refiero sólo a los datos que arroja hoy esta terrible realidad, de esto también nos habla la historia.” Y el pueblo palestino, como lo hizo en las intifadas de 1987, 2000 y 2005 tiene derecho a defenderse de este proceso “sionización” que hoy cuenta con armas sofisticadas provistas por empresas norteamericanas, con el apoyo de multinacionales que también son parte de los denominados fondos buitres, depredadores como se señala hoy en Argentina, de soberanías y de la vida de millones de seres humanos. Empresas que han provisto el cemento para el infame muro, de 800 Km. de extensión y de 9 metros de altura en parte de la tierra palestina, patentiza aún más el sistema de apartheid establecido, pese a que la Corte Internacional de Justicia de La Haya lo consideró ilegal en fallo del 8-7-2004, recomendando su demolición. Se profundiza esa situación con el encierro de las poblaciones transformando a éstas en virtuales campos de concentración a cielo abierto impidiendo la libre entrada y salida. Los más de 600 puestos de control militar en rutas y calles entorpecen además el indispensable movimiento con fines laborales, escolares, urgencias médicas y de contactos familiares entre localidades. También se opera la asfixia económica al confiscarse los tributos recaudados por los palestinos, en vulneración de lo oportunamente consensuado en los Acuerdos de Oslo de 1993, así como la mantención de casi 5.000 prisioneros en las cárceles israelíes, con tratamiento inhumano, incluyendo contingentes de menores de 14 años, la falta de agua y comida a las familias palestinas. Se trata de llevar a la práctica un proyecto mayor, de expansión territorial mediante la conquista del “espacio vital” supuestamente necesario, sin límites regulares. Concuerda con la política imperialista de Estados Unidos de dominio mundial y en especial sobre los países productores de petróleo. El apoyo de este Estado y de otros de la OTAN, inducen a Israel a desafiar o desobedecer las decisiones de la ONU. Por lo tanto, en ningún caso-subraya Tilda Rabi-puede considerarse de igual modo la violencia del opresor con la del oprimido. Mientras la primera obedece a un plan sistemático de dominación y aniquilación ejecutado desde estructuras del Estado israelí en contra de la población palestina, a los efectos de beneficiarse de sus padecimientos, la ejercida por el pueblo cuyo territorio es ocupado por una potencia militar refiere a la impotencia y la desesperación ante las injusticias padecidas, y debe considerarse en el marco de la apelación al supremo recurso de resistencia a la opresión, legitimado por el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La verdadera razón
Además -y esto hay que decirlo, dice Tilda Rabi- “no es cierto que los tres adolescentes israelíes asesinados, hecho con el que se intenta justificar semejante agresión a la población civil gazatí, haya sido cometido por Hamas u otro sector palestino. En el mundo árabe es habitual asumir públicamente los atentados que se producen. Este es un dato cultural no menor” (…)
“Nunca Hamas reivindicó esos asesinatos. Más allá de las diferencias que yo pueda tener con el Gobierno de Hamas- señala Rabi- hay que decir que los motivos de la agresión israelí hay que encontrarlos en la política imperial de un Estado-como Israel-y su aliado incondicional, los Estados Unidos, para hacerse definitivamente de los recursos naturales de la región, fundamentalmente del gas. Y esto no se explica desde la teoría de los dos demonios. Tampoco como si se tratara de un problema religioso. Es político por donde se lo mire.”
¿O acaso un pueblo agredido, sometido no tiene derecho a defenderse con las armas?. La propia Naciones Unidas cuenta con resoluciones que avalan esta posibilidad, concluye para agregar… ¡Gaza tardará más de 18 años para reconstruirse!
¿Qué hacer?
