Juan Gelman
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Octavio Paz
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POR ATILIO A. BORON
El
pasado 14 de enero, fue un día de luto para todos los luchadores
anti-imperialistas: murió el poeta y periodista argentino Juan Gelman.
La dictadura de ese país lo obligó a exiliarse en 1975 y luego de vivir
en distintos países finalmente se radicó en México, donde su vida se
extinguió en esta primera quincena de enero. Galardonado con los más
importantes premios que se otorga a escritores en lengua castellana,
Gelman fue un poeta exquisito a la vez que un notable y comprometido
analista de la realidad contemporánea. Pero a lo anterior añadió una
virtud que no tuvo Octavio Paz, otro de los grandes poetas de nuestra
lengua: el mexicano cambió de bando y en medio del combate saltó al otro
lado de la barricada. Gelman, en cambio, siempre estuvo donde tenía que
estar. Paz, que había sido un ardiente revolucionario en su juventud,
terminó sus años convertido en un repugnante apologista del imperialismo
y del neoliberalismo. Con el derrumbe de la Unión Soviética Paz dio
rienda suelta a un visceral anticomunismo y su figura sirvió como polo
de aglutinación a cuanto reaccionario anduviera suelto por el mundo. Con
el generoso y caudaloso apoyo del
gobierno de Salinas de Gortari y la Casa Blanca organizó un gran evento
en México -transmitido en simultáneo por Televisa y la cadena
Cablevisión de Estados Unidos- para celebrar la buena nueva y, de paso,
promover la organización internacional de los intelectuales de todo el
mundo en la creación del nuevo sentido común neoliberal que se abría
paso a fuerza de ajustes y represión. En las antípodas de esta decadente
trayectoria se yergue la figura de Gelman, que permaneció firme en su
puesto mientras arreciaba la tempestad. Las zozobras de la época jamás
lo llevaron a exaltar lo que había repudiado a lo largo de toda su vida.
Por eso fue un enemigo implacable del imperialismo, mientras Paz se
convertía en su bien recompensado publicista. A la exquisitez de su
poesía Gelman añadía su coherencia y la solidez de sus artículos
periodísticos publicados en Página/12, donde exponía los crímenes, las
maquinaciones y los mecanismos
económicos, políticos y culturales del imperialismo. Sus notas fueron a
lo largo de muchos años una fuente obligada de consulta para quienes
quisieran combatir de verdad, no tan sólo con gestos y palabras vacías,
al monstruo que pone en cuestión la sobrevivencia de la humanidad. Por
eso podemos decir que ha partido uno de los "imprescindibles", como
decía Brecht. Extrañaremos sus incisivas columnas semanales, pero aún
así Gelman seguirá siendo fuente de inspiración para legiones de
militantes que creen que debemos, y podemos, construir un mundo mejor.
Sembró palabras e ideas que germinarán con fuerza en los corazones de
millones de militantes de Nuestra América.
Buenos Aires, 15 de enero
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