© Foto: La Voz de Rusia
Llega la hora de la comprensión de la
situación conformada. Prácticamente todos tienen claro que el país no
volvió al cauce anterior, es más, que el país ya no es el mismo que
antes. Entretanto, el primer ministro, contra quien estuvo dirigido el
filo del movimiento de protesta, manifiesta: “Hemos desalojado Taksim y
el parque Gezi”. Parece que realmente se siente orgulloso de que la
policía haya aplastado las manifestaciones de los “merodeadores,
extremistas y marginales”.
Mientras tanto, de afuera la
situación se ve de otra manera. Extasiado con los éxitos económicos y
con la absolutización de su poder personal, Recep Tayyip Erdoğan pasó
por alto que el respaldo en las elecciones de la mitad del electorado no
supone el amor de todo el pueblo. La segunda mitad resultó ser no tan
amistosa como quisiera. Claro que en las manifestaciones de protesta si
bien no participaron millones, sí lo hicieron cientos de miles de
personas de la minoría activa, que determina el clima político en
cualquier país. En tal o cual forma protestaron los habitantes de
prácticamente todas las grandes ciudades del país y las inscripciones
“¡Dimite, Erdoğan!” y “Resiste, Taksim” fueron vistas por el autor de
estas líneas incluso en las rocas del puerto de difícil acceso en las
montañas Pónticas.
Así las cosas, la primera deducción
es que la política e incluso las cualidades personales del presidente
del Gobierno y el partido oficialista no convienen a buena parte de la
sociedad y la disconformidad se vio expresada de forma más que
evidente.
La clase media de Turquía se manifestó a
plena voz. Sus ideales vitales no cuajan con la situación política
establecida. La mayoría de aquellos que se volcaron a las calles y
plazas de decenas de ciudades expresaba su respaldo a las protestas a
través de las redes sociales. En su mayoría son jóvenes instruidos y
bastante acomodados, que nada tienen que ver con los partidarios de los
islamistas, de los nacionalistas turcos, de los separatistas kurdos ni
de los kemalistas. Y hoy en el parlamento están representados los
partidos que expresan solo este espectro ideológico. Pero la encuesta
social, realizada entre los “frecuentadores” de Taksim, muestra que las
tres cuartas partes de ellos votan por el Partido Republicano del Pueblo
(PRP), fundado por el “padre de la nación” Mustafa Kemal Atatürk aún en
1923. Desde entonces el partido prácticamente no ha cambiado su
ideología, que se basa en el principio de la secularidad como
alternativa a la religiosidad islámica. Pero el PRP, más que cualquier
otra fuerza política, responde a los ánimos de los activistas de las
protestas. No será exageración alguna considerar que Taksim “apostó” por
la formalización política de las ideas del liberalismo de corte
europeo. Las protestas no han promovido a sus adalides, pero en el país
hay líderes capaces de “montar esta ola”. En calidad de candidato
principal para liderar el “nuevo movimiento de izquierda”, se nombra con
mayor frecuencia a Mustafa Sarigül, ex “republicano del Pueblo” y
actualmente alcalde sin partido de una municipalidad distrital de
Estambul.
Cabe reconocer que los recientes sucesos
evidenciaron que, sobre todo, la policía puede conducir al país hacia un
“sultanato sharía”. Este cuerpo del orden público, según el primer
ministro, “rindió el examen de democracia”, pero “necesita ser
reforzado”. Los comentarios están de más: todo el mundo vio en directo
por la televisión la marcha de ese “examen”.
Y, por
último, sobre el telón de fondo de los últimos hechos se hizo más
notoria la escisión en la cúpula gobernante, cuyos signos hace mucho que
se discuten en la sociedad. Ahora este proceso puede dar grandes
sorpresas. Los métodos autoritarios, a los que está acostumbrado el
primer ministro, su marcada falta de deseo de hacer algún tipo de
concesiones, empiezan a generar una inquietud cada vez mayor en su
entorno. Mientras el jefe de Estado repite a toda voz las consignas y
conjuros políticos de siempre, sus correligionarios se permiten
manifestarse en contra de la línea del caudillo. La prensa registra la
mayor cantidad de estas “desviaciones” en las intervenciones, ni más ni
menos, que de los viceprimeros ministros Bülent Arinç y Beshir Atalay, y
hasta del presidente Abdulá Gül.
El primer ministro
afirma que no reconoce el Parlamento Europeo, que expresa su
disconformidad con sus acciones contra los manifestantes, mientras que
el presidente se lamenta de que se está desmoronando la imagen
internacional del país; el primer ministro insiste en que el tercer
puente a través del Bósforo lleve el nombre de un sultán, conocido como
verdugo de decenas de miles de alevitas, a la vez que el presidente
propone darle el nombre de uno de los ideólogos del alevismo turco; el
primer ministro se niega a reconocer el proceder demasiado severo de la
policía, mientras que el presidente se disculpó ante la sociedad por la
actuación policial. Y no solo se trata de las palabras.
Mientras
Erdoğan llama a esperar la resolución judicial sobre la suerte del
parque Gezi, con el que todo empezó, obreros municipales están plantando
en ese lugar un centenar de árboles, dos mil rosales y doscientas dos
mil “flores por temporada”. En un nuevo discurso, el líder del país
describe de forma pintoresca hechos de profanación por los activistas de
Taksim de los valores islámicos, y prácticamente al día siguiente esos
“hechos” resultan ser un claro invento. ¿Acaso no se trata de una
desinformación consciente por parte del primer ministro?
Los
“de abajo” han demostrado a todas luces que “no quieren” más, y parece
que muchos de los “de arriba” comprendieron que “no pueden” más. El caso
del primer ministro es más complicado. De los gobernantes esperan como
mínimo un cambio de imagen. El primer ministro “esculpió” tanto tiempo
su imagen de líder decidido, que jamás se equivoca y sin alternativa,
que ahora simplemente no está en condiciones de renunciar a ella.
Por
cierto que aún es prematuro “enterrar” a Erdoğan-político, pero ya no
está muy claro quién encabezará el Partido de la Justicia y el
Desarrollo en las próximas elecciones, y tampoco se sabe qué tipo de
partido será.
mj/kg
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