25 marzo 2013 –Usted habló con los dueños de medios luego de la muerte del presidente Chávez. Según voceros opositores, fue un intento de censurarlos o amordazarlos. ¿Lo fue?
–En absoluto. En líneas generales la conversación se dio en términos cordiales y consensuados. Salvo en un caso, encontré receptividad y automática comprensión. Hablé por teléfono, entre otros, con Róger Vivas (El Universal); Omar Camero y Carlos Croes (Televen); Carlos Bardasano (Venevisión); Miguel Ángel Capriles (Cadena Capriles)… No logré hablar con Miguel Henrique Otero (El Nacional). Les hice ver lo delicado de la situación que se vivía en esas horas. Les dije que este pueblo dolido, herido, triste, por fortuna estaba canalizando sus sentimientos acompañando al presidente Chávez hasta la Academia Militar en un impresionante tsunami humano, y el manejo responsable de ese momento permitiría que esa movilización no se convirtiera en un estallido social de consecuencias incalculables.
–¿Qué temía el Gobierno que podía pasar si los medios se hubiesen comportado en esos días de la misma manera en que lo hicieron durante la enfermedad del Comandante?
–En esas circunstancias específicas el pueblo iba a ser absolutamente intolerante frente a cualquier gesto de irrespeto, de mofa, de burla al Comandante Chávez. Ya que no hubo respeto durante su convalecencia, debía haberlo después de su fallecimiento, especialmente en las horas de estos actos masivos.
–¿En qué caso no hubo comprensión?
–En el de Globovisión. Cuando hablé con (la vicepresidenta del canal) María Fernanda Flores, ella quiso plantearme algunos reclamos sobre declaraciones de dirigentes del Gobierno y yo le respondí que eso lo podíamos conversar en cualquier otro momento, pero en esa oportunidad tenía el propósito de pedirles la máxima responsabilidad en el tratamiento del tema. Ella después dio unas declaraciones diciendo que se sintió amenazada. Tuve que hablar con Ramón José Medina, que es su pareja, para expresarle mi sorpresa y bochorno por esa versión de nuestro diálogo y decirle que ese no fue el sentido de la conversación. Lo grave de esto es que cuando se produce un diálogo con estos sectores y luego se tergiversa públicamente lo dicho, se terminan de detonar los canales de comunicación, porque ¿para qué conversar con alguien que luego va a torcer lo que se habló? Eso es muy malo para quienes dicen que debe haber algún tipo de comunicación con los dueños de medios.
–¿Cuánto tiempo duró la moderación de los medios?
–Poco, en estos momentos ya no queda nada. De hecho, por el contrario, ahora están tratando de crear condiciones para un retiro de la candidatura de Capriles y para eso apelan a la mentira, a la tergiversación. Sobre la figura del Comandante Chávez fue el propio candidato opositor quien se encargó de destruir cualquier viso de respeto. Todavía estaba en capilla ardiente cuando él puso en duda la fecha del fallecimiento y, por lo tanto, acusó a la familia de prestarse a mentir y simular. Fue, por cierto, algo esquizofrénico porque primero él dijo que quería pasar a dar el pésame y al rato estaba lanzando esas acusaciones. ¿Será que quería ir a decirle mentirosa a doña Elena? Porque según la doctrina Capriles, ella estaba fingiendo desde hace días. Esa fue la primera cosa macabra, irrespetuosa y desconsiderada que se dijo.
–A usted también lo acusaron de mentiroso por los partes que dio hasta un día antes del fallecimiento del Presidente. ¿Cómo se sintió con ese señalamiento?
–Lo que yo haya sentido es absolutamente secundario. Lo que percibo en la calle, de parte de la gente, es aprecio, agradecimiento incluso, por el rol que me tocó desempeñar en esos días tan difíciles, acompañando al pueblo desde el punto de vista informativo y emocional a través de la lectura de los comunicados. Si esa información hubiese sido falsa yo tendría que vivir escondido, no podría ni asomarme a un sector popular. Lo que pasa es que esos grupos opositores solo creían los comunicados que traían malas noticias. Cuando nos tocó decir que el Comandante tenía complicaciones o había empeorado, lo creían, pero cuando había mejoras, decían que era mentira.
–Capriles lo ha metido en la controversia electoral: dice que si el presidente Maduro acepta ir a un debate, usted estará “soplándole” con un apuntador… ¿qué le parece?
