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El cineasta chileno Álvaro Covacevich filmó en noviembre de 1971 un diálogo entre Salvador Allende y Fidel Castro durante la visita que éste realizó a Santiago. El documental, a pesar de haberse estrenado en París, ha tenido muy poca difusión. Los mandatarios de Chile y Cuba abordaron varios tópicos, entre ellos el de la amenaza que pendía sobre el régimen de la Unidad Popular, amenazado por la oligarquía local y por Estados Unidos. Allende, enfático, aseveró: “El pueblo está en el gobierno, si lograran ellos lo que no van a conseguir, derrocar a este gobierno, Chile caería en el caos, en la violencia y en la lucha fratricida.” Aquí, algunos fragmentos de esa conversación memorable que Covacevich tituló El diálogo de América.
PROCESO.COM.MX – El 10 de noviembre de 1971, el primer ministro cubano Fidel Castro Ruz voló sin escalas a Santiago para retribuir las visitas a su patria del doctor chileno Salvador Allende, presidente electo democráticamente en Chile, iniciando allí una estancia de diez días que se convirtieron en tres semanas.
Al día siguiente de sus discursos multitudinarios, el cineasta Álvaro J. Covacevich juntó a ambos mandatarios y filmó su charla, de menos de una hora, con preguntas conducidas por el periodista Augusto Olivares Becerra, para la película documental que intituló El diálogo de América.
Estrenada mundialmente en París en abril de 1972 cual “testimonio de la lucha por el proceso chileno”, fue presentada por el poeta Pablo Neruda y el mimo galo Marcel Marceau “como el ideario histórico del gobierno por la Unidad Popular”. Ese año, la crítica especializada chilena le otorgó el galardón a Mejor Película, y recibió también el Gran Premio Especial en el Festival Internacional de Yoshiart, en la Unión Soviética.
Nathaniel Davis, embajador norteamericano al servicio de Richard Nixon por aquellos días, calificó la visita como “una extraordinaria exhibición de turismo de alto nivel, una intromisión apenas disimulada… todo un circo”.
Covacevich, además arquitecto, paisajista, coleccionista y promotor cultural, filmó escenas del ataque al palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, defendido por Allende. Esta semana se conmemoran 40 años.
* * *
–Presidente Allende, se habla no sólo en Chile, sino en todo el mundo, de la expresión “vía chilena”. ¿Cómo podría definir este proceso político que se ha dado en llamar “vía chilena”?
Allende: En realidad, la denominación vía chilena podríamos decir que es casi una exageración. Pero yo creo que más que nada tiende a dignificar algo que está de acuerdo con nuestra realidad, con nuestra historia y nuestra tradición. Pueblos en lucha tienen, lógicamente, que adecuar a su realidad las tácticas y la estrategia que han de conducir a su transformación.
“Chile, por sus características, por su historia, es un país donde la institucionalidad burguesa ha funcionado en plenitud y en donde el pueblo, dentro de esta legalidad burguesa, sacrificadamente ha ido avanzando y consiguiendo conquistas. Ha ido concientizándose, comprendiendo que no es dentro de los regímenes capitalistas ni del reformismo en donde Chile podrá alcanzar la dimensión de país dueño de su independencia económica y capaz de llegar a niveles superiores de vida y de existencia. Hay que considerar entonces que Chile tiene condiciones diferentes a otros países… el Congreso chileno lleva 161 años ininterrumpidos de funcionamiento.
