FUE UN DÍA DE INVIERNO
EL RUISEÑOR CANTABA
EN LA ÚLTIMA RAMA
DONDE SE ASOLEABA
MI OJOS CON TERNURA
A DIARIO LO MIRABAN
Y CANTABA Y CANTABA
Y EL VIENTO SILBABA.
EN EL VÍ LOS OTOÑOS
INVIERNOS, PRIMAVERAS
Y LOS DÍAS DE ESTÍO
EN AQUELLA PERCHER.
LA LIBERTAD SAGRADA
EN SU VUELO SIN TIEMPO
Y EL VIENTO LO ARRANCABA
DE SU DULCE APOSENTO.
CUANTO ME ENSEÑÓ
EL PEQUEÑO EMPLUMADO
DE TIEMPOS QUE VENDRÁN
Y TIEMPOS OLVIDADOS.
LA RAMA ESTÁ VACÍA
EL TIEMPO LA HA AZOTADO
PERO AÚN CONSERVA
EL CANTO PRONUNCIADO.
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