–Bueno, lo que puedo decir es que en la campaña electoral pasada me cansé de invitar, incluso públicamente, a Capriles a una entrevista conmigo en Venezolana de Televisión y no quiso. Hasta le mandé recados con Leopoldo López, quien si tuvo la gentileza de ir por allá. Esos comentarios lo que buscan es intrigar, causar enfrentamientos en el equipo de Gobierno, pero no lo van a lograr. A diferencia de Capriles, Nicolás Maduro no necesita de asesores ni apuntadores ni teleprompters para descollar como dirigente político. Hemos podido verlo mostrar su personalidad naturalmente… hasta con el baile de Nicolás, jeje. Si fuera un dirigente de esos que necesita asesores, no habría llorado en público tanto como lo ha hecho. Es un hombre espontáneo, que tiene un amplio roce con la realidad, pues ha sido autobusero, dirigente político, diputado y también canciller de la República. No creo que Capriles puede decir lo mismo, pues ni siquiera sabe lo que es subirse a un autobús y pagar el pasaje.
Sobre Roberta y un carro usado
En su carrera de reportero, Ernesto Villegas Poljack (Caracas, 1970), trabajó en El Nuevo País, Quinto Día y El Universal. Así que sabe bien cómo son por dentro los medios privados. Con ese bagaje habla de dos de los más enconados actores de la guerra comunicacional:
El Nacional. El editorial sobre la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, el ministro lo ve como un episodio más de la zaga de irrespetos contra personalidades que han sufrido enfermedades o que han muerto. “Tibisay es una dama de hierro a la que esa basura no le hace ni coquito. Pero, entendamos que no es una línea del periódico, sino la orden que le han dado desde Washington: atacar al árbitro porque saben que van a perder y quieren patear la mesa. Habló Roberta Jacobson (la subsecretaria de Estado) y enseguida apareció ese editorial y luego otro de El Universal, más recatado pero está en la misma línea de Roberta. Son fieles y obedientes a Estados Unidos”.
Globovisión. El canal opositor va a cambiar de accionistas. ¿Espera el Gobierno una nueva relación?, le preguntamos. “No he participado en ninguna tratativa al respecto. Lo que sí advierto es que se trata de una venta con vacatio legis, con efectos posteriores, algo muy raro. Es como si compras un carro y dejas que el anterior dueño lo siga manejando. Es riesgoso, sobre todo porque estamos en un lapso delicado, con una elección presidencial en puertas y ese anterior dueño podría perder la cabeza”.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ/CIUDAD CCS
–En absoluto. En líneas generales la conversación se dio en términos cordiales y consensuados. Salvo en un caso, encontré receptividad y automática comprensión. Hablé por teléfono, entre otros, con Róger Vivas (El Universal); Omar Camero y Carlos Croes (Televen); Carlos Bardasano (Venevisión); Miguel Ángel Capriles (Cadena Capriles)… No logré hablar con Miguel Henrique Otero (El Nacional). Les hice ver lo delicado de la situación que se vivía en esas horas. Les dije que este pueblo dolido, herido, triste, por fortuna estaba canalizando sus sentimientos acompañando al presidente Chávez hasta la Academia Militar en un impresionante tsunami humano, y el manejo responsable de ese momento permitiría que esa movilización no se convirtiera en un estallido social de consecuencias incalculables.
–¿Qué temía el Gobierno que podía pasar si los medios se hubiesen comportado en esos días de la misma manera en que lo hicieron durante la enfermedad del Comandante?
–En esas circunstancias específicas el pueblo iba a ser absolutamente intolerante frente a cualquier gesto de irrespeto, de mofa, de burla al Comandante Chávez. Ya que no hubo respeto durante su convalecencia, debía haberlo después de su fallecimiento, especialmente en las horas de estos actos masivos.
–¿En qué caso no hubo comprensión?
–En el de Globovisión. Cuando hablé con (la vicepresidenta del canal) María Fernanda Flores, ella quiso plantearme algunos reclamos sobre declaraciones de dirigentes del Gobierno y yo le respondí que eso lo podíamos conversar en cualquier otro momento, pero en esa oportunidad tenía el propósito de pedirles la máxima responsabilidad en el tratamiento del tema. Ella después dio unas declaraciones diciendo que se sintió amenazada. Tuve que hablar con Ramón José Medina, que es su pareja, para expresarle mi sorpresa y bochorno por esa versión de nuestro diálogo y decirle que ese no fue el sentido de la conversación. Lo grave de esto es que cuando se produce un diálogo con estos sectores y luego se tergiversa públicamente lo dicho, se terminan de detonar los canales de comunicación, porque ¿para qué conversar con alguien que luego va a torcer lo que se habló? Eso es muy malo para quienes dicen que debe haber algún tipo de comunicación con los dueños de medios.
