Artículo de opinión del compañero Josep Lluís L. Amigo
Importantes cambios políticos se están dando en la Península de Corea. Después de la elecciones presidenciales en Corea del Sur por primera vez una mujer, Park Geun Hye ha llegado a ocupar ese cargo. En su programa electoral lleva la promesa de mejorar las maltrechas relaciones con la República Popular Democrática de Corea.
Un intento por mejorar las relaciones entre las dos coreas que viven su momento más bajo después del paso por la presidencia del sur de la camarilla de Lee Myung Bak y los graves incidentes fronterizos del verano del 2011.
En épocas anteriores las dos coreas ya habían pasado por ciclos de apertura y normalización. El último se inició tras la firma de la declaración conjunta de Junio del 2000 entre los líderes Kim Jong Il y el liberal Kim Tae Jung. Esta declaración permitió intensificar las relaciones entre las dos coreas e iniciar un programa de intercambios culturales, turísticos y de colaboración económica que tuvo su mayor logró en la zona industrial conjunta de Kaesong.
Parece entonces que la entrante presidenta de Corea del Sur quiere volver a repetir los éxitos de apertura y respeto por la normalización de relaciones con Pyongyang, entendiendo que solo podrá lograrse desde el respeto mutuo y la “correcta percepción de la historia”[1]. Una actitud que ha encontrado una respuesta favorable por parte de su homologo de Corea del Norte.
En su mensaje de final de año el Líder norcoreano Kim Jong Un, ha expresado su deseo que todos los esfuerzos se supediten a la causa de la reunificación “todos los coreanos del Norte, Sur y en el exterior debemos subordinarlo todo a la gran causa de la reunificación...”[2]. A su vez Kim Jong Un ha expresado su deseo que estos esfuerzos por la completa reunificación de la Península de Corea se hagan libres de injerencias externas, en clara referencia a la presencia norteamericana en Corea del Sur. Los Estados Unidos tienen emplazados allí a más de 37 mil soldados y cuentan además con la estratégica base militar de la isla de Jeju desde la que puede mantener un radio de control que llega hasta China, su gran competidora en la región.
Una vez más lo intereses del imperialismo norteamericano aliado con las fracciones más reaccionarias de las clases dominantes del país, que en su momento representó la camarilla de Lee Myung Bak, pueden ser un peligro para la paz. Una península de corea reunificada podría ser un claro signo de perdida de influencia norteamericana en la zona además de un aventajado competidor económico suyo y de su subordinado Japón, punta de lanza de la agresividad imperialista en el Pacífico.
El conflicto intercoreano alimenta una parte de los beneficios de la industria armamentística Norteamérica pues Corea del Sur es una de las beneficiarias directas de la venta de armas desde EEUU para abastecer a su propio ejercito, así como por el pago de las distintas bases americanas en su territorio que además sirven de campo de entrenamiento de las tropas norteamericanas que luego se desplazarán en misión imperialista a Iraq o Afganistán.[3]
La reunificación nacional coreana puede ser la oportunidad para toda una reestructuración de las relaciones entre los países del sudestes asiático, una derrota para la agenda belicista del imperio y un debilitamiento de sus posiciones en el Pacífico con la consolidación de nuevas soberanías surgidas de la cooperación y el respeto mutuo. Respondería además al anhelo de millones de coreanos que desean la reunificación de las dos coreas y volver a ser una sola nación fuerte y próspera.
NOTAS:
[1] http://www.latercera.com/noticia/mundo/2012/12/678-499527-9-presidenta-electa-de-corea-del-sur-advierte-de-la-grave-realidad-con-pyongyang.shtml
[2] http://kfaeuskalherria.wordpress.com/2013/01/01/mensaje-de-ano-nuevo-del-mariscal-kim-jong-un/
[3] http://wri-irg.org/es/node/7490
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