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© Foto: Servicio de prensa de Galería Nuestros Pintores (Galería Nashi Judozhniki)
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Durante
largo tiempo, el público ruso desconoció las obras del eximio
representante de la emigración artística rusa y clásico del modernismo
del siglo XX, Pável Chélischev. La paradoja estriba en que sus trabajos
forman parte de las colecciones de museos europeos y norteamericanos, a
saber: la londinense Galería Tate, el Centro Georges-Pompidou, el Museo
de Arte Moderno (MOMA), el Museo de Arte Metropolitan de Nueva York.
Coleccionistas de todo el mundo intentan adquirir esas obras, mientras
que en su patria hasta no hace mucho se conocía solo un cuadro –
Fenómenos. En 1958, cumpliendo el legado del pintor, su amigo, el
mecenas Lincoln Kirstein, hizo entrega de ese trabajo a la Galería
Tretiakov y durante cuarenta años permaneció en su fondo de reservas.
La
situación cambió en 2006, cuando se presentó la primera exposición
personal de Pável Chélischev en Rusia. La colección de cuadros fue
traída a Moscú por la coleccionista y propietaria de la Galería Nuestros
Pintores, Natalia Kúrnikova. El pintor, admirado por los mejores
maestros de principios del siglo XX y al que los expertos denominaban
“predecesor de Dalí”, por fin, fue conocido en su patria.
No
es fácil estructurar la creación de Pável Chélischev. Pintaba en
diferentes estilos, experimentaba con las técnicas, sus experimentos con
el espacio y el color parecían revolucionarios, y la incontenible
fantasía era estremecedora.
Konstantín
Korovin vio los trabajos tempranos de Pável Chélischev y se negó a ser
su maestro. El afanado pintor dijo: “No tengo nada que enseñarle. Él ya
es un pintor”. A los veintidós años Chélischev emigró a Europa, después a
EEUU. El pintor no recibió una educación artística sistemática, pero a
lo largo de toda su vida trató muy de cerca con muchos relevantes
pintores, literatos, críticos y personalidades teatrales, era un
aficionado a la astrología y a diferentes enseñanzas místicas.
La
escritora estadounidense Gertrude Stein, que coleccionaba obras de
muchos representantes del arte moderno, en su libro Autobiografía de
Alice B. Toklas (1933), escribió sobre Pável Chélischev lo siguiente:
Este joven ruso es muy interesante. Pintaba, al menos, así lo afirmaba,
el color, que no era color y pintaba tres cabezas en una. Picasso ya
dibujaba tres cabezas en una. Poco tiempo después el ruso empezó a
pintar tres figuras en una. Los trabajos de este ruso Chélischev eran
las más fuertes de todo su grupo, las más maduras e interesantes.
En
1947 el artista escribía a su hermana Bárbara: Me comprenden poco en
EEUU y en Europa. Me alejé mucho de la simple comprensión humana y del
sentido de la vida, y por eso me siento muy solo.
Los
visitantes de la muestra “Chélischev. Exposición para bis”, que
permanecerá abierta hasta mediados de octubre, tienen la buena
posibilidad de tratar de comprender el arte enigmático de Pável
Chélischev.
mj/sk/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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