Resistir. Resistir, repite Tilda Rabi. Y además sumarse a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), contra Israel, que nace en el año 2005, llamado lanzado a la comunidad internacional por más de 170 organizaciones de la sociedad civil palestina, pidiéndole que aplique dichas medidas coercitivas a los productos israelíes, (económicos, culturales, académicos, deportivos, etc.) hasta que Israel cumpla con el Derecho Internacional y los Principios Universales de los Derechos Humanos, lo que ha tenido un buen resultado en muchos países del mundo. Pedir a la colectividad judía progresista que se pronuncie contra este genocidio. Exigirles a los gobiernos democráticos un mayor compromiso en la práctica. Y romper el cerco informativo y la manipulación de los medios, ya que la mayor parte de los grupos económicos mediáticos-en forma directa o indirecta-tienen vínculos con los sectores sionistas. Y esto se da a escala mundial. Todo lo que aportemos desde la comunicación, la difusión de la cultura palestina… es importante. Tenemos poetas, grandes escritores, cineastas, músicos. Poco y nada se conoce en occidente.
Resistir. Resistir. Resistir: Un mandato que llevan a la práctica varias generaciones palestinas. Tan antiguo como el imperialismo y como los azahares cubiertos de sangre palestina.
*Lidia Fagale, periodista, secretaria general de la UTBA, secretaria de redacción de la revista “Tesis 11”
Fuente original: http://www.tesis11.org.ar/charla-debate-en-tesis-11-la-situacion-en-gaza-y-palestina-ocupada/#more-6785
“Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”
Asistimos al último capítulo bélico de un conflicto que echa sus raíces en las últimas décadas del siglo XIX, cuando Palestina era una provincia del imperio otomano y un sector del judaísmo europeo decidió crear allí un estado judío. Tilda Rabi, se refiere al I Congreso Sionista, celebrado en Basilea en 1897, que aprueba una resolución para planear la creación de ese estado y, decide que se ubique en Palestina. En esos años se llevan a cabo las primeras aliyah (migraciones), que podrían resumirse en la frase adjudicada a Israel Zangwill, “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
“El conflicto no es étnico ni religioso, es político”
Y así lo demuestra la historia. Palestina era una realidad muy diferente nos cuenta Tilda Rabi. Una población de medio millón de árabes, con 80.000 cristianos y 25.000 judíos en pacífica convivencia y étnicamente indiferenciables, habitaba 672 localidades con un sector agrícola y una industria manufacturera en desarrollo. Pero el proyecto sionista ya se había puesto en marcha y en paralelo a la llegada de colonos se compran tierras a propietarios árabes absentistas que no viven en Palestina. Hacia 1910 la población judía aumenta a 75.000 personas y controla ya 75.000 hectáreas de tierra. La caída del imperio otomano -al acabar la I Guerra Mundial– hará que el potencial conflicto se haga realidad. Siempre se trató y se trata también hoy de un proyecto imperial, concluye Rabi.
Sionismo: De un pueblo, un Estado a un proyecto Imperial y genocida.
El nacimiento del sionismo está ligado política e ideológicamente a la eclosión de los nacionalismos europeos del siglo XIX, que tuvieron como bandera común la idea de «un pueblo, un Estado» y que está en el origen del concepto de Estado-nación. Al calor de esa idea se formaron distintos Estados europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de Estados con similar cultura y lengua (como Italia y Alemania). Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, nació “el nuevo imperialismo “y aparecieron las nuevas doctrinas de la superioridad racial que condujeron a la creación de partidos, y más tarde, regímenes fascistas. En este ambiente excluyente se desarrolló el antisemitismo, que en esencia considera a los judíos como pueblo sin patria, ajenos al cuerpo de la nación y enemigos potenciales de ésta. La reacción de la burguesía judía europea a esta hostilidad y este antisemitismo fue la búsqueda de un proyecto político del que da cuenta el nacimiento de las corrientes sionistas que predicaban la necesidad de crear un Estado para los judíos europeos. Fue, en realidad, la respuesta a este ambiente hostil.
El sionismo se puso como objetivo primario la creación de un Estado judío, considerando que con ello devolvía a los judíos su estatus de nación y acabaría con el antisemitismo al que estaban sometidos en Europa, dice Tilda Rabi.
