Foto: Armén Apresián
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Unas
doscientas pinturas, grabados y dibujos se han presentado con vistas al
Día de la Ciudad en su recinto de la calle Begovaya, en el norte de
Moscú. Son obras de diversas corrientes, desde el realismo clásico hasta
el impresionismo y el primitivismo, creadas por artistas jóvenes y
maestros de renombre mundial. Todas están dedicadas a la capital rusa.
Hay paisajes, escenas de género, retratos de moscovitas, naturalezas
muertas e imágenes de suburbios de Moscú.
La
Unión de Pintores de Moscú fue fundada en 1932, cuando el Gobierno
soviético estaba eliminando las numerosas entidades y grupos de artistas
independientes para centralizar la dirección de las artes. Sus primeros
miembros eran grandes maestros de la pintura de la primera mitad del
siglo XX, como Konstantín Iuon, Georgui Riazhski, Alexánder Deineka,
Aristarj Lentúlov, Iliá Mashkov, entre otros muchos. Sus obras forman
parte del fondo de oro de la pintura rusa y se exponen en los mejores
museos del país. Los admiradores de artes plásticas de todo el mundo
conocen perfectamente sus nombres.
La
muestra “Moscú y los moscovitas” ha revelado que la tradición de los
fundadores de la Unión de Pintores de la capital sigue vigente. No hay
que ser un gran conocedor del arte para encontrar rasgos clásicos en las
obras de artistas contemporáneos. Al recorrer la muestra uno pierde la
noción de tiempo, porque cualquiera de las obras expuestas puede haber
sido creada tanto ayer, como en los años setenta u ochenta. Los temas,
la composición, los colores no han cambiado en absoluto. Naturalmente,
no es fácil ser novedoso trabajando géneros tradicionales (y, tal vez,
no es necesario), pero también es cierto que la calidad de algunas
pinturas contemporáneas presentadas en esta exposición deja mucho que
desear.
Es
de señalar otro rasgo característico de esta colección: la mayoría de
los cuadros parecen estar hechos sin objetivo concreto, como si sus
autores no se tomaran la molestia de reparar en el destino de sus obras a
la hora de pintarlas. En nuestros tiempos, no son muy frecuentes
semejantes muestras de la libertad interna de un artista que expresa lo
que ve y siente, sin tratar de complacer el gusto del público.
Las
evaluaciones de este evento pueden ser diferentes, pero no cabe duda
que sus organizadores han logrado reunir una colección muy
representativa de la pintura contemporánea rusa realista y no comercial.
Y si continúa la gloria de la antigua escuela pictórica de Moscú, ya lo
veremos con el tiempo...
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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