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OLLANTAY ITZAMNÁ – La Diócesis de Santa Rosa de Copán (conformada por los departamentos de Intibucá, Copán, Lempira, Ocotepeque, Santa Bárbara), ubicada en la región occidental del país, abarca la zona más empobrecida de Honduras, y está constituida, en su gran mayoría, por indígenas lencas y maya chortís.Las estadísticas indican que el empobrecimiento deglute a más del 80% de la población en dicha región.
Además, la desnutrición carcome a más del 70% de los menores de 5 años de edad. Casi el 40% de la población es analfabeta.
En esta región occidental se encuentran los
yacimientos mineros más importantes del país. No por casualidad, en
los departamentos lencas como Lempira e Intibucá están las cuencas
hídricas importantes, y los ecosistemas más megadiversos en plantas
medicinales (la Montaña de Celaque es una muestra). En esta región
indígena también está la mayor extensión de tierras comunales de
propiedad colectiva. Estas bondades ponen en permanente peligro a la
población indígena del lugar frente a la “inversión privada”.
Departamentos como Lempira e Intibucá, por
su bajo nivel de escolaridad, históricamente fueron (y aún lo son) el
bastión del voto electoral cautivo del tradicional Partido Nacional.
Además, por su ubicación geográfica, los departamentos como Ocotepeque,
Copán, Santa Bárbara, desde las últimas décadas son parte de la fluida
autopista del cargamento de la droga hacia el Norte, y de las armas
hacia el Sur.
Una Diócesis comprometida con la liberación integral de las y los empobrecidos
Las condiciones de empobrecimiento y
vulnerabilidad en las que se encontraba la población en esta región,
hizo que la Diócesis de Santa Rosa de Copán, dirigida por su Obispo Luis
Alfonso Santos y sus cerca de 40 párrocos, asumiera un proceso de
evangelización centrada en la liberación integral del ser humano.
Para este cometido se construyó, de la
manera más participativa y horizontal posible, un Plan Pastoral de
Conjunto, cuya implementación creó y puso en funcionamiento cerca de
4,500 comunidades eclesiales de base (CEBs), en las 43 parroquias.
Haciendo de la Diócesis una Iglesia profética al servicio para la
liberación de indígenas y campesinos empobrecidos.
Fruto de esta apuesta por la formación
integral, centrada en derechos, las y los católicos de esta Diócesis son
los más beligerantes del país. Muchos sacerdotes, y el propio Obispo
Santos, fueron y son tildados como curas “rojos” porque desde las calles
resistieron a las empresas mineras y madereras que invadieron y
contaminan a la región.
Mientras prelados, sacerdotes y pastores
intentaban contener desde los púlpitos la bronca popular contra el golpe
de Estado del 2009, la Diócesis de Santa Rosa de Copán se opuso, de
manera expresa, y desde las calles, a aquel fatídico golpe. Quizás
porque intentaba prevenir que Honduras cayese al agujero sin fondo en el
que ahora se encuentra.
Los dueños de Honduras imponen a Darwin Andino como nuevo Obispo para retomar el control en el occidente
En la Honduras actual, el adoctrinamiento
cristiano aún funciona como el instrumento más eficaz para el
atontamiento y sometimiento del empobrecido pueblo. Eso lo saben las
élites conservadoras del partido Nacional que históricamente abortaron
intentos de revolución liberal o procesos de modernización del país
utilizando a obispos y curas predicadores de miedos y deseos.
Todos los golpes de Estado y procesos de
despojo y crucifixión del pueblo fueron sistemáticamente bendecidos y
defendidos por jerarcas católicos, y últimamente también evangélicos. En
este sentido, la defensa cerrada y pública que el Cardenal Oscar Andrés
Rodríguez hizo y hace del golpe de Estado del 28 de junio del 2009 es
una doctrina recurrente de la jerarquía católica hondureña.
