Foto: La Voz de Rusia
Desde
el pasado día 7 en Sochi rige un régimen especial de seguridad. En la
capital de la Olimpiada de Invierno está prohibida la entrada de medios
de transporte con matrícula de otras ciudades y se recrudecieron las
reglas de transporte de equipaje en las líneas aéreas. En las calles e
instalaciones deportivas más de treinta mil policías y efectivos del
Ministerio del Interior velan por la seguridad.
Los medios y, en particular, el The New York Times
escriben que los deportistas y sus seguidores deberán pagar un precio
muy alto por la seguridad: mantener el espíritu olímpico en una
"fortaleza asediada". La prohibición a la entrada y salida de
automóviles de la capital olímpica es un hecho sin precedentes en la
historia contemporánea de los Juegos. Acto seguido se cita la opinión de
un experto. Pável Báev, del Instituto de Problemas de la Paz de Oslo
(PRIO), considera que las medidas adoptadas harán de Sochi una ciudad
"altamente protegida". Y la escucha de las llamadas telefónicas y el
seguimiento de la actividad online dificultarán sobremanera a los
terroristas potenciales la coordinación dentro de la urbe.
Cabe
señalar que la prensa, dicho moderadamente, exagera sus comparaciones y
evaluaciones de las rigurosas medidas de seguridad en Sochi. Las
medidas antiterroristas son una prioridad aún desde principios de los
años setenta del siglo pasado y se intensifican de Olimpiada en
Olimpiada, dice el veterano del servicio de espionaje exterior y
analista jefe del Fondo Nacional Antiterrorista, Oleg Nechiparenko:
–He
participado en el mantenimiento de la seguridad en la XIX Olimpiada de
México. Entonces aún predominaba el ambiente festivo, si bien se tomaban
serias medidas de seguridad. Pero no tenían el carácter de operaciones
militares como en Atenas, Londres y en otras ciudades. Esta época
comenzó en 1972 con la Olimpiada de Múnich. Desde entonces la seguridad
devino una prioridad en la celebración de esta fiesta del deporte. Y ya
que hemos asumido esta carga de celebrar esta gran fiesta deportiva, es
imprescindible hacer lo máximo. Pero nadie puede decir cuál es ese
máximo. La cambiante situación operativa requiere reacciones rápidas.
He
aquí tan solo un ejemplo. La custodia de la Olimpiada de Londres 2012
estaba a cargo de la agrupación más grande de militares británicos para
tiempos de paz: 13,5 mil soldados y oficiales con experiencia adquirida
en Afganistán. Además participaba uno de los principales buques de la
Armada británica, el portahelicópteros Ocean, que llevaba a bordo los
aparatos Puma y Lynx, y asimismo un buque de desembarco. Durante los
Juegos Olímpicos en la base aérea de Northolt, al oeste de Londres,
fueron emplazados cazas-bombarderos Typhoon. El cielo sobre la capital
de los Juegos de 2012 estaba defendido por misiles tierra-aire. Teniendo
en cuenta a la policía, a los servicios secretos y a los efectivos de
compañías privadas, la seguridad de la Olimpiada estaba garantizada por
unos cincuenta mil agentes.
La
información sobre qué otras medidas, aparte de las ya expuestas, se
adoptarán en Sochi, difícilmente se hagan del dominio público.
Publicarlas implicaría armar con conocimientos a los terroristas. Y en
las condiciones actuales cualquier medida que se tome en aras de la
seguridad está justificada, asegura el presidente del Consejo Público
adjunto al Ministerio de Defensa de Rusia, Ígor Korotchenko:
–La
seguridad de la Olimpiada de Sochi es una de las prioridades de la
actualidad. Por eso las medidas restrictivas impuestas en las líneas
aéreas, supongo que están perfectamente justificadas. Las incomodidades
temporales se pueden soportar. Por lo que atañe directamente a la
Olimpiada, no hay ningún estado de sitio ni ley marcial. Sochi es una
ciudad olímpica, en la que se garantizarán todas las comodidades y las
libertades civiles. Otra cosa diferente es que el perímetro de las
instalaciones olímpicas y de la propia ciudad —el litoral marítimo y el
espacio aéreo— permanecerán cerrados. Son medidas absolutamente
indispensables, teniendo en cuenta que el terrorismo es hoy una amenaza
para todos los países sin excepción.
Los
servicios secretos norteamericanos prestarán ayuda a sus colegas rusos.
El director de la FBI, James Comey, declaró la víspera que está
conforme con el nivel de interacción con los organismos del orden
público de Rusia. En palabras de Comey, cerca de dos decenas de agentes
de la FBI estarán en Moscú y una decena más en Sochi.
Las
organizaciones sociales tampoco permanecerán al margen. Cuatrocientos
diez miembros de las tropas cosacas de Kubán ya arribaron a la capital
de los Juegos Olímpicos. A los cosacos le encargaron velar por la
seguridad de los deportistas, de las delegaciones extranjeras y
turistas. Ellos prestarán servicios vistiendo su uniforme tradicional y
junto con los policías. Entre otras cosas, esto conferirá a la Olimpiada
de Sochi un colorido nacional complementario.
mj/lj/ll
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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