Las ideas y objetivos del sionismo fueron transformados en un proyecto colonial siguiendo la tendencia general de los nacionalismos europeos en la era del llamado “Nuevo Imperialismo”. Así, en 1897 nace la Organización Sionista Mundial (órgano político del Movimiento Sionista), fundada en Basilea (Suiza) por Theodor Herzl, considerado el padre del sionismo en general y de la rama política en particular (otras corrientes son: el sionismo socialista, el sionismo revisionista, el sionismo religioso, etc.).
De víctimas a perseguidores
Tilda Rabi, hace un alto en esta historia -siempre atravesada por distintos intereses imperiales– para recordar que los británicos estaban interesados por el petróleo de Irak y su evacuación por vía marítima, pero más aún por los oleoductos que de ese país llegaban a las costas de Palestina. De allí, la honda conexión entre los intereses británicos y la consolidación del sionismo en Palestina. El Gobierno británico favoreció la compra de tierras y la instalación de colonias judías, mientras los grandes capitalistas sionistas servían financieramente a dicho gobierno y tenían grandes inversiones en las compañías petroleras.
La verdadera intención y las huelgas Palestinas de 1922 y 1936
Los palestinos no se oponían a la llegada de inmigrantes judíos, siguiendo así la tradición árabe que acogía a los judíos perseguidos en Europa desde la época de la Inquisición. En esos momentos no se hablaba ni había sospechas de que aquella oleada de inmigrantes judíos estaba vinculada a un proyecto de colonización sionista. Tilda Rabi cita dos acontecimientos que revelan las primeras respuestas del pueblo palestino, advertidos del proyecto imperial sionista, cuando la Unión Soviética da a conocer documentos secretos que revelaban la verdadera intención. Cita inicialmente la huelga de mujeres que tiene lugar en 1922 para luego explayarse sobre la Gran Huelga General que empezó como un acto de desobediencia civil por parte de los palestinos hacia la administración colonial británica y las colonias sionistas. En 1936, los dirigentes palestinos, liderados por Hajj Amin al-Husayni, declararon la huelga para protestar contra la política colonial británica y las facilidades que ponía para la inmigración judía a Palestina, exigiendo elecciones inmediatas que, basadas en su mayoría demográfica y su derecho histórico, habrían resultado en un gobierno palestino democrático.
Los palestinos declararon su negativa a pagar impuestos a las autoridades británicas como oposición explícita a la inmigración sionista. Un blanco particular de huelguistas fue el oleoducto TAP que iba de Kirkuk (Iraq) a Haifa (Palestina) construido sólo unos años antes, y que fue destruido en varios puntos de su trayecto. Se produjeron también ofensivas a vías férreas y colonias sionistas, tanto individualmente como en grupos.
La huelga finalizó provisionalmente en octubre de 1936 y la resistencia colectiva se detuvo alrededor de diez meses mientras la Comisión Peel (designada por Gran Bretaña y la Sociedad de Naciones) deliberaba y recomendaba la partición de Palestina en dos Estados. Con el rechazo de esta propuesta la revuelta se reanudó de forma masiva durante el otoño de 1937, marcado por el asesinato en Nazareth del comisionado Andrews a manos de un grupo sionista. La rebelión se prolongó durante 1938 y 1939.
La creación del Estado Judío en Palestina y la política del terror.
Tras el fin de la II Guerra Mundial y la consternación que produjo en la comunidad internacional el Holocausto nazi, las potencias vencedoras deciden acelerar la fundación del Estado judío en Palestina. A su vez, la voluntad expresada por Gran Bretaña de poner fin a su Mandato en Palestina, haría que las potencias pensaran en reconfigurar el territorio palestino como lo hicieron en varias regiones del Este de Europa, señala Tilda Rabi. El 9 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva York, aprobó una resolución (Resolución 181) que recomendaba un plan de partición de Palestina. El plan de la ONU proponía dividir Palestina en dos Estados, uno judío y otro palestino árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional. El rechazo de los palestinos y el Mundo Árabe a este plan que divide Palestina y entrega parte de ella a colonos judíos europeos sin consultar a los palestinos, tuvo como consecuencia la guerra árabe-israelí de 1948, nos recuerda Tilda Rabi.