Pero éste feliz golpe de Estado, lejos de
intimidar al pueblo, activó una resistencia popular sin precedentes. Fue
entonces que el doctrinero de la dominación (actual asesor del Papa de
los pobres), declaró una guerra frontal al movimiento social del Frente
Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
Asumió como su tarea prioritaria la
desarticulación de la dinámica y objetivos de la “rebelde” y profética
Diócesis de Santa Rosa de Copán, que supuestamente servía de semillero
de la resistencia popular en el occidente del país. Para ello, aceleró
la renuncia del Obispo Luis Santos, e impulsó el rápido nombramiento de
Darwin Andino, como el nuevo Obispo de la Diócesis de Santa Rosa.
Andino, ya era conocido públicamente como uno de los principales
apologetas de los ricos, del sistema neoliberal y del golpe de Estado
del 2009.
Dicho nombramiento fue celebrado con
algarabía y esperanzas por las élites conservadoras y católicas del país
que preparaban su caballería para marchar y subyugar nuevamente al
insubordinado occidente del país, y deshacerse de curas y obispo “rojo”.
Darwin Andino recurre a las fuerzas de seguridad para “recuperar” parroquias
El 2012, Darwin Andino fue ordenado Obispo
de la Diócesis de Santa Rosa de Copán. Pero a la vez, fue el año en el
quepor primera vez las élites políticas económicas del centenario
bipartidismo (Nacional y Liberal) tambalearon electoralmente ante la
inédita irrupción de Libertad y Refundación-Libre (instrumento político
del FNRP). El voto cautivo del bipartidismo en el occidente del país
disminuyó sin precedentes.
Fue entonces cuando el Obispo Darwin
Andino, intentó acelerar la ejecución de la agenda de cambios que los
dueños de Honduras le habían encomendado. Tenía que frenar a como dé
lugar la rebeldía y organización social de la Diócesis de occidente, y
limpiar el camino para la ampliación de la “inversión privada” en
bosques, ríos, yacimientos mineros, tierras, etc. Además, en el
occidente del país, en noviembre próximo, se debía garantizar el triunfo
electoral del “cachorro” del régimen continuador del golpe, Juan
Orlando Hernández (del Partido Nacional, originario de Lempira) para
asegurar el olvido final del fatídico golpe.
Para este ambicioso cometido, Andino
identificó como su principal tarea la desarticulación de las comunidades
eclesiales de base (cerca de 4,500), donde se educaban campesinos e
indígenas analfabetos sobre su dignidad y derechos humanos, la
democracia y defensa de los bienes comunes, etc. Un verdadero semillero
de dignidad y conciencia social.
Archivó el Plan Pastoral de Conjunto en vigencia (construido en casi 3 décadas). Emprendió un brusco traslado de párrocos, como si se tratase de fichas de ajedrez, aislando a los sacerdotes más beligerantes (defensores del pueblo) y premiando a los más sumisos y espiritualistas.[1]
Archivó el Plan Pastoral de Conjunto en vigencia (construido en casi 3 décadas). Emprendió un brusco traslado de párrocos, como si se tratase de fichas de ajedrez, aislando a los sacerdotes más beligerantes (defensores del pueblo) y premiando a los más sumisos y espiritualistas.[1]
Estas imposiciones sin previa consulta, en
una Iglesia local acostumbrada a la dinámica del diálogo, generaron
másresistencia. Al límite que las comunidades indígenas y campesinas de
las diferentes parroquias se auto convocaron en las calles de la ciudad
sede del obispado (Santa Rosa de Copán) y demandaron públicamente el
diálogo y denunciaron los abusos del nuevo Obispo.[2]
Unos meses después, Andino, rodeado de
militares y policías armados invadió a las instalaciones de la Parroquia
en Intibucá para expulsar al Párroco Bonifacio Alvarado y a la
feligresía indígena lenca que exigía diálogo. El delito de este
Sacerdote, aparte de haber concientizado a la gente y rechazado la
invasión de hidroeléctricas, fue haber desobedecido al Alcalde
nacionalista del lugar.
Como los tiempos electorales apremian,
además, Xiomara Castro, del Partido Libre, a 6 meses de elecciones
generales lleva la delantera en las encuestas de opinión, la
desesperación en la coalición Partido Nacional y Jerarquía Católica es
más que evidente, el Obispo Andino, sin mediar reflexión alguna,
pertrechado de patrullas policiales armados y activistas del Partido
Nacional (según testimonios de sacerdotes y feligresía del lugar),
decidió avanzar, esta vez, hacia el indígena Departamento de Lempira
para “recuperar” a las parroquias que supuestamente habían caído en
manos de la conciencia popular, como es el caso de La Campa y de
Lepaera.