(Aparece la imagen de Pinochet en blanco y negro)
“Quiero hacer ver que las fuerzas armadas
chilenas son fuerzas armadas profesionales, que a lo largo de su
historia han estado al margen de una acción política totalmente. Por
último y más importante, la clase obrera ha tenido una participación
activa, directa, en la formación de una conciencia y en las luchas
populares. Hemos dicho que la Revolución Chilena es el pluralismo, la
democracia y la libertad. Cada uno de estos aspectos tendríamos que
profundizarlo, tú comprendes (dice a Fidel)… Sin embargo, el factor
fundamental (alza la mano) es y será siempre, la clase obrera y su
unidad. (…)
“Obstáculos, ¿nacen de quién? En primer
lugar, de una oligarquía con bastante experiencia, inteligente, que
defiende muy bien sus intereses y que tiene el respaldo del
imperialismo, dentro del marco de una institucionalidad en donde el
Congreso tiene peso y atribuciones, en donde el gobierno no tiene
mayoría. De ahí entonces que las dificultades sean bastante serias. Y
hacen que el proceso revolucionario chileno dentro de los marcos de esta
legalidad encuentren cada día y en cada momento obstáculos para el
avance…
“Las dificultades, en el caso nuestro,
¿están relacionadas con qué? Con la libertad de prensa, que es mucho más
que una libertad de prensa, es un libertinaje de la prensa. Se deforma,
se miente, se calumnia, se tergiversa. Los medios de difusión con que
cuenta (la oligarquía) son poderosos; periodistas vinculados a intereses
foráneos y nacionales, ya sólo no reconocen sino que deforman, repito,
las iniciativas nuestras…”
Castro: Son formidables esas dificultades…
Allende: Y se avanza, ya lo he dicho: el
cobre es nuestro, el hierro es nuestro, el salitre es nuestro, el acero
es nuestro. Es decir, las riquezas básicas, las hemos conquistado. (…)
Mira, Fidel, allá (en Cuba) también el imperialismo controlaba la
tierra…
Castro.- El cobre nuestro es la caña de
azúcar. Y la caña se cultiva en las mejores tierras que eran de la
United Fruit Company y de otras numerosas compañías de los Estados
Unidos, de manera que nuestra Ley de Reforma Agraria nos hace chocar de
inmediato en contra de los intereses imperialistas. (…)
–Siguiendo, presidente, con la visita del
primer ministro Fidel Castro, se ha producido un repunte de los sectores
adversos a su gobierno…
Castro: (interrumpe, irónico) ¡Mira qué
manera tan fina de llamar!, ¡sectores adversos! ¿Es la prensa de la que
tú hablabas? (Allende ríe).
–Es la prensa objetiva, comandante, que desea hacer una pregunta…
Castro: ¿Y acaso tú piensas que es objetivo llamar con tanta finura a la antítesis de este proceso?
–Por eso justamente yo quería entrar a la
pregunta, ¿qué piensa usted, presidente, que se produciría en Chile si
la contrarrevolución se alzara?
Allende: En primer lugar, creo que es útil
destacar como usted lo ha dicho, Augusto Olivares, que se ha recrudecido
el proceso, con la presencia de Fidel. Es lógico.
Castro: De manera que yo tengo la culpa, ¿no?
Allende: No. Pero saben lo que significa la
presencia de Cuba y de Fidel Castro en Chile. Tienen conciencia de que
es vitalizar el proceso revolucionario latinoamericano. (…) Los
revolucionarios nunca han generado la violencia. Han sido los sectores y
los grupos golpeados por la revolución los que generan la violencia en
contra de la revolución. (…)
“Bueno, pero volviendo a retomar la
curiosidad de Augusto Olivares, nosotros también hemos siempre tenido en
cuenta que la contrarrevolución pudiera alzarse. Y frente a ella, ¿cuál
será la respuesta? La respuesta del pueblo organizado, disciplinado, la
Unidad Popular, la lealtad de las fuerzas armadas y de carabineros
tradicionales en el sentido respetuoso en el uso de la ley. Nosotros
tenemos conciencia además de que el proceso chileno es irreversible,
quiero insistir… El pueblo está en el gobierno, si lograran ellos lo que
no van a conseguir, derrocar a este gobierno, Chile caería en el caos,
en la violencia, y en la lucha fratricida.
Castro: Y en el fascismo.