En 1947, los colonos judíos formaban sólo un tercio de la población de Palestina y poseían sólo un 6% de la tierra, pero el plan de partición, del 29 de noviembre de 1947, otorgaba al Estado judío un 55% de la superficie total de Palestina. El Estado palestino tendría, en su mayoría, una población árabe palestina, mientras que el Estado judío tendría casi tantos árabes como judíos. Los palestinos rechazaron la partición. Los sionistas la aceptaron, aunque tenían objetivos más expansionistas. En 1938, durante anteriores proposiciones de partición, Ben Gurion declaró, “cuando nos convirtamos en un poder fuerte después del establecimiento del Estado, aboliremos la partición y nos extenderemos por toda Palestina”. El territorio y la homogeneidad étnica fueron los dos principios fundamentales que guiaron a los sionistas en su proyecto de creación del Estado de Israel y en la partición de Palestina- sostiene Tilda Rabi- y agrega el Movimiento Sionista buscó el control de todo el espacio de la Palestina histórica y la construcción de un Estado para los judíos que exigía la limpieza de otras etnias de dicho espacio.
“La estrategia fue el uso del terror para expulsar al máximo número posible de palestinos del territorio que las potencias designaron para los colonos judíos. La táctica de atacar pueblos pequeños, asesinar a sus habitantes y quemar sus casas, sirvió y funcionó para extender el pánico entre la población palestina y forzarla a abandonar sus tierras”, concluye Rabi, para luego hacer notar que a pesar de que el sionismo recurra a la identidad confesional –el judaísmo- como elemento legitimador y que por su parte el Islam haya sido un componente importante del nacionalismo árabe, “el conflicto israelí-palestino no es un conflicto religioso: encontramos gran diversidad étnica entre los judíos y diversidad confesional entre los palestinos.” Además, los palestinos se encuentran desde 1948 dispersos entre varios países; menos de la mitad de ellos permanece en el territorio y el resto son refugiados. En tanto, Israel es un Estado de reciente creación, y en medio siglo no ha logrado la reunificación de todos los judíos (sólo una tercera parte vive en Israel), . “Su objetivo estratégico es la sobrevivencia como Estado (asegurando a toda costa su seguridad) y el mantenimiento de su carácter judío, tanto en lo nacional como en lo demográfico, comprometiendo para ello incluso el carácter democrático de su sistema político con prácticas discriminatorias y racistas excluyentes”.
Palestina ocupada y la teoría de los dos demonios: Piedras y armas
Es cierto que la historia de hoy, la masacre que se ha producido en la Franja de Gaza a manos de las fuerzas militares y el gobierno israelí “no puede explicarse desde la teoría de los dos demonios”, señala con contundencia Tilda Rabi. No hay equivalencias, afirma. Y vuelve a explicar: “ Se trata de ocupantes y de territorios ocupados, usurpados con violencia y muerte, no me refiero sólo a los datos que arroja hoy esta terrible realidad, de esto también nos habla la historia.” Y el pueblo palestino, como lo hizo en las intifadas de 1987, 2000 y 2005 tiene derecho a defenderse de este proceso “sionización” que hoy cuenta con armas sofisticadas provistas por empresas norteamericanas, con el apoyo de multinacionales que también son parte de los denominados fondos buitres, depredadores como se señala hoy en Argentina, de soberanías y de la vida de millones de seres humanos. Empresas que han provisto el cemento para el infame muro, de 800 Km. de extensión y de 9 metros de altura en parte de la tierra palestina, patentiza aún más el sistema de apartheid establecido, pese a que la Corte Internacional de Justicia de La Haya lo consideró ilegal en fallo del 8-7-2004, recomendando su demolición. Se profundiza esa situación con el encierro de las poblaciones transformando a éstas en virtuales campos de concentración a cielo abierto impidiendo la libre entrada y salida. Los más de 600 puestos de control militar en rutas y calles entorpecen además el indispensable movimiento con fines laborales, escolares, urgencias médicas y de contactos familiares entre localidades. También se opera la asfixia