Foto: RIAN
Los
bisontes antiguos eran una de las especies menos numerosas del período
glacial y durante mucho tiempo fueron para los investigadores un
auténtico enigma. Lo que ocurre es que los restos que se hallaron en los
últimos cincuenta años en Eurasia y Norteamérica, una decena en total,
no facilitaron mucha información. La mayor parte de los cuerpos tenían
más de diez mil años y no estaban demasiado bien conservados. Por lo
tanto, era difícil identificar la dieta exacta de los bisontes, las
características de su adaptación al frío y de su hábitat.
Los
restos del bisonte encontrados el año pasado al oeste del distrito
autónomo de Chukotka, permitieron reconstruir casi por completo la vida
de estos animales antiguos. Un lugareño descubrió el cuerpo del bisonte
que tenía piel y pelo, con las extremidades y el contenido estomacal
casi intactos. Los paleontólogos de varios centros de investigación
rusos se dedicaron a estudiar el hallazgo.
La
pruebas por radio carbono reveló que el bisonte primitivo vivió hace
unos ocho mil años a principios del Holoceno Medio. “En el permafrost
del noreste de Rusia se suelen encontrar cuerpos congelados o
momificados pertenecientes al Pleistoceno, mamuts, rinocerontes lanudos,
caballos primitivos, glotones y leminos”, explicó el participante del
proyecto Fiodor Shidlovski. Pero nunca se han encontrado restos del
bisonte del Holoceno, este hallazgo es el primero”.
Lo
más probable es que el animal fue víctima de los lobos, lo confirman
las profundas marcas de dientes sobre los huesos. Este tipo de huellas
es propio de una manada de lobos, más que de un oso o un león de las
cavernas. El estado de las articulaciones permite deducir que el animal
tenía en el momento de su muerte entre seis y ocho años.
El
pelaje del bisonte primitivo era mucho más espeso que el de sus
descendientes, los bisontes americanos del bosque, y poseía unas
capacidades térmicas considerablemente mejores. Lo confirman los
resultados del estudio con un microscopio electrónico de barrido.
Los
científicos estudiaron también el contenido del estómago del animal. Su
menú se componía de gramíneas, hierba y arbustos. A juzgar por los
restos de la comida, aquel último día de su vida pastó en los prados
húmedos y en los matorrales de aliso y sauces. De paso se comió algo de
moho que no tenía especial valor nutritivo. Habrá sido por acercarse
demasiado al suelo durante la comida.
ach/sk/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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