Allende: ¡Ah, claro! El imperialismo que ha
estado detrás y está detrás de todos los procesos para rajar la
revolución que significan los cambios y su derrota, en Chile no va a
poder desembarcar. En Chile no va a intervenir materialmente, pero busca
otros caminos…
“Yo soy un luchador que toda mi vida he
dedicado mi esfuerzo y mi capacidad a hacer posible el camino hacia el
socialismo, y cumpliré el mandato que el pueblo me ha entregado. Lo
cumpliré implacablemente. Cumpliré el programa que le hemos prometido a
la conciencia política de Chile. Y a aquellos que desataron siempre la
violencia social, si desatan la violencia política; si el fascismo
pretende utilizar los medios con que siempre arrasó a los que
pretendieron hacer la revolución, se encontrarán con la respuesta
nuestra y mi decisión implacable.
“Yo terminaré de Presidente de la República
cuando cumpla mi mandato (levanta la mano, cierra el puño). ¡Tendrán
que acribillarme a balazos, como lo dije ayer, para que deje de actuar!
No defiendo una causa personal, defiendo al pueblo de Chile en su justo
anhelo de hacer las transformaciones que le permitan vivir en dignidad,
con un sentido nacional distinto y hacer de Chile un país independiente,
dueño de su propio destino.”
Castro: Admiro mucho ese pronunciamiento
tuyo, realmente te felicito y estoy seguro que eso será una bandera para
el pueblo, porque donde los dirigentes están dispuestos a morir, el
pueblo está dispuesto a morir. Y dispuesto a hacer lo que sea necesario.
Y eso ha sido un factor muy esencial en todo proceso político
revolucionario…
Allende: No queda otra posibilidad. También
que quiero hacerles entender a ellos que este no es el proceso de un
hombre, este es un pueblo consciente, son dirigentes que sabrán
continuar el camino en el evento de que algo ocurriera. Ya tenemos
nosotros la presencia de los trabajadores dirigiendo las empresas,
actuando en los ministerios… la Central Única de Trabajadores es un
pivote al frente de los partidos, de la Unidad Popular en ese proceso y
por lo tanto hay una base de sustentación que es el pueblo. Y éste tú
sabes perfectamente bien que es invencible. (…)
“Ya no es época de genocidios, eso el mundo
lo rechaza. Y la conciencia de los pueblos se alzará ante cualquier
amenaza de ese tipo.”
Castro: Nosotros podemos levantar 600 mil hombres sobre las armas en cuestión de horas. (…)
–¿Qué le parece a usted, presidente, este
encuentro de dos pueblos que están en proceso revolucionario frente al
cuadro de una América Latina explotada?
Allende: Cuba y Chile constituyen la
vanguardia de un proceso de unir al resto de los pueblos
latinoamericanos y yo diría más que eso, al resto de los pueblos
explotados del mundo. Pero América Latina no puede seguir siendo sólo el
continente de la esperanza.
“Hay que imaginar lo que significa la
brecha y la distancia que separa a nuestros países dependientes en lo
económico, sometidos en lo político, de los países del capitalismo
industrial y de los países socialistas. En América Latina no puede
seguir existiendo la diferencia brutal de una minoría dueña del poder y
la riqueza, y las grandes masas al margen de la cultura, de la salud, de
la vivienda, de la alimentación, del descanso, de la recreación…
América Latina tiene la oportunidad de estar presente en el momento en
que el mundo cruje. Cruje en lo económico, en lo moral, en lo político.
“De ahí entonces que las reservas de este
continente tendrán que expresarse cuando los pueblos alcancen las
posibilidades de intervenir, cuando los pueblos lleguen al gobierno,
cuando hayan arrasado con las viejas oligarquías, cómplices del
imperialismo y cuando, indiscutiblemente, haya una voz de América
Latina, de pueblo continente, como lo señalan los próceres de nuestra
independencia…
“Los pueblos explotados del mundo tienen
conciencia de su derecho a la vida y por eso el enfrentamiento está más
allá de nuestra frontera y se hará en el sentido universal. Pero América
Latina tendrá algún día la voz que le corresponde a un pueblo, hasta
hoy día sometido, para que sea mañana la voz de un continente libre.”
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