–¿Cuánto tiempo duró la moderación de los medios?
–Poco, en estos momentos ya no queda nada. De hecho, por el contrario, ahora están tratando de crear condiciones para un retiro de la candidatura de Capriles y para eso apelan a la mentira, a la tergiversación. Sobre la figura del Comandante Chávez fue el propio candidato opositor quien se encargó de destruir cualquier viso de respeto. Todavía estaba en capilla ardiente cuando él puso en duda la fecha del fallecimiento y, por lo tanto, acusó a la familia de prestarse a mentir y simular. Fue, por cierto, algo esquizofrénico porque primero él dijo que quería pasar a dar el pésame y al rato estaba lanzando esas acusaciones. ¿Será que quería ir a decirle mentirosa a doña Elena? Porque según la doctrina Capriles, ella estaba fingiendo desde hace días. Esa fue la primera cosa macabra, irrespetuosa y desconsiderada que se dijo.
–A usted también lo acusaron de mentiroso por los partes que dio hasta un día antes del fallecimiento del Presidente. ¿Cómo se sintió con ese señalamiento?
–Lo que yo haya sentido es absolutamente secundario. Lo que percibo en la calle, de parte de la gente, es aprecio, agradecimiento incluso, por el rol que me tocó desempeñar en esos días tan difíciles, acompañando al pueblo desde el punto de vista informativo y emocional a través de la lectura de los comunicados. Si esa información hubiese sido falsa yo tendría que vivir escondido, no podría ni asomarme a un sector popular. Lo que pasa es que esos grupos opositores solo creían los comunicados que traían malas noticias. Cuando nos tocó decir que el Comandante tenía complicaciones o había empeorado, lo creían, pero cuando había mejoras, decían que era mentira.
–Capriles lo ha metido en la controversia electoral: dice que si el presidente Maduro acepta ir a un debate, usted estará “soplándole” con un apuntador… ¿qué le parece?
–Bueno, lo que puedo decir es que en la campaña electoral pasada me cansé de invitar, incluso públicamente, a Capriles a una entrevista conmigo en Venezolana de Televisión y no quiso. Hasta le mandé recados con Leopoldo López, quien si tuvo la gentileza de ir por allá. Esos comentarios lo que buscan es intrigar, causar enfrentamientos en el equipo de Gobierno, pero no lo van a lograr. A diferencia de Capriles, Nicolás Maduro no necesita de asesores ni apuntadores ni teleprompters para descollar como dirigente político. Hemos podido verlo mostrar su personalidad naturalmente… hasta con el baile de Nicolás, jeje. Si fuera un dirigente de esos que necesita asesores, no habría llorado en público tanto como lo ha hecho. Es un hombre espontáneo, que tiene un amplio roce con la realidad, pues ha sido autobusero, dirigente político, diputado y también canciller de la República. No creo que Capriles puede decir lo mismo, pues ni siquiera sabe lo que es subirse a un autobús y pagar el pasaje.
Sobre Roberta y un carro usado
En su carrera de reportero, Ernesto Villegas Poljack (Caracas, 1970), trabajó en El Nuevo País, Quinto Día y El Universal. Así que sabe bien cómo son por dentro los medios privados. Con ese bagaje habla de dos de los más enconados actores de la guerra comunicacional:
El Nacional. El editorial sobre la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, el ministro lo ve como un episodio más de la zaga de irrespetos contra personalidades que han sufrido enfermedades o que han muerto. “Tibisay es una dama de hierro a la que esa basura no le hace ni coquito. Pero, entendamos que no es una línea del periódico, sino la orden que le han dado desde Washington: atacar al árbitro porque saben que van a perder y quieren patear la mesa. Habló Roberta Jacobson (la subsecretaria de Estado) y enseguida apareció ese editorial y luego otro de El Universal, más recatado pero está en la misma línea de Roberta. Son fieles y obedientes a Estados Unidos”.
Globovisión. El canal opositor va a cambiar de accionistas. ¿Espera el Gobierno una nueva relación?, le preguntamos. “No he participado en ninguna tratativa al respecto. Lo que sí advierto es que se trata de una venta con vacatio legis, con efectos posteriores, algo muy raro. Es como si compras un carro y dejas que el anterior dueño lo siga manejando. Es riesgoso, sobre todo porque estamos en un lapso delicado, con una elección presidencial en puertas y ese anterior dueño podría perder la cabeza”.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ/CIUDAD CCS
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