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La aviación francesa lleva a cabo ataques en Malí desde hace tres días contra grupos armados tuareg, a los que cataloga de “terroristas” e “islamistas radicales” .Algo que choca bastante con la actitud que tiene la misma Francia, y su mismo presidente "socialdemócrata" Hollande con los "islamistas radicales" de Siria, a los que considera el "ejército legítimo".
Según fuentes francesas, la llamada “Operación Cerval” ha logrado ya la recuperación de la ciudad de Konna, en el centro del país, y la destrucción de campos de entrenamiento y depósitos cerca de Gao, en la zona norte, bajo control rebelde desde mediados de 2012.
Unos 500 militares se suman al despliegue francés en todos los frentes abiertos, que según las fuentes se reforzará “en función de la situación”, y que medios como el periódico “Le Monde” avanzan que podría llegar a los 2.500 soldados en los próximos días.
En primer lugar, es incorrecto hablar sobre los insurgentes como un grupo homogéneo. Hay distintos grupos e intereses. Entre los grupos armados que luchan por el control de la región están, principalmente, los tuareg, además de los citados "islamistas radicales" y, según los medios, también grupos vinculados a Al Qaeda (¿no era Al Qaeda un grupo islamista radical?).
Los tuareg no son grupos terroristas ni islamistas radicales en ningún caso, sino simplemente grupos de tribus nómada, inmemoriables habitantes de esas tierras del norte de Mali. Aunque tras los repartos coloniales y las futuras independencias consensuadas con las metrópolis estos, habitantes del desierto, se quedaron sin pais. Entre ellos hay hasta 6.000 personas que lucharon en Libia apoyando al coronel Muammar Al Gaddafi en 2011 durante el genocidio de la OTAN en ese país.
Pero un hecho de suma importancia en el conflicto, y que no se suele decir en los medios de propaganda occidental, es que en las zonas tuareg de Malí, Níger y Libia existen importantes reservas de uranio. En el norte de Níger, país vecino de Malí, transnacionales francesas operan en dos grandes minas de uranio (Arlit y Akouta) situadas a los alrededores de la ciudad industrial de Arlit, situada en la región de Agadez. Los yacimientos estratégicos de uranio en Malí son un elemento importante en el conflicto y explican el interés de las fuerzas occidentales en la región.
Estados Unidos y sus aliados están preocupado por la posibilidad de que los tuareg accedan a este metal radiactivo. Si los rebeldes establecen su control sobre los yacimientos, harán lo que quieran con sus recursos naturales, algo que no entra dentro de la vaga y hueca concepción de "soberania" de los supuestos paises democraticos occidentales ¿Qué pasa si los tuaregs empiezan a vender uranio a, por ejemplo, Irán o Corea del Norte?
En realidad, a quien vendan uranio es solo un problema secundario. El principal problema es que lo vendan los propios tuaregs, en vez de una gran empresa multinacional, y que el beneficio redunde en los habitantes del territorio y no en los capitalistas que lo saquean.
El interés económico y estratégico de las multinacionales es tan grande que la propia ONU (hoy organo de control internacional de las grandes empresas globalizadas y de los gobiernos controlados por ellas en Estados Unidos, la U.E. y otras potencias imperialistas) ya ha aceptado que las tropas de la OTAN ocupen el pais disfrazados de "fuerzas humanitarias" de las Naciones Unidas.
Mientras tanto, las multinacionales francesas, norteamericanas y europeas se frotan las manos por el negocio que está por venir: el tranquilo control de los yacimientos de uranio del norte de Mali merece la pena otra sanguinaria matanza como la de Libia. En este caso, ni siquiera habrá una campaña para condenarla porque Mali no es mas que un pais perdido en las entrañas de Africa y ni siquiera tiene un gobierno discolo, sino que es títere de los que ahora se disponen a volver a recordar quienes son los amos y quienes, por muchas fronteras independientes dibujadas en los mapas, son los amos y quienes las colonias de toda la vida.
Hoy el colonialismo, sin embargo, es diferente. El imperialismo está, como ya preveyó Lenin, internacionalizado, y hoy las oligarquias locales de las potencias capitalistas no se pelean entre ellas porque las multinacionales globales interesan y benefician a todos, menos, por supuesto, a los pueblos.
La actitud de Hollande es la de continuar con la tradición colonialista francesa, tantas veces administrada por socialdemócratas como él, como Mitterrand, como Guy Mollet y otros, y que que tienen las manos manchadas de mares de sangre de los pueblos de Argelia, Túnez, Marruecos, Vietnam, Madagascar, Congo, Guayana, Guadalupe, Martinica, China, Egipto, Kanaky, Reunion y tantas otras de sus excolonias.
Pero en realidad Francia es hoy, como el resto de las potencias, incluyendo a EE.UU., un títere más, y solo un instrumentos de empresas transnacionales que no solamente desean saquear los recursos naturales de los pueblos, sino que controlan a los propios gobiernos e instituciones internacionales (OTAN, ONU...) que justifican o utilizan la fuerza para conseguirlo.
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