Pero el fiasco fue bochornoso en La Campa.
El Obispo se encontró con una feligresía organizada y educada que lo
apabulló con citas textuales del Derecho Canónico sobre conductas
jerárquicas y procedimientos para remover párrocos.
Le dijeron: “No estamos en contra de los
cambios. Estamos en contra de la manera de su proceder”. Mons. No tuvo
más que ponerse de rodillas, en un templo (La Campa) lleno de centenares
de fieles lencas rodeado de policías, pedir perdón, hacer una “media
misa” y salir de regreso.
Un joven indígena, con el rostro sudado, en
las inmediaciones del templo colonial de La Campa, Lempira, dice:
“Somos catequistas. Queremos que venga a visitarnos nuestro Obispo.
Hasta con flores vamos a preparar su venida. Pero, que no venga
secretamente aquí, para reunirse en casas particulares, luego ingresar
con militares al templo para sacar a nuestro sacerdote”.
Sacerdote ambientalista es amenazado de muerte, y 22 indígenas lencas detenidos por prestar ayuda
El pasado martes 14 del presente mes, el
Obispo Andino intempestivamente irrumpió en la Parroquia lenca de La
Campa, Lempira, escoltado con tres carros patrulla de policías armados y
varios activistas del Partido Nacional, para desalojar al Párroco
Cándido Pineda, conocido activista contra las mineras y defensor de los
bosques del lugar.
Este párroco de 46 años de edad, “trabaja
en dicha parroquia con indígenas, de manera ejemplar”, según palabras
del anterior Obispo Luis Alfonso Santos. Y es verdad. En más de una
movilización se le escuchó predicar sobre la espiritualidad de los
pueblos indígenas y la dignidad de la Madre Tierra.
En aquella incursión hirieron a uno de los
feligreses, pero no pudieron sacar al Párroco porque varios centenares
de agentes de pastoral, quienes se encontraban en actividades de
formación en la Iglesia, lo defendieron. El Obispo pidió perdón y salió
llevándose consigo al escuadrón policial.
Al jueves siguiente (16 de mayo),
aprovechando la ausencia de las actividades en la Parroquia, varias
decenas de personas armadas (según indica el Padre Pineda, y el
Comisario Zavala, Jefe de la Policía Nacional del Departamento de
Lempira) amenazaban con atacar a la casa parroquial para desalojar al
sacerdote “rojo”.
Ante este peligro, Pineda pidió solidaridad
a sus colegas párrocos, quienes enviaron a algunos catequistas para que
lo acompañasen en vigilia. Pero, a las 2:00 de la madrugada del viernes
siguiente, irrumpieron en la Parroquia 4 patrullas de la Policía
Nacional, encabezadas, nada menos que, por el Comisario Zavala, Jefe
Departamental de Lempira.
Detuvieron a todos los fieles solidarios
que prestaban protección al Párroco y los llevaron al calabozo de la
ciudad de Gracias (22 personas, incluyendo una mujer y un menor de 13
años de edad).
Consultado sobre los cargos imputados, el
Comisario Zavala respondió: “había peligro de confrontación con un grupo
armado que se encontraba en la parte alta del pueblo”. Y ante la
pregunta de dónde estaban detenidos los integrantes del grupo armado, el
Comisario respondió: “Ellos son de la comunidad”, y rehuyó a más
preguntas.
El Sacerdote Esteban Guzmán (también
amenazado de muerte), Párroco de Lepaera, Lempira, quien en solidaridad
se encontraba cerca de sus feligreses detenidos en Gracias, Lempira, nos
dice: “Felizmente la solidaridad se movilizó a tiempo, sino, en este
momento estaríamos buscando al Padre Cándido en alguna morgue o
exigiendo a la Fiscalía que nos devuelva su cuerpo”.
Todos los entrevistados (con excepción del
Comisario y autoridades estatales del lugar) concuerdan que el principal
responsable de esta persecución, intimidación y división es el Obispo
Darwin Andino al servicio del poder económico y del Partido Nacional.