económica al confiscarse los tributos recaudados por los palestinos, en vulneración de lo oportunamente consensuado en los Acuerdos de Oslo de 1993, así como la mantención de casi 5.000 prisioneros en las cárceles israelíes, con tratamiento inhumano, incluyendo contingentes de menores de 14 años, la falta de agua y comida a las familias palestinas. Se trata de llevar a la práctica un proyecto mayor, de expansión territorial mediante la conquista del “espacio vital” supuestamente necesario, sin límites regulares. Concuerda con la política imperialista de Estados Unidos de dominio mundial y en especial sobre los países productores de petróleo. El apoyo de este Estado y de otros de la OTAN, inducen a Israel a desafiar o desobedecer las decisiones de la ONU. Por lo tanto, en ningún caso-subraya Tilda Rabi-puede considerarse de igual modo la violencia del opresor con la del oprimido. Mientras la primera obedece a un plan sistemático de dominación y aniquilación ejecutado desde estructuras del Estado israelí en contra de la población palestina, a los efectos de beneficiarse de sus padecimientos, la ejercida por el pueblo cuyo territorio es ocupado por una potencia militar refiere a la impotencia y la desesperación ante las injusticias padecidas, y debe considerarse en el marco de la apelación al supremo recurso de resistencia a la opresión, legitimado por el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La verdadera razón
Además -y esto hay que decirlo, dice Tilda Rabi- “no es cierto que los tres adolescentes israelíes asesinados, hecho con el que se intenta justificar semejante agresión a la población civil gazatí, haya sido cometido por Hamas u otro sector palestino. En el mundo árabe es habitual asumir públicamente los atentados que se producen. Este es un dato cultural no menor” (…)
“Nunca Hamas reivindicó esos asesinatos. Más allá de las diferencias que yo pueda tener con el Gobierno de Hamas- señala Rabi- hay que decir que los motivos de la agresión israelí hay que encontrarlos en la política imperial de un Estado-como Israel-y su aliado incondicional, los Estados Unidos, para hacerse definitivamente de los recursos naturales de la región, fundamentalmente del gas. Y esto no se explica desde la teoría de los dos demonios. Tampoco como si se tratara de un problema religioso. Es político por donde se lo mire.”
¿O acaso un pueblo agredido, sometido no tiene derecho a defenderse con las armas?. La propia Naciones Unidas cuenta con resoluciones que avalan esta posibilidad, concluye para agregar… ¡Gaza tardará más de 18 años para reconstruirse!
¿Qué hacer?
Resistir. Resistir, repite Tilda Rabi. Y además sumarse a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), contra Israel, que nace en el año 2005, llamado lanzado a la comunidad internacional por más de 170 organizaciones de la sociedad civil palestina, pidiéndole que aplique dichas medidas coercitivas a los productos israelíes, (económicos, culturales, académicos, deportivos, etc.) hasta que Israel cumpla con el Derecho Internacional y los Principios Universales de los Derechos Humanos, lo que ha tenido un buen resultado en muchos países del mundo. Pedir a la colectividad judía progresista que se pronuncie contra este genocidio. Exigirles a los gobiernos democráticos un mayor compromiso en la práctica. Y romper el cerco informativo y la manipulación de los medios, ya que la mayor parte de los grupos económicos mediáticos-en forma directa o indirecta-tienen vínculos con los sectores sionistas. Y esto se da a escala mundial. Todo lo que aportemos desde la comunicación, la difusión de la cultura palestina… es importante. Tenemos poetas, grandes escritores, cineastas, músicos. Poco y nada se conoce en occidente.
Resistir. Resistir. Resistir: Un mandato que llevan a la práctica varias generaciones palestinas. Tan antiguo como el imperialismo y como los azahares cubiertos de sangre palestina.
*Lidia Fagale, periodista, secretaria general de la UTBA, secretaria de redacción de la revista “Tesis 11”
Fuente original: http://www.tesis11.org.ar/charla-debate-en-tesis-11-la-situacion-en-gaza-y-palestina-ocupada/#more-6785
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