AFP – El rumor de la supuesta llegada del informático
estadounidense Edward Snowden provocó un enorme tumulto en el aeropuerto
internacional de La Habana tras el aterrizaje, el jueves, del vuelo 150
de la aerolínea rusa Aeroflot procedente de Moscú, pero el esperado
pasajero no había abordado el avión.
Un centenar de periodistas de medios extranjeros, algunos llegados el mismo día desde otros países, estaban aglomerados en las puertas de la terminal aérea cuando el avión de Aeroflot tocó tierra a las 18H38 locales (22H38 GMT).
Ningún responsable del aeropuerto daba informaciones, por lo que la única opción de los periodistas fue preguntar a los propios tripulantes y pasajeros del Airbus A320 de la compañía rusa, que había despegado 12 horas antes desde el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, si el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estaba a bordo.
Sin embargo, Snowden, buscado por Estados Unidos tras haber revelado al mundo un programa de espionaje global de telecomunicaciones de agencias norteamericanas, permanence en la zona de tránsito de ese aeropuerto moscovita.
Se rumoreaba que Snowden viajaría a Cuba el jueves en tránsito hacia Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro aceptó concederle asilo, pero el célebre pasajero no llegó a La Habana.
“Americanski niet” (el estadounidense no está), dijo un turista ruso mientras intentaba abrirse paso con sus maletas entre la multitud de periodistas, al explicar que el estadounidense no había viajado en su avión.
El piloto ruso del Aeroflot también negó que hubiese viajado el estadounidense. “No”, respondió escuetamente cuando se le preguntó en inglés si había transportado a Snowden u otro pasajero especial.
Ningún gobierno había anunciado que Snowden viajaría en el vuelo 150, pero la expectativa creció cuando el diario The Washington Post publicó en su sitio web que el avión había desviado su curso regular -volaba más al sur- aparentemente para evitar cruzar el espacio aéreo estadounidense.
El avión ruso se hubiese visto obligado a aterrizar en suelo estadounidense en el caso de llevar a Snowden.
Poco después el propio diario dijo que todos los vuelos transatlánticos de Europa a América se habían desviado al sur para eludir fuertes turbulencias sobre Groenlandia, pero el rumor, convertido en una bola de nieve, estaba rodando y no quedó más remedio a los corresponsales extranjeros que ir a esperar al avión ruso al aeropuerto José Martí de La Habana para verificar si Snowden estaba entre los pasajeros.
Los únicos que no fueron a esperarlo fueron los reporteros de medios cubanos.
Mientras la prensa internacional esperaba el arribo del vuelo -por tercera vez esta semana pero sin que se produjera el tumulto del jueves-, la nota de humor la puso un periodista chileno que levantó un pequeño letrero manuscrito que decía “Snowden”, semejante a los que usan los taxistas cuando van a esperar a un pasajero al aeropuerto.
Aunque todos los camarógrafos y fotógrafos se rieron con la broma, no perdieron la ocasión de tomar imágenes del pequeño letrero.
Los pasajeros de Aeroflot y de los demás vuelos que llegaron a la misma hora –un Air France desde París y un Copa desde Panamá– se sorprendieron ante el enorme despliegue de reporteros.
“Garantizamos que no viene nadie” como Snowden en el vuelo, dijo alegremente, pero con un aire de solemnidad, el deportista cubano Roberto Vargas Lee, quien regresaba en el vuelo 150 tras participar en China en un torneo de ‘wushu’, un arte marcial.
Contribuyó al tumulto de personas que la Terminal 3 del aeropuerto, donde se posan los aviones de Aeroflot, se encontraba desde el lunes en remodelación, obras que habían sido anunciadas con anterioridad y que durarán seis meses, por lo que estaba prohibido el acceso del público al edificio, con excepción de los pasajeros.
Dos horas después del aterrizaje del Aeroflot y desaparecida la expectación, los periodistas comenzaron a abandonar el aeropuerto, mientras comenzaba a oscurecer.
Un centenar de periodistas de medios extranjeros, algunos llegados el mismo día desde otros países, estaban aglomerados en las puertas de la terminal aérea cuando el avión de Aeroflot tocó tierra a las 18H38 locales (22H38 GMT).
Ningún responsable del aeropuerto daba informaciones, por lo que la única opción de los periodistas fue preguntar a los propios tripulantes y pasajeros del Airbus A320 de la compañía rusa, que había despegado 12 horas antes desde el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, si el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estaba a bordo.
Sin embargo, Snowden, buscado por Estados Unidos tras haber revelado al mundo un programa de espionaje global de telecomunicaciones de agencias norteamericanas, permanence en la zona de tránsito de ese aeropuerto moscovita.
Se rumoreaba que Snowden viajaría a Cuba el jueves en tránsito hacia Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro aceptó concederle asilo, pero el célebre pasajero no llegó a La Habana.
“Americanski niet” (el estadounidense no está), dijo un turista ruso mientras intentaba abrirse paso con sus maletas entre la multitud de periodistas, al explicar que el estadounidense no había viajado en su avión.
El piloto ruso del Aeroflot también negó que hubiese viajado el estadounidense. “No”, respondió escuetamente cuando se le preguntó en inglés si había transportado a Snowden u otro pasajero especial.
Ningún gobierno había anunciado que Snowden viajaría en el vuelo 150, pero la expectativa creció cuando el diario The Washington Post publicó en su sitio web que el avión había desviado su curso regular -volaba más al sur- aparentemente para evitar cruzar el espacio aéreo estadounidense.
El avión ruso se hubiese visto obligado a aterrizar en suelo estadounidense en el caso de llevar a Snowden.
Poco después el propio diario dijo que todos los vuelos transatlánticos de Europa a América se habían desviado al sur para eludir fuertes turbulencias sobre Groenlandia, pero el rumor, convertido en una bola de nieve, estaba rodando y no quedó más remedio a los corresponsales extranjeros que ir a esperar al avión ruso al aeropuerto José Martí de La Habana para verificar si Snowden estaba entre los pasajeros.
Los únicos que no fueron a esperarlo fueron los reporteros de medios cubanos.
Mientras la prensa internacional esperaba el arribo del vuelo -por tercera vez esta semana pero sin que se produjera el tumulto del jueves-, la nota de humor la puso un periodista chileno que levantó un pequeño letrero manuscrito que decía “Snowden”, semejante a los que usan los taxistas cuando van a esperar a un pasajero al aeropuerto.
Aunque todos los camarógrafos y fotógrafos se rieron con la broma, no perdieron la ocasión de tomar imágenes del pequeño letrero.
Los pasajeros de Aeroflot y de los demás vuelos que llegaron a la misma hora –un Air France desde París y un Copa desde Panamá– se sorprendieron ante el enorme despliegue de reporteros.
“Garantizamos que no viene nadie” como Snowden en el vuelo, dijo alegremente, pero con un aire de solemnidad, el deportista cubano Roberto Vargas Lee, quien regresaba en el vuelo 150 tras participar en China en un torneo de ‘wushu’, un arte marcial.
Contribuyó al tumulto de personas que la Terminal 3 del aeropuerto, donde se posan los aviones de Aeroflot, se encontraba desde el lunes en remodelación, obras que habían sido anunciadas con anterioridad y que durarán seis meses, por lo que estaba prohibido el acceso del público al edificio, con excepción de los pasajeros.
Dos horas después del aterrizaje del Aeroflot y desaparecida la expectación, los periodistas comenzaron a abandonar el aeropuerto, mientras comenzaba a oscurecer.
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