Cándido Pineda, Párroco de La Campa, consultado sobre el porqué de la persecución, nos dice:
“El Obispo no nos trata como a sacerdotes.
No nos quiere escuchar. Somos completamente marginados. Nos humilla.
Ahora, pues, a mí me amenazó con esa presencia policial. Me dijo que si
alguien disparaba y me mataba, era la voluntad de Dios. (…) Cualquier
daño que le suceda a mis feligreses, cualquier daño físico o moral que
me suceda a mí, es responsabilidad del Mons. Darwin Andino. (…) ¡Mons.,
deje de perseguir a los indígenas, a los desamparados! Los persigue por
el delito de ser pobres, de organizarse, de reclamar sus derechos. Por
el delito de cantarle al hermano bosque, a la hermana agua…”
Blanca Lidia Medina, de 35 años de edad,
agente de pastoral detenida por la Policía Nacional, responsabilizó al
Obispo Andino de la violencia en los siguientes términos:
“Lamentablemente en nuestra Iglesia estamos viviendo un sistema de
represión. El culpable de lo que le pueda pasar a alguno de nuestros
sacerdotes o alguno de nosotros es el Obispo Darwin Andino. Si él no se
siente capaz de gobernar una Iglesia, mejor que presente su renuncia. Es
una vergüenza que esté provocando división y violencia en la Iglesia.
Desde enero venimos exigiéndole diálogo, reunión, pero nos ignora”.
Una lucha desigual entre indígenas y la oligarquía
Casi todos los y las indígenas y sacerdotes
entrevistados coinciden en señalar que detrás de este conflicto hay
intereses económicos por parte de las empresas que no se siente cómodos
con indígenas y sacerdotes organizados en contra de la minería y en
defensa de los bosques y de los ríos. En la jurisdicción de la Parroquia
de La Campa, el pasado año, 2012, se frenó y evitó el ingreso de una
empresa minera no metálica a la zona. “Esas cosas no me perdonan”, dice
el Padre Cándido.
Por eso, Luis Alfonso Santos, ex Obispo de
Copán, indica que: “Esto no es una contradicción religioso. Es una
contradicción económica”. “Los defensores del sistema neoliberal no van a
retroceder fácilmente. Golpearán y matarán, peor aun cuando ahora se ha
unido la jerarquía eclesial con los políticos de turno”, continúo el ex
Obispo, quien también se movilizó hasta la ciudad de Gracias, Lempira,
para expresar su solidaridad con las parroquias conflictuadas.
Durante la reunión que tuvimos con el
Delegado Departamental de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CONADEH), la Fiscalía y el Jefe Departamental de la Policía Nacional,
en Gracias, Lempira, se evidenció que estas tres entidades están
parcializadas con el Obispo Darwin Andino, y acusan como políticos a los
sacerdotes Pineda y Guzmán.
Intentaron hacernos creer que el Sacerdote
Esteban Guzmán en el momento de la reunión andaba persiguiendo a la
gente en La Campa, pero a nuestra salida de la Comisaría encontramos a
dicho Sacerdote, quien nos contó la desgarradora historia de persecución
y amenazas de muerte que soporta por parte del Obispo Andino y
caudillos locales del Partido Nacional en función de gobierno.
De esta manera, esta desigual lucha se
entabla entre indígenas organizados desde las parroquias para defenderse
de la “inversión privada” y la coalición expresa entre oligarquía-
Estado represor y la Jerarquía Católica.
Duele encontrar en Honduras que, después de
500 años del profetismo de Fray Bartolomé de las Casas en estas
tierras, la gran mayoría de la Jerarquía Católica continúe al servicio
de los jinetes del Apocalipsis hondureño, ahora bajo la bandera de la
“inversión privada”.
[1]
http://www.defensoresenlinea.com/cms/index.php?option=com_content&view=article&id=2451%3A-obispo-darwin-andino-impone-a-occidente-un-plan-malevolo-de-grupos-de-poder&Itemid=159
[2] http://www.latribuna.hn/2013/01/24/feligreses-se-le-sublevan-al-obispo-darwin-andino
[2] http://www.latribuna.hn/2013/01/24/feligreses-se-le-sublevan-al-obispo-darwin-andino
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